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El contundente mensaje de Bielorrusia: “Aquí no los encontrarán”, sin rastro de Wagner
Las sospechas de que mercenarios del grupo Wagner estén en el pueblo de Tsel no son confirmadas.
“Si los buscan, aquí no los encontrarán”, dice Leonid Kasinsky, funcionario del ministerio bielorruso de Defensa al recibir a la prensa en esta instalación en la región de Mogilev (centro).
Son varios los rumores de que el pueblo bielorruso de Tsel podría albergar a los mercenarios del grupo Wagner después de su abortada rebelión en Rusia. Sin embargo, no hay rastro de ellos.
Por eso, el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, medió en un acuerdo entre el Kremlin y este grupo paramilitar para terminar la rebelión de finales de junio. El pacto contemplaba la acogida tanto del líder de Wagner, Yevgueni Prigozhin, como de sus combatientes en esta exrepública soviética vecina de Rusia y ubicada al norte de Ucrania y al este de Polonia.
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El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, respondió de su lado que las autoridades rusas no seguían los movimientos del controvertido empresario.
En Tsel, Kasinsky es el encargado de enseñar la instalación militar a un grupo de periodistas extranjeros que también fueron invitados a un inusual encuentro con el presidente Lukashenko.
Alrededor se levantan 300 tiendas con capacidad para acoger hasta 5.000 hombres, pero vacías en casi su totalidad. Solo en una de ellas se ven algunos guardias descansando.
Los medios publicaron imágenes tomadas desde satélites de este campo en construcción justo después del motín del grupo paramilitar, especulando sobre una acogida de sus combatientes en el marco del acuerdo negociado por Lukashenko.
El mismo presidente anunció el 27 de junio que Prigozhin había llegado a su país, aunque luego dijo lo contrario. El jueves reconoció que la cuestión de reubicar sus milicias en Bielorrusia todavía no estaba arreglada.
“Me gustaría vivir en paz”
“Tengo miedo. Me gustaría vivir en paz, ver a mis hijos crecer. Es todo lo que puedo decir”, dice una mujer bielorrusa bajo anonimato que se encuentra cerca del campo de Tsel.
Otros habitantes aseguran que no hay nada que temer. “No me preocupa en absoluto. Si se debe hacer esto, se debe hacer”, dice Yelena Vinglinskaya, de 45 años, que trabaja en una escuela infantil.
Sus tropas, financiadas por el poder ruso, han sido acusadas de haber cometido atrocidades en numerosos países, como Ucrania, Siria o República Centroafricana.
La misma opinión expresa el responsable del ministerio de Defensa. “No veo por qué deberíamos tener problemas con el grupo Wagner”, afirma Kasinsky a los periodistas extranjeros.
“No entraremos en competencia con nadie. Vamos a recibir su experiencia única de combate”, asegura. “La última palabra sobre el lugar donde se establecerán corresponde a Wagner y sus comandantes”.
El líder del Grupo Wagner no ha reaparecido en público y se ha limitado a la difusión de grabaciones de voz, evitando las críticas que durante meses venía dirigiendo hacia la cúpula militar rusa, personificadas en el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y vinculadas al desarrollo de la ofensiva militar en Ucrania.
Lukashenko también cargó de nuevo contra los Gobiernos occidentales por la influencia que ejercen sobre Ucrania y denunció las tácticas ucranianas, incluida la supuesta utilización de drones. En este sentido, llamó a revertir el discurso actual que pasa por presentarle a él y a Putin como “una especie de bárbaros que roban niños y se los comen”, alegando que si hay menores deportados es con el objetivo de “salvarlos”.
*Con información de AFP