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Encuentro entre Kirill y el papa Francisco en 2016 | Foto: AFP

Conflicto en Ucrania

La Unión Europea propone sancionar al jefe de la iglesia ortodoxa rusa

El patriarca Kirill nunca ha dudado en mostrar su apoyo a la guerra en Ucrania y las decisiones de Vladimir Putin.

4 de mayo de 2022

La Comisión Europea propuso sancionar al jefe de la Iglesia ortodoxa rusa, el patriarca Kirill, como parte de un sexto paquete de medidas en respuesta a la guerra en Ucrania, según documentos consultados este 4 de mayo por la AFP.

La nueva lista, que aún debe ser aprobada por los Estados miembros, incluye a 58 personalidades sancionadas, entre ellas, además de Kirill, a muchos militares rusos, así como a la esposa, la hija y un hijo del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.

De acuerdo con documentos a los que AFP tuvo acceso, Kirill es descrito como un “un aliado de vieja data del presidente Vladimir Putin, y se convirtió en uno de los principales apoyos de la agresión militar” en Ucrania.

El patriarca Kirill (también llamado Cirilo I) es el máximo líder de la iglesia ortodoxa rusa, que tiene unos 150 millones de fieles en todo el mundo, especialmente en Rusia. En declaraciones recientes, el patriarca formuló llamados a la unidad rusa en pleno conflicto militar en Ucrania.

El polémico Kirill

Cabe recordar que el patriarca Kirill, responsable de los cristianos ortodoxos rusos desde 2009, puso a su iglesia al servicio del presidente Vladimir Putin, con el que comparte su ambición de una Rusia conservadora y fuerte, y apoyó la ofensiva de Moscú en Ucrania.

Desde hace muchos años, el dirigente religioso, de 75 años, no duda en mostrarse bendiciendo armas y misiles, ni en justificar la represión de la oposición y de los medios independientes. Él, al igual que Putin, también ve a Ucrania y a Bielorrusia como países “hermanos” que debieron permanecer bajo la férula de Moscú, y no como naciones diferentes.

El patriarca ha multiplicado las declaraciones de apoyo a la ofensiva rusa en Ucrania, por esto es que la Comisión europea quiere sancionarlo, lo que ya ha hecho con Putin y varios responsables rusos.

Y es que el 27 de febrero, tres días después del inicio de las hostilidades, Kirill había calificado de “fuerzas del mal” a los detractores de las ambiciones rusas en el país vecino. En abril llamó a los rusos a “estar unidos” para combatir a los “enemigos exteriores e interiores”.

Kirill, que en 2009 sucedió al difunto patriarca Alexis ―quien había reconstruido la Iglesia tras la caída de la URSS y de su sistema ateo― ha convertido la ortodoxia rusa en una verdadera maquinaria político-religiosa al servicio del Kremlin.

Putin, “un milagro”

En 2012, proclamó que el reinado de Putin es “un milagro de Dios” tras la crisis postsoviética de los años 1990. El mismo año, un acontecimiento simboliza toda la severidad conservadora de este religioso con barba gris.

Cuatro jóvenes encapuchadas, que forman el grupo de punk Pussy Riot, penetraron en la catedral del Cristo Redentor, la principal de Moscú, para cantar una canción anti-Putin. Tres de ellas fueron arrestadas y condenadas a penas de prisión en firme.

Kirill rechazó los llamados a la misericordia y denunció en cambio una “blasfemia”, y aseguró que “el diablo reía”. Desde entonces, recuerda regularmente que el fiel ortodoxo jamás debe protestar.

Para él, las grandes manifestaciones tras la detención en enero de 2021 del opositor Alexei Navalni revelaron una “crisis en el seno de la joven generación”

Además, Kirill es también detractor de la homosexualidad y elogia la ley deseada por Vladimir Putin que prohíbe “la propaganda de la homosexualidad a los menores”, texto considerado por las ONG como un instrumento homófobo.

El recorrido del patriarca no carece por lo demás de varias sombras. A diferencia de su abuelo, un sacerdote víctima de las represiones estalinianas, Kirill ―el cual su nombre civil es Vladimir Gundiayev― encontró su lugar en el aparato de la Iglesia en la época soviética, sometida al régimen.

En 1965, a los 19 años, entró en el seminario de su ciudad natal de Leningrado (hoy San Petersburgo) y se hizo monje cuatro años más tarde. Accedió a su primer puesto diplomático desde 1971 y en 1989 dirigió el departamento de relaciones exteriores, equivalente de un Ministerio de Asuntos Exteriores.

Esta carrera ha alimentado las sospechas de estrechos vínculos con el KGB, los servicios secretos, que se apoyaban en la institución eclesial para espiar a los fieles.

*Con información de AFP.

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