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Este lunes, el Congreso votará la Ley de Crecimiento Económico. | Foto: Revista Dinero

POLÍTICA

Así están las cuentas de votos para la reforma tributaria

Si no hay sorpresas de último minuto, hoy el Congreso votaría de manera favorable la ley de crecimiento económico. Según las cuentas no oficiales, en este momento habría 65 votos en el Senado por el Sí, y 42 por el No.

16 de diciembre de 2019

Este lunes, en la plenaria del Senado, será votada la reforma tributaria o Ley de Crecimiento Económico, como denomina el Gobierno de Iván Duque el proyecto con el que aspira a sanear las finanzas del Estado y mejorar el recaudo.

Lo más seguro es que, aunque los números estén apretados, la reforma termine pasando. El exvicepresidente Germán Vargas Lleras se reunió con el presidente y le manifestó que Cambio Radical apoyará y votará la reforma de manera favorable. Lo opuesto ocurrió con César Gaviria, jefe del Partido Liberal, quien después de un acercamiento con Duque terminó anunciando que todo su partido votará el proyecto negativamente. Este distanciamiento de Gaviria apretó las cuentas en la Casa de Nariño, pero no sentenció la reforma.

Por lo pronto, así estarían las cuentas:

Por el Sí:

Partido Conservador: 14

Centro Democrático: 19

Cambio Radical: 16

Partido de La U: 10

Colombia Justa Libres: 3

Mira: 3

Total: 65

Por el No:

Partido Liberal: 14

Alianza Verde: 9

Partido de La U: 4

Farc: 5

Polo Democrático: 5

Decentes: 3

MAIS: 1

Aico: 1

Total: 42

Para que la nueva Ley de Crecimiento Económico sea aprobada se necesitan 55 votos en Senado. En esta última, los números también están del lado del Gobierno. Si no hay mayores contratiempos ni eventualidades, en la noche de este lunes sería aprobada la reforma. Restaría entonces la conciliación y luego la sanción presidencial para que se convierta en ley de la república.

Pocas leyes de las que se tenga noticia en el último tiempo han tenido que atravesar un viacrucis similar al que le tocó a la reforma tributaria que será votada este lunes en el Congreso. Al llegar al poder, el entonces recién posesionado presidente Iván Duque puso a consideración del parlamento lo que para ese momento llamó la ley de financiamiento.

Por esos días, el ejecutivo contaba con el oxígeno tradicional con el que cuentan los gobiernos que recién empiezan su mandato. Así las cosas, Duque y su ministro de Hacienda pudieron hacer aprobar la ley sin mayores contratiempos. En ese entonces, en la Casa de Nariño bautizaron la iniciativa como ley de financiamiento con el argumento de que esta tendría por objeto principal la consecución de recursos para los programas y pretensiones presupuestales del gobierno que estaban desfinanciadas. Con tantos defensores como detractores, la ley de financiamiento entró en vigencia durante el primer año del actual gobierno y, entre sus resultados, se destaca el crecimiento económico del 3.3 por ciento que está bastante por encima del de los países de la región.

Sin embargo, no corrió mucho tiempo para que a la ley de financiamiento le cayeran encima un mar de demandas. Unas, por su fondo y su contenido, otras, por vicios de trámite. Estas últimas, terminaron imponiéndose y en un hecho sin precedentes, la Corte Constitucional tumbó la ley de financiamiento por no haber sido publicada en la gaceta del Congreso antes de su votación definitiva. Cuando al alto tribunal profirió la decisión, muchos hablaron de crisis económica, de desaceleración de la inversión, e incluso se llegó a argumentar que las calificadoras de riesgo podrían bajar el grado del inversión del país por esa muestra de inestabilidad institucional. Sin embargo, ninguno de esos escenarios fatalistas se materializó.

A las pocas horas de que el país conociera de la decisión de la corte que acababa de tumbar la ley de financiamiento, el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, anunció que volvería a presentar la ley –esta vez si con el nombre de reforma tributaria- tal y como había sido aprobada hace alrededor de un año. En ese momento, tanto el ministro como el presidente hicieron un llamado a los partidos para que aprobaran dicha reforma sin consideraciones políticas y sin hacerle cambios pues, según dijeron, no era conveniente jugar a la política con la estabilidad de la economía.

No obstante, las palabras del presidente y del ministro cayeron en oídos sordos. Principalmente por dos razones: 1) Era utópico pensar que una reforma de esa envergadura pueda tramitarse sin cambiarle ni una coma, 2) La situación de gobernabilidad hoy es muy distinta y mucho más precaria a la que existía cuando se aprobó la ley de financiamiento.

En medio de ese embrollo político, al gobierno se le sumó otro factor de tensión que antes no existía. Se desataron en Colombia, a partir del 21 de noviembre, una serie de movilizaciones ciudadanas a lo largo y ancho del país que terminaron sentando al gobierno, a los del comité de paro y a los distintos sectores sociales, en una gran mesa de conversación.

Pues la reforma tributaria, entre otras, era una de las razones principales que terminó motivando el paro nacional que sigue aun en desarrollo. Antes de radicar la nueva ley, para calmar los ánimos en las calles, el presidente Duque incluyó una serie de medidas para darle a la misma un enfoque social más marcado. Entre estas nuevas inclusiones se cuentan los 3 días sin IVA, la devolución del mismo para los más pobres, la reducción gradual de los aportes a salud de los pensionados de menores ingresos, y los beneficios para la empresas que contraten jóvenes.

Con estas 4 adiciones de último momento, el nuevo proyecto fue radicado y rebautizado por tercera vez. No obstante este lunes en la Plaza de Bolívar cientos de personas están marchando de nuevo en contra de la reforma tributaria. Jorge Enrique Robledo, uno de los líderes de la oposición, anunció que estaba apoyando el cacerolazo y que en contrados minutos entrará al Capitolio para hacer todo lo que esté a su alcance para que la reforma no pase "una de las reformas más regresivas y retardatarias (...) que está en contra de los sectores populares y de la clase media".