Home

Nación

Artículo

Jorge Rodrigo Tovar cumple los requisitos para el cargo, pero su nombramiento generó una indignación colectiva, lejana al mensaje de reconciliación que buscaba el Gobierno. | Foto: Foto: cortesía

POLÉMICA

Jorge Rodrigo Tovar, hijo de tigre no sale pintado

La controversia que generó el nombramiento del hijo de Jorge 40 en la coordinación de víctimas del Ministerio del Interior fue un premio a una buena hoja de vida, un desafío a la opinión pública y una afrenta a las víctimas.

23 de mayo de 2020

No hay duda de que la hoja de vida y la trayectoria profesional de Jorge Rodrigo Tovar cumple de sobra los requisitos para el cargo de coordinador de víctimas del Ministerio del Interior. Es abogado con énfasis en Derechos Humanos de la Universidad del Rosario, especialista en Derecho Penal del Externado y magíster en Dirección Pública de la Universidad Menéndez Pelayo de Madrid, además ha trabajado varios años con las víctimas del conflicto y nadie que lo conozca duda de su compromiso con la paz del país y la reconciliación de los colombianos.

Sin embargo, el Gobierno no debió nombrarlo. Al menos no en ese cargo. Pero esa decisión no fue un accidente. La ministra del Interior, Alicia Arango, seguramente tuvo en cuenta no solo la hoja de vida, sino que pensó que poner en ese puesto al hijo de Jorge 40 mandaba un mensaje de reconciliación. En otras palabras, que además de la idoneidad había una simbología de una nueva Colombia. Pero el nombramiento entrañaba también otro símbolo. Jorge 40 está asociado con los crímenes más atroces que se hayan cometido en el país y así su hijo no tenga nada que ver, evoca ese capítulo ante el colombiano del común. Así las cosas, no era difícil predecir la controversia que estalló inmediatamente. Era inevitable. Y aunque en el país no hay delitos de sangre y es injusto señalar a alguien por lo que haya hecho su padre, no era necesario dar ese papayazo.

Mucha gente le dio a esa designación el mismo valor simbólico que quiso darle Alicia Arango. Pero definitivamente fueron más los indignados. La percepción a primera vista es simplista. No todo el mundo domina la minucia de la hoja de vida ni las buenas intenciones del nominado. Se trata de una persona comprometida con la paz, que nada tenía que ver con el prontuario de su padre. Al contrario, justamente esa marca de la violencia lo llevó a rechazarla y a buscar un camino opuesto al de su papá. Todos esos méritos lo hacen merecedor de trabajar en el Estado, pero no por eso el Gobierno tenía que desafiar a la opinión pública. Paradójicamente, podía haber nombrado al joven Tovar en todos los cargos menos en ese. La indignación colectiva pesa más en política que la injusticia individual.

Se trata de una persona comprometida con la paz, que nada tenía que ver con el prontuario de su padre.

La reconciliación en Colombia tiene límites y parámetros. Nadie objeta que alguien que haya dejado las armas para entrar a la lucha política acceda a un cargo de elección popular. Pero con las designaciones del Gobierno hay matices. Antonio Navarro fue ministro de Salud y se desempeñó muy bien. Pero se hubiera presentado una tormenta política de haberlo nombrado ministro de Defensa. Por eso, darle responsabilidad sobre las víctimas al hijo de uno de los más grandes victimarios da pie a todas las analogías hechas. Muchos han comparado el episodio con que nombraran al hijo de Pablo Escobar zar antidrogas, o director de Bienestar Familiar al hijo de Luis Alfredo Garavito, que violó y asesinó a más de un centenar de niños.

El recién nombrado dio múltiples entrevistas a los medios de comunicación en las cuales mostró su compromiso con la paz, su calidad humana y justificó su nombramiento en términos racionales. El problema es que había que justificarlo en términos políticos y ahí la ecuación no cuadra. Alicia Arango logró convencer de la idoneidad del nombrado y del simbolismo a favor de la paz que representaba su designación. Pero la lógica política no se entiende.

Las personas a quienes indignó el nombramiento abarcan todos los sectores. Desde víctimas del paramilitarismo, pasando por las señoras de sociedad, hasta la propia Farc. El jueves, un grupo de integrantes de ese partido político le pidió a Timochenko renunciar a su cargo de presidente de la colectividad. El argumento: no haber manifestado su rechazo a esa designación. Pasada esta tormenta, seguramente Tovar demostrará que estaba preparado para asumir ese cargo. Sin embargo, de todo esto quedan dos conclusiones: 1) Jorge Tovar es un joven preparado, bienintencionado y con un futuro promisorio. 2) El Gobierno nacional dio un papayazo innecesario al nombrarlo.