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Según 'Bogotá Como vamos', el 54 por ciento de los bogotanos se siente inseguro en la ciudad. | Foto: Cortesía: Presidencia

BOGOTÁ

¿Por qué Duque iba a la fija al proponer seguridad para Bogotá?

Hay varios temas sobre la mesa: Movilidad, ambiente, empleo y salud. Pero el presidente se desmarcó de temas polémicos como el metro elevado—que ya dijo que apoyaría —, y TransMilenio por la carrera Séptima.

23 de agosto de 2018

Esta semana Iván Duque y Enrique Peñalosa se reunieron en el palacio Liévano para hablar acerca del trabajo conjunto que realizarán por la capital. Hay varios temas sobre la mesa. Movilidad, ambiente, empleo y salud. Pero Duque se desmarcó de temas polémicos como el metro elevado—que ya dijo que apoyaría—, y TransMilenio por la carrera Séptima. Manifestó que gran parte de su esfuerzo irá encaminado a mejorar la seguridad. Como buen discípulo de Álvaro Uribe, cuyo énfasis fue la ‘Seguridad Democrática‘, Duque tratará de llevar en alto su lema de ‘El que la hace la paga‘.

Y la seguridad, en efecto, es una necesidad de los ciudadanos y que no genera polémica a diferencia de otros temas. Según el último informe de Bogotá Cómo Vamos, el 54 por ciento de los ciudadanos manifestó sentirse inseguro en 2017, 9 puntos por encima de la percepción de 2016. Y 3 de cada 10 bogotanos afirmó haber sido víctima de algún delito en 2017. Es decir, casi cualquier bogotano podría afirmar que ha sido víctima de robo o conoce a alguien a quien le hayan hurtado algo. Por esto, las promesas de Duque parecen haber dado en un punto clave.

En una rueda de prensa, el presidente dijo: “De las 582 operaciones que tenemos provistas del plan Diamante (para combatir la delincuencia), más de 70 se van a desarrollar en la capital y ya se están viendo los resultados”. La primera medida que se tomará, según Duque, será mejorar el pie de fuerza. Se trata de una solicitud que el mismo gobierno distrital y entidades de control han pedido desde hace tiempo. Una ciudad con las dimensiones de Bogotá necesita como mínimo 300 policías por cada 100.000. La Capital tiene 190 policías por esa cifra. Aunque el alcalde Peñalosa triplicó la inversión en seguridad (de 177.000 millones en 2015 a 540.000 para 2018), necesita que el gobierno nacional le ayude a solucionar el déficit.

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Duque reconoció el trabajo del alcalde para mejorar la seguridad y aplaudió la iniciativa de pasar de 600 cámaras de seguridad a 5.000. Y más importante que eso, la reducción de homicidios. En los primeros meses de este año se reportaron 63 asesinatos menos que el año pasado, es decir, que se pasó de 551 a 488 homicidios.

Sin embargo, el hurto a personas se ha incrementado de forma notable. Mientras en 2016 se registraron 31.837 casos, en 2017 la cifra fue de 62.169. Este año, a corte de junio, ya se habían registrado 47.957 casos. Se podría decir que en promedio cada cinco minutos se denuncia un atraco en Bogotá. Se ha vuelto común ver en los medios de comunicación que ya hay bandas especializadas en robar bicicletas, celulares, carteras, almacenes, apartamentos y carros.

Hay que tener en cuenta que desde 2016 la Fiscalía y la Policía unificaron sus cifras en el sistema Siedco. En este proceso se duplicó el número de delitos denunciados. Eso no significaba necesariamente que las cifras estuvieran disparadas. En algunos casos había un delito denunciado tanto en la Policía como en la Fiscalía y esto generaba dos casos de un mismo delito. Además, en 2017 empezó a funcionar la aplicación digital A Denunciar, con la cual los ciudadanos pueden reportar los hechos en los que son víctimas desde sus casas. Esto animó a los bogotanos a hacer más denuncias y por eso las cifras fueron más altas y la percepción de inseguridad empeoró, sin que por esto este flagelo dejara de ser un problema real.  

En ese sentido, el presidente aseguró: Vamos a desarticular, a partir de las redes de participación ciudadana, muchas de esas estructuras que están operando en distintas localidades de forma permanente. En los próximos 80 días vamos a desmantelar estructuras de fleteo, cosquilleo, robo de apartamentos y establecimientos comerciales”.

Otro de los blancos para mejorar la seguridad de la capital será enfocarse en endurecer las penas para castigar la reincidencia. Esta, sin duda, es una política que le sirve no solo a Bogotá, sino a todo el país. En 2017, las autoridades capturaron en total a 245.528 personas cuya culpabilidad había sido comprobada, pero menos de 10.000 fueron a la cárcel, es decir, menos del 5 por ciento, según cifras de la Fiscalía y la Policía. De esa gran cifra, se descubrió que 91.423 ya habían sido arrestados entre 2 y 9 veces y otros 1.710 capturados por la Policía entre 10 y 40 veces.

En el caso de Bogotá, en los últimos cuatro años las autoridades capturaron a 26.865 delincuentes con las manos en la masa. La mayoría implicados por robo a personas y entidades comerciales o por tráfico de estupefacientes y homicidio. Más del 90 por ciento de ellos habían sido detenidos al menos en cinco oportunidades y no pasaron más de un año tras las rejas.

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Este fenómeno tiene que ver con que en las cárceles no hay espacio para un preso más. Pero también con que la nueva reglamentación del Código Penal y al Código Penitenciario exige que los jueces apliquen penas sustitutivas. Es decir, que no impliquen detención carcelaria o domiciliaria, a personas que cometieron delitos merecedores de pena menor a ocho años. Duque prometió que trabajará en castigar la reincidencia y hará un esfuerzo por fortalecer la capacidad penitenciaria. Esto va muy acorde con lo que planeaba el gobierno anterior. El mismo Ministerio de Justicia del gobierno Santos venía liderando en el Congreso el proyecto de ley 014 para castigar a los reincidentes quitándoles los beneficios judiciales.

Por último, como lo prometió en campaña, Duque reiteró que le daría también un golpe a los jíbaros y al microtráfico que asedian a los jóvenes. Que desarrollarían una política pública para los consumidores pero que le caería todo el peso de la ley a los distribuidores de drogas ilícitas.

Sin duda, enfocarse en la seguridad de la capital como punto de partida es una estrategia no solo popular sino también necesaria. Por lo menos, es un tema en el que nadie está en desacuerdo, a diferencia de lo que ocurre con el metro elevado y TransMilenio por la Séptima, por ejemplo.

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