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Desiertas lucen las playas del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina desde el18 de marzo, cuando se prohibió la circulación por las mismas | Turismo Colombia: San Andrés, sin coronavirus pero doblemente aislados. | Foto: Archivo Particular

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San Andrés: solo seis casos de coronavirus, pero doblemente aislados

Con baja tasa de infectados de covid-19, la isla podría ser un lugar privilegiado en épocas de pandemia, pero la ausencia de turistas la tiene pasando sus días más duros. Hoteleros, operadores turísticos, pescadores y artesanos cuentan su drama. 

20 de junio de 2020

Miss Cleotilde Henry ha visto cómo varios huracanes han puesto a volar los techos de San Andrés y volcado la isla patas arriba en diferentes ocasiones. Está curtida en el oficio de la lucha contra la adversidad y en el esfuerzo comunitario. En estos momentos reconoce que el archipiélago vive días muy duros por la crisis del coronavirus. Pero dice que este es un pueblo que batalla hasta el final y esta vez no será la excepción.

El 18 de marzo fue decretada la medida de no circulación por las playas y fue evacuado un buen número de turistas que estaban represados. Cuatro días después, el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, con sus aguas multicolores, fue cerrado para cualquier actividad turística. Más allá de las embarcaciones autorizadas para mantener el suministro de alimentos y elementos básicos, el desembarco de grupos de isleños que trabajan en cruceros y un par de vuelos humanitarios, nadie ha salido ni entrado, de manera oficial, de sus 52,5 kilómetros cuadrados.

Entre las paredes blancas y azules de Cli’s Place, sobre la Avenida 20 de Julio, Cleotilde ve pasar los días de esta cuarentena. Su casa es una de las 75 posadas nativas que funcionan oficialmente en la isla, viviendas de familias raizales que abren sus puertas para hospedar a turistas a quienes intentan hacen sentir como un local. Unos pequeños actores de la cadena del turismo que, tejiendo puntadas con pequeños detalles, intentan quedarse con un poco del telar del mercado dominado por los grandes hoteles.

 

Turismo Colombia: San Andrés, sin coronavirus pero doblemente aislados

Mis Cleotilde Henry  en el frente a su  posada antiva, Cli‘s Place, cerca a la Avenida 20 de Julio, en la isla de San Andrés.

Un cruce de datos entre la gobernación y la Cámara de Comercio determinó que los turistas ingresan unos 30.000 millones de pesos mensuales a la economía local. La actividad comercial depende de los visitantes, son ellos los principales clientes de las tiendas de perfumes, licores y artículos electrónicos, las mismas que hoy están vacías en el centro de la isla y donde 50 ya cerraron definitivamente. El panorama es oscuro.

En el kilómetro 26 de la vía a San Luis, en la entrada del Parque Regional Old Point, entre verdes árboles frutales, la familia Sepúlveda espera poder abrir pronto las puertas de Ecofiwi, una empresa que ofrece tours guiados en kayaks transparentes por manglares de la zona de la Reserva de Biosfera Seaflower, la más grande del planeta, donde se pueden encontrar 57 especies de coral y más de 407 especies de peces, un verdadero lujo para cualquier amante de la naturaleza.

Tammyth, la hija de la familia, extraña las madrugadas diarias para comprar el pescado fresco, pan de fruta, yuca, plátano, frutas de temporada y guineo cuatrofilos, que luego eran servidos como refrigerio a los clientes. Ese amor por las tradiciones y el respeto por el medio ambiente hicieron que en solo siete años Ecofiwi se ganara el respeto de los nativos, turistas y las autoridades locales. Sin embargo, a los 10 que trabajan en el negocio también los embarga la incertidumbre en estos días, porque el 80 por ciento de sus clientes eran extranjeros y con la isla cerrada no se sabe qué pensar.

 

Turismo Colombia: San Andrés, sin coronavirus pero doblemente aislados

Tammyth Sepúlveda posa junto a sus padres Víctor Sepúlveda y Carmen Viloria, en su negocio Ecofiwi, en San Andrés.

Un promedio de 25 personas usaban sus servicios al día. Pero el negocio está parado. A pesar de los múltiples anuncios del gobierno, se quedaron en blanco. Los bancos les dijeron que no, con sus “indolentes” condiciones para acceder a los préstamos. El subsidio de nómina no sirvió porque no tienen con qué pagar el 60 por ciento de los sueldos, mucho menos las primas, ya que los ingresos se redujeron a cero y, además, todos los trabajadores ganan más de un millón de pesos. La enseñanza de esta crisis, dice Víctor, es que hay que ahorrar más, en lo posible diversificar las entradas económicas y no considerar a las entidades bancarias como aliados.

La isla ha estado varios días como territorio libre de covid-19, sin embargo esta semana el gobernador Everth Hawkins informó que el archipiélago registró seis nuevos casos, dos ellos de tripulantes de cruceros que regresaron en un vuelo humanitario a la isla y otro de un paciente que fue trasladado a la ciudad de Bogotá. Mantener el cerco epidemiológico más que un reto administrativo es una responsabilidad de vida o muerte en un departamento que solo cuenta con 9 camas de UCI y, en el mejor de los escenarios, podría sumar 20 más. El ministro de Comercio, Industria y Turismo, José Manuel Restrepo cuenta que se trabaja en un plan especial para la reactivación de la región, por las particulares propias de la isla. 

Sin industria, ni agricultura, casi la totalidad de las fuentes laborales de San Andrés dependen de la Gobernación y del turismo. El secretario del área, Sebastián Ospina Archbold, da a entender que una cifra no sería precisa para explicar cuál ha sido el impacto del cierre. "Estamos hablando de todo y todos, un engranaje de piñones que solo se mueve con el impulso de los visitantes. Ahora, sí se necesita un aproximado, digamos que el 95 por ciento de la población está relacionado directa o indirectamente de la industria turística", dice.

La misma administración departamental está siendo golpeada de forma directa, ya que solo en cobro de la Tarjeta de Turismo de la Oficina de Control, Circulación y Residencia (Occre), el archipiélago recibió el año pasado alrededor de 120.000 millones de pesos, por la visita de 1.100.000 visitantes. Cada día de cierre es un hueco más que se hace en la plata que se supone debía entrar para ser invertida en la comunidad, más allá de los válidos cuestionamientos sin respuestas que la ciudadanía hace sobre su real destino.

Aunque mantiene el optimismo, Ospina afirma que los primeros análisis estipulan que la recuperación del sector podría tomar un promedio de dos años. Tiempo que, señala, hay que aprovechar para inversión en infraestructura, capacitaciones y hasta en reubicación de algunas personas de las actividades que han sufrido más impacto.

Las cuentas también agobian a Óscar Henry. La tristeza le embarga, se le siente en la voz. Era uno de los 22 maleteros del aeropuerto local, llevaba 43 años trabajando ahí. La mayoría de los ahorros que tenía se los entregó a la mamá de sus hijos, su expareja, y el resto los usó para su manutención personal. Ya no le queda nada. Dice que afortunadamente vive solo, pero que si la situación se alarga va a tener que buscar chance como obrero de construcción o mototaxista. Su única esperanza es que alguien encuentre una fórmula mágica que mezclada con protocolos de bioseguridad permitan la reactivación rápida de los vuelos.

Turismo Colombia: San Andrés, sin coronavirus pero doblemente aislados

La artista María Antonia Pizarro posa frente a una de sus obras, hecha en su totalidad con material reciclado.

Pensando positivo y confiando en una apertura cercana, Ospina la dijo a SEMANA que desde hace unos días empezaron a discutir sobre cuál podría ser la playa piloto para la implementación de los nuevos protocolos de bioseguridad, que deberán ser replicados en las demás. La reactivación será planteada en una doble vía de confianza entre el turista y el destino. La realización de pruebas de coronavirus en el momento del arribo es una posibilidad que se revisa.

Con el aislamiento, en muchos lugares de la isla de los que se había apoderado el caos y el desorden, ahora reina la tranquilidad. Sin turistas, ni locales conduciendo borrachos, ha disminuido dramáticamente la accidentalidad. Para María Antonia Ruiz, una artista paisa especialista en trabajos con reciclaje, que vive hace varias décadas en San Andrés, si se mira desde el otro lado, este momento no es el fin sino una pausa. Un respirar para un territorio que estaba saturado por el crecimiento frenético del turismo. “Una oportunidad para buscar el equilibrio”, dice.

En eso coinciden Miss Cleotilde, Víctor Sepúlveda y el secretario Ospina, cada uno desde su perspectiva cree que la pandemia ha mostrado las cosas equivocadas que estaban haciendo y ha planteado la posibilidad de diversificar, para que no sea solo un turismo de sol y playa, sino también un destino cultural y medioambiental. Un nuevo color en la paleta de posibilidades del archipiélago.