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Los alemanes, los holandeses y los estadounidenses viajan miles de kilómetros para vivir "algo diferente" en Amazonas.

AMAZONAS

Prostitución de indígenas gais en Leticia: una red sexual exótica para turistas

Muchos extranjeros llegan a Leticia, Amazonas, para encontrar el máximo exotismo: aborígenes homosexuales entregados a un negocio en el que el placer se ofrece en cada fiesta y que reta completamente la cosmogonía indígena.

15 de agosto de 2018

Leticia está llena de hombres del interior que llegaron a la ribera del río Amazonas para encontrar cualquier trabajo. Muchos deciden montar restaurantes que ofrecen comida del interior o discotecas o bares con alguna huella de decoración modernista. Otros se hicieron taxistas o mototaxistas. Cualquier viajero sabe que si necesita algo en una ciudad, basta con preguntarle a quien lo transporta.

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En una tarde de abril, un conductor proveniente del Eje Cafetero, que habla portugués con soltura, dice que tiene el contacto de varias mujeres –colombianas y brasileñas– “que lo pueden dar fácil. Las brasileñas son muy arrechas, eso sí. Vea, tengo una reinita, le cobra 150.000 pesos, pero está muy bien, porque a las mujeres de acá no se les caen las tetas. Claro, hay más baraticas, pero si uno va a pagar, pues paga algo bien bueno”.

"Los extranjeros quieren sentir distinto, quieren vivir algo diferente", dijo uno de los indígenas vestido de mujer al explicar las causas por las que, según ellos, los buscan alemanes, holandeses y estadounidenses.

Sin embargo, el taxista, previendo los amplios gustos de los turistas, baraja otras opciones: indígenas gais o transexuales. “Esos les gustan mucho a los turistas. Hay unos que cobran 80.000 pesos por el ratico”. El taxista toma los datos y promete enviar fotos por WhatsApp. El modus operandi de Cartagena y Medellín se ha extendido también al corazón de la selva amazónica.

Nadie sabe exactamente cuántos indígenas gais hay en Leticia, la Alcaldía no tiene un censo y mucho menos un programa de protección a los jóvenes indígenas que descubren tempranamente su orientación sexual. Y es que algunas etnias llegan a azotar a los jóvenes homosexuales hasta –explican– sacarles el demonio. Incluso, la Policía ha conocido denuncias de muertes de muchachos que no aguantaron el brutal castigo. Por tal razón, muchos abandonan sus resguardos y llegan a Leticia en busca de un lugar donde puedan vivir su sexualidad sin imposiciones moralistas.

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En Leticia encuentran las dificultades de la ciudad, pero también la libertad, las fiestas, las amigas que por mucho tiempo se sintieron encerradas en cuerpos errados y que en adelante pueden ser su única guía. “Yo me dedico a la prostitución porque me gusta y no tengo otra manera de vivir. Muchas veces me buscan los mismos indígenas de mi comunidad y muchas otras veces extranjeros que quieren sentir distinto, que quieren vivir algo diferente”, dice uno de los indígenas travestido, cómodo en sus tacones, feliz de poder vivir lejos de las imposiciones.

En Leticia se celebra un reinado gay indígena. Para muchos esa es una vitrina para promocionarse.

En la cosmogonía indígena no existen los homosexuales. Los mayores de las etnias, encargados de impartir sabiduría a sus pueblos, no saben qué hacer con lo que consideran un problema; creen que todo es fruto de la occidentalización del pueblo indígena, cada vez más conectado al mundo “blanco” por medio del río y ahora por medio de internet y de la televisión. Eso significa un riesgo para los homosexuales, que no encuentran respaldo dentro de sus comunidades.

En el documental Transamazónicas: las reinas de la selva de Vice Colombia, una de las protagonistas se hace llamar Barbie y cuenta que muchas veces las travestis tienen que recurrir a la prostitución para buscar dinero. Así crece un mercado para los turistas sexuales que buscan su lado más exótico.