Vehículos
La razón por la que se presentan trancones sin que haya obras, semáforos o accidentes; experto da la clave para evitarlos
Un estudio dejó claro cuál es la mejor forma de conducir para evitar la congestión.
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Bogotá es una de las ciudades más congestionadas del planeta; los más de 500 frentes de obra que se encuentran abiertos y el proceso de renovación que vive la capital ha hecho de la movilidad en la capital sea altamente complicada.

Y aunque pareciera haber una explicación lógica para los largos y densos trancones en Bogotá, en ocasiones, en vías donde ni siquiera hay intervenciones, semáforos o accidentes los carros se detienen y se forman largas filas de vehículos sin una razón aparente.
Este fenómeno no es propio de Bogotá y es común en las grandes capitales del mundo, en especial en ocasiones particulares como Semana Santa, fiestas de fin de año o temporadas de vacaciones.
Aunque no se entiende por qué sucede esto, algunos expertos han encontrado una explicación técnica que resulta ser más compleja de lo que parece. Y no, no siempre se debe al volumen de vehículos: a veces los atascos aparecen de la nada, provocados por una reacción en cadena entre conductores.
Uno de los análisis más recientes al respecto ha sido desarrollado por la Universidad de Zaragoza en colaboración con la empresa de movilidad Alsa.
Sus conclusiones, publicadas en el Boletín Diario Informativo de Unizar, se enmarcan dentro del programa WaveDriving Course, un curso de formación a conductores de autobús sobre conducción armónica que propone un enfoque innovador para evitar la congestión mediante pequeños cambios en la manera de conducir.

“Retenciones fantasma”: cuando los trancones se dan sin causa aparente
El curso parte de una pregunta tan sencilla como importante: ¿por qué se producen los atascos? Según los responsables del programa, el profesor Antonio Lucas-Alba y el experto en movilidad Óscar M. Melchor, la causa muchas veces no está en un accidente o una señal de Pare, sino en el propio comportamiento de los conductores.
Cuando la densidad de coches en carretera es alta -por ejemplo, en hora pico o durante una la famosa operación éxodo (puente de reyes o vacaciones de Semana Santa), cualquier mínima perturbación (una frenada brusca, una curva, una distracción) se propaga hacia atrás como una onda. Es lo que se conoce como atasco fantasma, porque no tiene una causa visible.
¿Vale la pena manejar pensando solo en mantener la distancia de seguridad?
Según Antonio Lucas-Alba, “la mayoría de los conductores están entrenados para mantener la distancia de seguridad, pero este hábito, en situaciones de tráfico denso, provoca un efecto dominó de frenadas que genera congestión”.
Esto ocurre porque mantener una distancia constante hace que los coches reaccionen uno tras otro ante cualquier pequeña variación de velocidad del vehículo que va delante, lo que crea oscilaciones en el flujo de tráfico.

Mantener la inercia, la solución más efectiva
El programa de la Universidad de Zaragoza propone un enfoque distinto, llamado conducción armónica o WaveDriving, que plantea conducir no para mantener una distancia fija, sino para mantener una velocidad constante y fluida.
Esto implica anticiparse a las frenadas del coche de delante, aumentar ligeramente la distancia de seguimiento y adaptar el ritmo para evitar el típico patrón de “acelerar-frenar-acelerar” que tanto agrava la circulación.
Un conductor que aplica esta técnica puede llegar a estabilizar el tráfico que tiene detrás, generando una “onda de fluidez” que evita el colapso.