¿Qué es el síndrome del ‘cuello de texto’ y qué efectos tiene inclinarse para ver su celular?

Los teléfonos móviles se han convertido en herramientas indispensables para millones de personas en el mundo que los usan para gestionar sus comunicaciones personales y profesionales, pero también para consultar noticias, leer documentos o navegar en redes sociales, lo que puede conducir a problemas de salud si estos dispositivos se usan en exceso.

Desde el punto de vista médico, uno de los problemas radica en la postura de las personas cuando usan su teléfono móvil, pues deben inclinar constantemente su cabeza para mirar la pantalla del dispositivo. Esa posición corporal, a largo plazo, puede generar una tensión en el cuello y desencadenar problemas musculares, dolores de cabeza, entre otros.

Los expertos coinciden en que los dolores de cabeza y las tensiones en el cuello están cada vez más relacionadas con la exposición de las personas a las pantallas de los dispositivos y con su postura corporal al momento de usarlos.

Uno de los términos usados para definir esta condición médica es ‘Text Neck’, cuya traducción al español sería algo como “cuello de texto”, un síndrome cada vez más común entre las personas.

La fisioterapeuta Priya Dasoju, en un artículo publicado por BBC Mundo, asegura que la inclinación constante de la cabeza para mirar el celular puede causar incluso dolores en el brazo y el hombro, aunque lo más frecuente es que las personas desarrollen un cuadro que se conoce en el campo médico como neuralgia occipital.

De acuerdo con la experta, este tipo de neuralgia consiste en la aparición de dolores de origen cervical localizados en cualquier parte de la cabeza, luego de que se haya generado durante algún tiempo una presión intensa en las partes delantera y trasera del cuello.

Se trata de una condición neurológica en la que los nervios occipitales del organismo humano, desplegados desde la parte superior de la médula espinal hasta el cuero cabelludo, se inflaman o dañan.

Una investigación de IMS Corporate en alianza con comScore reveló que entre los países latinoamericanos evaluados, Colombia es donde más se consume internet a través de teléfonos inteligentes con 12,2 horas semanales en promedio por cada persona.

El estudio evidenció que los colombianos gastan en promedio 12,2 horas a la semana navegando en internet a través de sus smartphones, mientras que en el caso de los millennials ese indicador llega a 14 horas a la semana.

Al analizar las principales razones que motivan a los consumidores a utilizar teléfonos inteligentes, destaca el acceso a redes sociales, envío o recepción de mensajes instantáneos, mensajes SMS, compartir imágenes o videos y ver videoclips, según el estudio que fue publicado en 2017.

Generan estrés y ansiedad

La Facultad de Medicina Dental de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, publicó este año los resultados de un estudio en el cual se afirma que el tiempo excesivo que se pasa en las redes sociales o en los teléfonos móviles conduce a una mayor probabilidad de sufrir de estrés y ansiedad.

Otras de las consecuencias de pasar mucho tiempo en los smartphones es el dolor en la mandíbula y los músculos de la boca, rechinar los dientes, problemas para dormir, fatiga y somnolencia durante el día.

Aproximadamente 600 personas participaron en el estudio que incluyó a judíos seculares (en su mayoría usuarios de teléfonos inteligentes) y un grupo de israelíes ultraortodoxos (aquellos que usan un teléfono sin conexión a internet).

A los participantes se les preguntó sobre los sentimientos de estrés y tensión durante el día, la tendencia a despertarse por la noche, la necesidad de estar disponible para el teléfono celular, el rechinar de dientes y el dolor de mandíbula.

Los estudios encontraron que el 54 % de los usuarios de teléfonos inteligentes se despierta en medio de la noche, en comparación con el 20 % de la población ultraortodoxa.

Además, la mitad de los encuestados seculares (50 %) siente un nivel de estrés que va de moderado a alto debido al teléfono celular, en comparación con sólo el 22 % entre los ultraortodoxos.