Home

Deportes

Artículo

| Foto: Guillermo Torres

SELECCIÓN COLOMBIA

José Pékerman, el argentino que nos enseñó a creer

Con buenos resultados, pero sobre todo con una lección que desde el fútbol le dio a todo un país: "El yo no es tan importante como el nosotros", el entrenador se ganó el cariño y el agradecimiento de Colombia.

4 de septiembre de 2018

Colombia tenía una generación dorada pero sin rumbo. En el sudamericano sub 20 de 2003 se había consolidado una camada de jugadores talentosos. Pero faltaba el hombre que los empujara, que transformara a esas promesas en una realidad. José Néstor Pékerman fue la respuesta para un país tan aficionado al fútbol como decepcionado de su equipo nacional.

El 6 de agosto de 2011, la historia de la Selección Colombia cambió para siempre. El entonces entrenador de la Tricolor, Hernán Darío ‘Bolillo’ Gómez, protagonizó un vergonzoso incidente en un bar de Bogotá en el que fue señalado de golpear a una mujer que había salido con él. El escandalo subió como espuma y a los pocos días, el estratega que había llevado a Colombia al Mundial de Francia 1998 dejó su cargo en medio de reproches.

El elegido para suplir al saliente técnico fue Leonel Álvarez, un histórico jugador que por esa época hacía sus primeros pinitos como técnico. Pero después de un irregular comienzo en las eliminatorias a Brasil fue apartado de su cargo a los pocos meses de haberlo asumido. En ese momento, la Federación Colombiana de Fútbol decidió buscar un nuevo estratega que cortara la sequía de tres mundiales consecutivos sin clasificar. El clamor general fue que después de más de 25 años, un extranjero volviera a estar al mando del equipo de todos.

Le recomendamos: La molestia de Pékerman con los medios tras su salida de la Selección

Era un asunto tan polémico y que despertaba tanto interés que el mismo presidente Juan Manuel Santos intervino para facilitar la llegada de un técnico foráneo. El 5 de enero de 2012 se confirmó la llegada de José Pékerman, veterano técnico argentino que había ganado tres mundiales juveniles y conducido a la Selección de Argentina de mayores a los cuartos de final del Mundial de Alemania 2006 y al subcampeonato de la Copa Confederaciones en 2005.

Pékerman no era ajeno a Colombia. Cuando todavía se vestía con pantalones cortos y guayos militó en el Deportivo Independiente Medellín, y en este lapso en el país nació una de sus dos hijas, Vanessa, que tiene nacionalidad colombiana. Su retiro de las canchas se precipitó por una lesión que sufrió en el país, por la que siempre le quedó una espinita futbolística con Colombia.

Después de tres años sin dirigir, el profe volvió a ponerse la sudadera para asumir el mando de una Colombia que llevaba 14 años sin saborear las mieles de un Mundial y tenía toda la esperanza puesta en que el argentino acabara con la sequía.

Desde que se puso al frente, el entrenador se empeñó en generar un cambio cultural y en una fecha FIFA sorprendió al no programar partidos amistosos como el resto de selecciones. Prefirió  hacer una concentración en la que pudiera conocerse a cercanía con el grupo, y más allá de los futbolístico, introducir a sus muchachos en su visión del juego, esa que se condensa en una especie de mantra que les repitió durante 6 años: “El yo nunca es tan importante como el nosotros".

El debut de Pékerman fue auspicioso. El 29 de febrero de 2012, el técnico se estrenó con una victoria frente a México. En las eliminatorias empezó  con una victoria frente a Perú en la que esbozó una propuesta distinta a la que ya se había vuelto tradición en la tricolor. En su juego ya no se salía a defender sino que se contemplaba siempre ir al ataque. Su estilo se consolidó el 11 de septiembre de 2012 cuando el equipo se midió contra Chile. En esa ocasión, Colombia terminó el primer tiempo perdiendo 1 a 0. Un resultado que parecía difícil de remontar de visitantes. Pero en la segunda parte, el equipo salió con una actitud mejorada y logró remontar a 3 a 1.

Le puede interesar: "Serás siempre mi mejor maestro": el conmovedor mensaje de James a Pékerman

Eso se convirtió en una constante de la era Pékerman. El equipo jugaba mejor en los segundos tiempos que en los primeros. Y eso apuntaba a dos fortalezas del argentino. Sabía qué decirle a sus jugadores en el camerino para cambiar su actitud y potenciar su fútbol, y sabía cambiar las fichas de su ajedrez en el momento justo para que fueran determinantes en el resultado final.

La relación que estableció con sus dirigidos fue la de un padre. Se ganó el respeto de ellos a punta de cariño, más que por la autoridad de su cargo. Cuando alguno de sus jugadores pasaba un momento difícil, Pékerman supo rodearlo, llenarlo de confianza y recuperarlo para el juego.

El profe cumplió su objetivo y condujo a la selección al Mundial de Brasil, obteniendo resultados inolvidables como la goleada 4 a 0 al Uruguay de Forlán, Godín y Cavani en Barranquilla. El equipo tenía todos los ingredientes para el éxito: talento, disciplina, buena relación entre los jugadores, y lo más importante:  la idea férrea de que podían ganarle a cualquier rival.

Con esta filosofía se afrontó la cita orbital en Brasil. Estar clasificados ya era una victoria, pero nadie se imaginaba lo que vendría. Desde el primer partido con Grecia se notó un equipo que encarnaba las cualidades idealizadas del fútbol colombiano, como la energía, la alegría, la picardía, combinadas con la disciplina y el deseo de ganar de los argentinos del cuerpo técnico.

El resultado fue el mejor de la historia de la Selección Colombia en un Mundial. La selección jugó el mejor fútbol de toda la fase de grupos. El joven equipo, aún sin la experiencia de Falcao, marginado por una lesión, ganó su zona como si estuviera acostumbrado, de siempre, a disputar este tipo de certámenes.

La Tricolor llegó hasta cuartos de final, en donde fue eliminado por el anfitrión en un partido que exigió lo mejor de los pentacampeones para ganar en casa. Los protagonistas de esa brillante actuación se convirtieron en héroes. Pékerman enamoró a toda Colombia. Justo mientras la Selección disputaba el Mundial, en Colombia se celebraban las elecciones presidenciales. Entre los más de 400.000 votos nulos que se depositaron en las urnas, hubo miles que fueron marcados con el eslogan "Pékerman presidente". El cariño por el seleccionador rayaba con la idolatría.

Luego vinieron dos copas América, en 2015 y 2016, en las que la selección no mostró el mismo juego que deslumbró en Brasil. Pero la confianza en el entrenador era tal que ni siquiera se puso en duda que él sería el encargado de afrontar la eliminatoria al Mundial de Rusia.

Los resultados fueron irregulares, un común denominador para todas las escuadras diferentes a Brasil, y sin convencer pero sumando en los momentos difíciles el equipo de Pékerman cumplió la meta de ir a su segundo mundial, emulando lo que solo Francisco Maturana había hecho en el 1990 y 1994.

En Rusia las cosas no fueron fáciles, pero Pékerman le apostó a su estilo. La selección llegó con la alegría de que Falcao finalmente debutara en el máximo de los torneos. Pero también con la lesión a última hora de Fabra y las dudas sobre el estado físico de James. De entrada, la expulsión de Sánchez y el gol de Japón al minuto 4 del primer partido, plantearon un escenario adverso. El equipo perdió en el debut,  pero se repuso con las victorias en los dos siguientes.

Y para lograr esas dos victorias, la fórmula de Pékerman fue la misma: la confianza. A Sánchez le devolvió la titularidad contra Polonia, y a Mina, tan cuestionado por su desempeño en el Barcelona, lo alineó. En respuesta, se convirtió en el goleador de la Selección en esta copa, en la que anotó tres goles, todos milagrosos y en los momentos más difíciles. La Tricolor perdio en penaltis contra Inglaterra, y tuvo que devolverse con la sensación de que se pudo haber hecho más, pero con la certeza de que el equipo lo entregó todo.

Le puede interesar: "Serás siempre mi mejor maestro": el conmovedor mensaje de James a Pékerman

En estos 6 años, Pékerman dirigió la tricolor en 75 partidos, entre amistosos y oficiales, y ganó 41. Una impresionante efectividad del 63 por ciento. Se mantuvo en el banco incluso en momentos personales difíciles, como la muerte de su madre y de su hermano. Superó a Maturana y se convirtió en el entrenador que dirigió más veces a Colombia en un Mundial. Y en el que nos llevó hasta la máxima instancia, los cuartos de final.

Con esos resultados, pero sobre todo con esa lección que desde el fútbol le dio a todo un país: "El yo no es tan importante como el nosotros", el argentino se ganó el cariño y el agradecimiento de Colombia. Se va uno de los extranjeros más queridos en la historia, y el mejor entrenador que se ha sentado en el banco de la selección. Se va el padre de una generación de jugadores que, como lo dijo James Rodríguez en un conmovido mensaje de despedida, les enseñó que podían ser los mejores.