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Un mes después de su boda civil, la pareja se casó por lo católico en Saint-Rémy-de-Provence, sur de Francia. La novia vistió un modelo de Giambattista Valli, de muselina de seda bordada con flores y follaje. Charlotte Casiraghi y Dimitri Rassam FOTO: GIAMBATTISTA | Foto: Jet-Set

REALEZA

Así fue el matrimonio católico de Carlota Casiraghi, la consentida de Mónaco

Un mes después de su boda civil, la Grimaldi dejó viendo un chispero a la prensa, dado el hermetismo que rodeó su enlace religioso. Su atuendo hizo eco del vestido nupcial de su madre, la elegantísima Carolina de Mónaco, en 1978. Este artículo hace parte de la revista Jet-Set.

22 de julio de 2019

Lo interesante de las dos bodas de Charlotte Cassiragi y Dimitri Rassam fue la muy personal interpretación que ella hizo de la tradición.

Como la filósofa que es, a todo lo que hace le inyecta un sentido profundo, una motivación sentimental muy bien estudiada, y eso la llevó a decidir que los fastos siguieran una especie de guion basado en los casamientos de las mujeres más bellas y famosas de la dinastía Grimaldi: Grace Kelly, gran actriz de Hollywood y la princesa que le devolvió su esplendor a Mónaco, y su hija, Carolina de Mónaco, princesa de Hanover, dueña de un allure legendario.

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Carolina fue la gran homenajeada por su hija Charlotte a finales de junio durante el matrimonio católico, su segunda boda en un mes, en la abadía de Sainte-Marie de Pierredon, a las afueras de Saint-Rémy-de-Provence, el pueblecito donde la novia vivió de niña con su madre y sus hermanos, Andrea y Pierre Casiraghi.

Para evitar filtraciones a la prensa, los invitados solo supieron el lugar de la boda católica en el último momento.

?Charlotte lucía preciosa en el vestido nupcial, clara evocación del atuendo de Dior que usó su madre en el enlace con el playboy Philippe Junot, su primer esposo, en 1978. La casa Giambattista Valli, de Roma, retomó el estilo romántico y la refinada simplicidad de aquella prenda y emuló detalles como el cuello redondo, las transparencias y la muselina de seda bordada con botones de flores y guirnaldas de follaje.

?En 1978, Carolina de Mónaco, madre de Charlotte, protagonizó la boda del año con el playboy Philippe Junot. Su vestido romántico, de Dior, inspiró el traje nupcial de su hija.

Un mes atrás, cuando Charlotte y Dimitri se casaron por lo civil, cada elemento también contaba una historia, pero esa vez en torno a la abuela Grace. La novia vistió dos modelos que evocaron los que usó su abuela en su compromiso y matrimonio civil, y se adornó con el collar de Cartier que el abuelo Rainiero III le regaló cuando se casaron en 1956, en la llamada “boda del siglo”.

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Para rematar, la fiesta, en el palacete de La Vigie, se inspiró en el glamour de esa década en la Costa Azul, patente en cintas protagonizadas por Grace, como Para atrapar al ladrón, de Hitchcock.

En tanto que de esa fiesta el mundo pudo ver fotos filtradas por los invitados en las redes sociales, las celebraciones en Saint-Rémy-de-Provence se dieron dentro del mayor hermetismo y fue toda una sorpresa.

La confidencialidad del enlace católico de Dimitri y Charlotte fue total y los celulares fueron decomisados.

Los cerca de 200 asistentes solo supieron la locación de la fiesta hasta último minuto, tuvieron que dejar sus celulares a la entrada de la mansión aledaña a la abadía, y solo se conocen ciertos detalles revelados por la revista francesa Point de Vue.

“Bohemian & gipsy chic” (bohemio y gitano chic), así rezaba en la invitación el dress code de la fiesta, cuyo ambiente era de ensueño, gracias a la iluminación con velas y pequeños bombillos suspendidos en el aire.

El modelo de Yves Saint Laurent con encaje, que Charlotte vistió en la ceremonia, se inspiró en el que su abuela llevó a su boda civil con Rainiero.

De otro lado, el chef Alain Ducasse, uno de los más renombrados del globo, preparó un menú de cordero confitado, verduras rellenas, gelatinas, ensaladas de frutas y sorbetes. ?El pajecito y la damita de honor fueron los príncipes Jacques y Gabriella, hijos de Alberto II, soberano de Mónaco, quien hizo llorar a su hermana Carolina con su discurso.

Pero las lágrimas se disiparon con el show de Juliette Armanet, cantante de moda en Francia, a quien Charlotte se unió en el escenario para interpretar una melodía de Celine Dion.

* Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set