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John fundó la revista ‘George’ en 1995. Fue el gran proyecto periodístico de su vida.

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Los secretos de John F. Kennedy Jr. salen a la luz 20 años después de su muerte

A dos décadas del trágico accidente de avioneta en el que perdió la vida, dos biografías y un documental revelan que el hijo del expresidente Kennedy siempre quiso ser actor y que su matrimonio estaba en crisis.

21 de julio de 2019

En Estados Unidos nunca ha habido una monarquía, pero si alguna vez una familia hizo las veces de realeza, fue la de los Kennedy. En los años sesenta significaron un símbolo tan poderoso para los norteamericanos y generaron tanta fascinación en los ciudadanos, que los medios del mundo seguían las andanzas del presidente John F., de su esposa Jackie, de su hermano Robert y de otros miembros del clan como si se tratara de una familia europea de sangre azul.

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En esa especie de realeza a la americana, John F. Kennedy Jr., el único hijo varón del presidente, desempeñaba el papel del heredero al trono, del hombre llamado a suceder a su padre. Por eso cuando la avioneta que pilotaba junto con su esposa Carolyn Bessette y su cuñada Lauren, se estrelló con consecuencias fatales el 16 de julio de 1999, hubo una conmoción total. Gente de todo Estados Unidos sintió que había perdido a un miembro de su familia, a su propio príncipe.

Por fuera se mostraba como un hombre exitoso, feliz y muy seguro de sí mismo, pero por dentro batallaba con la presión de vivir bajo la sombra de su padre.

Veinte años después de su muerte, John-John, como lo llamaban, sigue tan vigente que en Estados Unidos acaban de lanzar dos biografías y un documental que resaltan su figura y revelan los secretos que escondía su fachada seductora y carismática.

Nacido en 1960, apenas dos semanas después de que su padre ganó la presidencia, el pequeño JFK creció en medio del poder y el esplendor de su familia, pero muy pronto tuvo que enfrentar la tragedia, lo que lo convirtió en un ser bastante complejo y dual. 

Aunque el matrimonio entre John John y Carolyn parecía idílico, en realidad tenían muchos problemas, porque ella no aguantaba estar en el ojo público. Alcanzaron a hablar de separarse. 

Por fuera se mostraba como un hombre confiado, exitoso, feliz y muy seguro de sí mismo. Pero por dentro batallaba con la presión de estar siempre en el ojo público y de vivir bajo la sombra paterna.

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Por eso, aunque él se percibía como un joven emprendedor con sus propias ideas sobre el periodismo y la cultura, los estadounidenses lo seguían viendo como el mismo niño de 3 años que le había hecho el saludo militar al féretro de su padre. “Él decía que era como dos personas en una -contó el historiador Steven M. Gillon a la revista People-. Interpretaba el papel de John Fitzgerald Kennedy Jr., el hijo del presidente, pero por dentro solo era John”.

Gillon, quien entabló amistad con Kennedy cuando este entró a estudiar Historia en la Universidad de Brown, acaba de publicar America´s Reluctant Prince (algo así como El príncipe reacio de Estados Unidos), en el que se enfoca en algunos detalles desconocidos de la vida de su amigo. Allí, por ejemplo, dice que para sobrellevar la presión de su apellido, John solía tratar de tener poco tiempo libre: hacía kayak, esquiaba, patinaba, jugaba fútbol y siempre estaba buscando actividades en las que podía enfocar su energía y su atención.

Los asesinatos de su padre y de su tío Robert no lo convirtieron en alguien asustadizo, sino todo lo contrario: en un hombre temerario y lleno de adrenalina.

Y aunque parte de su familia quería que entrara a la política, siempre se negó, pues prefería la historia, el periodismo o la actuación. A esta última siempre quiso dedicarse profesionalmente, a pesar de la oposición de su mamá. Además, en su juventud se sentía tan abrumado por el recuerdo de su padre, que se refería a él como el presidente Kennedy, una fórmula bastante distante.

Los asesinatos de este y de su tío Robert, quien se había convertido en su figura paterna, lo marcaron profundamente. Pero no lo convirtieron en alguien asustadizo, sino todo lo contrario: en un hombre temerario y lleno de adrenalina.

Con su madre, Jackie, y su hermana Caroline, en un ecvento con el presidente Bill Clinton, por 1993. Nunca estuvieron de acuerdo con su gusto por la actuación.

William Cohan, un amigo de su adolescencia, cuenta en Cuatro amigos, otra biografía que acaba de salir al mercado, que incluso caía en la imprudencia y aceptaba actividades de alto riesgo sin medir las consecuencias. En su adolescencia, de hecho, estuvo a punto de morir cuando navegaba solo en un kayak por las costas de Nueva Inglaterra y una ola lo tumbó al agua helada. Y luego, ya más grande, comenzó a volar aviones porque lo sentía como una especie de escape físico.

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“Consideraba una bobada la supuesta maldición de su familia”, contó alguna vez su asistente personal, Rose Marie Terenzio. Gillon cree otra cosa: había visto tanta tragedia a su alrededor que estaba dispuesto a disfrutar la vida sin restricciones. No en vano, por mucho tiempo fue el soltero más cotizado de Estados Unidos y la gente seguía su vida amorosa como si fuera una estrella de Hollywood. En esa época tuvo un sonado noviazgo con la actriz Daryl Hannah.

Encontró por fin la estabilidad con Carolyn Bessette, una publicista que conoció cuando trabajaba en Calvin Klein en 1992. Dos años después comenzaron a salir y en 1996 se casaron a escondidas en la isla de Cumberland, en Georgia. Hacían buena pareja, se llevaban bien y debido a su atractivo físico y a su química mutua se convirtieron en el blanco perfecto de los paparazzi.

La foto del saludo ante el féretro de su padre hizo historia. A la izquierda, el cubrimiento del accidente en la prensa. 

Con el tiempo, sin embargo, ella no se pudo adaptar a su ritmo de vida ni a estar en medio del foco público: se estresaba con la persecución de la prensa y varios amigos creen que se automedicaba para soportar el hecho de ser una figura reconocida. Por eso, aunque muchos estadounidenses consideraban idílico ese matrimonio, en realidad pasaba por una crisis.

John-John empezó a pensar seriamente en su futuro y en la misión de su vida, y por primera vez se planteó la posibilidad de hacer política.

En un programa especial que el canal TLC emitió esta semana, varios amigos cuentan que mientras él quería tener hijos, ella no se sentía preparada. En algún punto, poco antes de la tragedia, hablaron de separarse.

No era el único problema que enfrentaba John durante los últimos meses de su vida. Su primo y mejor amigo desde la infancia, Anthony Radziwill, agonizaba por culpa de un cáncer y la revista George, el proyecto periodístico que había fundado, atravesaba una crisis económica.

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En ese momento, según Gillon, John-John empezó a pensar seriamente en su futuro y en la misión de su vida, y por primera vez se planteó la posibilidad de hacer política. Su padre ya no era tan lejano (incluso se refería a él como “papá”) y, de hecho, había decidido lanzarse a la gobernación de Nueva York. Según muchos, se trataba de un primer paso hacia la Casa Blanca.

Al final había convencido a Carolyn de seguir adelante con la relación, tenía un plan para sacar su revista de la quiebra y estaba decidido a comenzar su carrera política. Pero el destino le tenía planeada otra cosa cuando abordó su avioneta ese 16 de julio, hace 20 años.