Colombia cuenta con cerca de 319 especies de serpientes, las cuales se encuentran entre los cero y mil metros sobre el nivel del mar. De estas, tan solo 52 podrían ser peligrosas para los seres humanos en caso de un ataque.
Colombia cuenta con cerca de 319 especies de serpientes, las cuales se encuentran entre los cero y mil metros sobre el nivel del mar. De estas, tan solo 52 podrían ser peligrosas para los seres humanos en caso de un ataque. | Foto: Esteban Alzate/Corporación Ruta Natural

Ambiente

Aliados de las serpientes, el proyecto que busca acercar a las comunidades a estos animales y contribuir a su conservación

Un grupo de siete biólogos colombianos trabaja desde la Corporación Ruta Natural para derribar mitos y fortalecer la educación ambiental.

24 de junio de 2021

El interés por entender y proteger la vida en todas sus formas motivaron a la bióloga Laura Rubio a emprender el camino de la conservación e investigación ambiental en el Valle de Aburrá. Junto a ella, los biólogos Luis Esteban Álzate y Lina Restrepo crearon en el 2019 Ruta Natural, una organización que unificó los esfuerzos individuales que realizaban desde el 2015 para la conservación de serpientes y el fortalecimiento de la educación ambiental en las comunidades.

“Una de las razones principales para organizarnos fue darle mucha más visibilidad a Aliados de las Serpientes”, comenta Rubio y explica que en este proyecto empezaron a hacer divulgación sobre las especies que se encontraban en Medellín y su área metropolitana y con otros colegas biólogos escribieron la guía de serpientes del Valle de Aburrá, “una de las primeras enfocadas en estos reptiles en Colombia”, señala.

A nivel nacional existen cerca de 319 especies de serpientes, las cuales se encuentran principalmente en territorios cálidos, entre los cero y mil metros sobre el nivel del mar. De estas, tan solo 52 son peligrosas para los seres humanos en caso de un accidente. “Siempre y cuando haya tratamiento médico a tiempo las probabilidades de morir por una mordedura de serpiente son muy bajas”, explica Rubio.

Ante el desconocimiento y los imaginarios que se han creado alrededor de este animal, es usual que las personas le teman y lo persigan. Rubio y su equipo empezaron a organizar salidas a las áreas rurales del departamento de Antioquia, pues “nuestro objetivo siempre ha sido hacer educación ambiental para que las personas conozcan las especies de su zona, aprendan a diferenciar cuales son potencialmente peligrosas y tengan herramientas para prevenir accidentes”.

San Rafael y Amalfi han sido los municipios a los cuales han llegado con sus jornadas de capacitaciones. Allí las personas aprenden a reconocer las especies, diferenciar si son venenosas y cómo actuar en caso de un encuentro con estas.
San Rafael y Amalfi han sido los municipios a los cuales han llegado con sus jornadas de capacitaciones. Allí las personas aprenden a reconocer las especies, diferenciar si son venenosas y cómo actuar en caso de un encuentro con estas. | Foto: Esteban Alzate/Corporación Ruta Natural

Con este programa llegaron a los municipios de San Rafael y Amalfi, donde se encontraron con una gran receptividad por parte de la comunidad. “No es fácil hablar de un animal tan poco carismático, pero hemos derribado muchos mitos, porque la gente piensa que las serpientes están pensando siempre en hacernos daño”, comenta Rubio y destaca la participación de niños y jóvenes en el programa.

A esta idea se suma Luis Esteban Álzate, quien se conmueve al ver cómo la gente encuentra fascinación en los datos que no conoce y que para muchas personas en el ámbito científico son normales. “Educar puede ser muy difícil pero muy gratificante cuando la gente empieza a cuidar por su propia decisión y no porque se los imponen”, añade.

Para este biólogo y docente universitario más allá de conservar, las personas deben conocer por qué es importante hacerlo, especialmente en un país donde hay tanta biodiversidad. “Es muy complicado sentirse orgulloso de algo que no conservamos. En ese sentido las comunidades agradecen mucho este tipo de proyectos”, señala Álzate y comenta con asombro que muchas personas se movilizan horas para llegar a una escuela y recibir una capacitación de dos horas.

Por su parte, Lina Restrepo destaca que en el país hay gente que quiere aportar, pero es muy complicado conseguir los recursos. Esta estudiante de la maestría en conservación y manejo de vida silvestre actualmente coordina desde Ruta Natural dos proyectos de investigación con aves. El primero busca saber cómo afecta el cambio de uso de suelo en el Valle de Aburrá a la perdiz colorada, con el apoyo de la Sociedad Antioqueña de Ornitología y la Alcaldía de Medellín. “Esta especie solo se encuentra en los andes colombianos y se ha estudiado muy poquito. Igualmente, también estamos estudiando otras especies amenazadas como el cacique candela”, comenta.

El segundo, aprovechando su tesis de maestría, es el análisis del colibrí en áreas protegidas del departamento. Al respecto Restrepo señala que “queremos conocer si estas áreas realmente ayudan a la conservación de estas aves, ya que Colombia es el país del mundo con más colibríes, sin embargo, se tiene muy poca información”.

En el municipio de Nariño, un territorio castigado por la violencia y con muy pocos estudios sobre su riqueza y biodiversidad, están realizando investigaciones que aportarán los primeros datos de historia natural sobre este municipio. En la actualidad son siete los biólogos que se han sumado a este proyecto, sin embargo, cuentan con el apoyo de ingenieros, diseñadores, comunicadores, publicistas e ilustradores.

“Gran parte de este trabajo ha sido autogestionado, entonces nosotros recibimos donaciones, tenemos algunas líneas de financiación con productos, cursos y asesorías que nos permiten funcionar, comenta Rubio.

En el futuro cercano esperan asegurar el sostenimiento de la corporación, con el fin de seguir impulsando los programas que han desarrollado. “Para conservar la biodiversidad tenemos que llegar a las comunidades que conviven con ella”, comenta Rubio, convencida de que la educación es la estrategia más importante que tenemos para lograr el aprecio y protección de la naturaleza.