Especial Servicios Públicos
¡Nos cambió la vida! Cuatro historias de colombianos que después de años por fin tienen electricidad y agua potable en sus casas
Tuvieron que aprender a vivir sin electricidad ni servicio de agua. Pero hoy, su realidad es otra, gracias a que pueden disfrutar de un derecho fundamental que tenemos todos: acceder a los servicios públicos domiciliarios.
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Durante siete años, Nicolás García, uno de los habitantes de la vereda Cumaral Alto, en el municipio de Génova, Quindío, vivió sin electricidad. En su casa no había bombillos, ni interruptores. Tampoco nevera y mucho menos internet o televisión. “Fue muy duro, pero se pudo”, recordó al tiempo que sonríe porque hoy todo es distinto. “Mucho mejor, ahora tenemos luz”. La energía eléctrica llegó hace poco, a través de la iniciativa de soluciones aisladas que lidera la empresa Edeq del Grupo EPM, con el propósito de alcanzar el ciento por ciento de la cobertura de este servicio en el departamento.
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Aunque la Corte Constitucional define a los servicios públicos domiciliarios “como aquellos que se prestan en forma universal, continua, eficiente, obligatoria, en igualdad de condiciones y calidad a todos los usuarios (…)” en Colombia todavía hay quienes deben darse mañas de vivir sin ellos. Sin embargo, historias como la de Nicolás y su familia cada vez son más comunes. Fernando Soto, habitante del corregimiento de San Pedro, en el departamento de Norte de Santander, hoy también tiene una vida distinta gracias a que ahora tiene acceso al servicio de agua.
“Tengo 62 años de vivir aquí en San Pedro y es la primera vez que veo que sale agua de la llave. Antes nos tocaba comprar alumbre para no tomar agua contaminada, pero ahora nos ahorramos ese dinero y tenemos agua pura en nuestras casas. De verdad que le doy gracias a Dios porque siempre esperé este momento y por fin llegó, y también gracias a la Alcaldía de Cúcuta por habernos puesto la tubería del agua tratada aquí en nuestro corregimiento. Esto nos cambia la vida”. La construcción del sistema de potabilización, las redes y las obras tuvieron una inversión de 2.700 millones de pesos y beneficiaron a más de 194 familias del corregimiento de San Pedro y de la vereda Canoítas.
Al otro extremo del territorio nacional, en el municipio de Puerto Colombia, Atlántico, Greyce Ariza, habitante del barrio Nuevo Horizonte, aseguró que acceder a servicios básicos significa tener una mejor calidad de vida y felicidad. “Uno no extraña lo que no tiene. Antes nos bañábamos con totuma, metíamos el pote a un tanquecito y la hacíamos rendir y para nosotros era normal, pero ahora abrimos la pluma y de una vez sale agua con fuerza y eso es otra cosa, por eso la cuidamos para no desperdiciarla. Yo vivo aquí hace 23 años y hasta hace ocho fue que nos trajeron agua potable. Y la dinámica de vida ha cambiado mucho. Ya no traemos agua de contrabando ni la gente hace negocio como antes, porque algunos vecinos lo que hacían era que se compraban una burrita, iban a buscar agua y luego iban con el animalito y la vendían casa por casa, o también se veían los carrotanques, pero eso no alcanzaba para todo: el aseo, alistar a los niños para la escuela, cocinar”, detalló.
Por su parte, Hugo Orellano, presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio Vistamar, en ese mismo municipio, afirmó que, aunque ya tienen acceso a agua potable después de dos décadas, en este sector de Puerto Colombia se siguen presentando algunas fallas en la prestación de los servicios públicos. “Somos una zona turística, pero no contamos con una red eléctrica que nos permita trabajar correctamente. Aquí falta actualizar los transformadores, nos están cobrando por la instalación sin que tengamos el servicio y en algunas partes ni siquiera llega el internet”.
Lejos de ser un lujo, el acceso a los servicios públicos es vital para el progreso y desarrollo. No tener acceso a ellos crea una brecha de desigualdad e inequidad al privar a las personas de cosas elementales como el saneamiento, la correcta preparación de los alimentos y la satisfacción de necesidades básicas que pueden impactar también en la educación y la salud.
La más recientes cifras de la Asociación Nacional de Empresas de Servicio Públicos y Comunicaciones (Andesco), reportan que en Colombia hay 3.2 millones de personas sin acceso a agua potable, es decir, que no cuentan con una solución o conexión al servicio de acueducto. De estos, 600 mil están en la zona urbana y 2.3 millones en la zona rural. En lo que respecta a gas natural, de acuerdo con cifras de Vanti, el país tiene casi 40 millones de colombianos que utilizan gas natural.
Como bien lo indica la Cepal, “la insuficiente cobertura y mala calidad de los servicios no solo dañan la salud de la población y contribuyen al recrudecimiento de la pobreza, sino que, además, afectan el medioambiente, el desarrollo socioeconómico, la inserción de los países en una economía globalizada, la estabilidad política y la cohesión social”.