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Antes de las elecciones generales en Nicaragua, detienen a por lo menos 21 personas
Antes de las elecciones generales en Nicaragua, detienen a por lo menos 21 personas | Foto: AP

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Antes de las elecciones generales en Nicaragua, detienen a por lo menos 21 personas

Cinco de estas personas ya están libres, mientras que 16 permanecen detenidas, explicó la organización Monitoreo Azul y Blanco.

7 de noviembre de 2021

Al menos 21 personas, incluidos varios opositores, han sido detenidas en nueve departamentos del país centroamericano en las horas previas a las elecciones generales de este domingo, según el observatorio ciudadano de Urnas Abiertas y Monitoreo Azul y Blanco.

La mayoría de estas detenciones se dieron en operaciones desarrolladas durante la madrugada contra de “líderes sociales, territoriales y políticos en distintos departamentos”. Las detenciones se han producido en Managua, Estelí, Granada, Chinandega, Carazo, León, Masaya, Nueva Segovia y Río San Juan.

Se trata de 17 hombres y cuatro mujeres arrestados sin orden de captura ni allanamiento, la mayoría apresados cuando se encontraban en sus domicilios, según estos grupos.

Esta cifra incluye denuncias de las opositoras Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) y la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), que califican la jornada de “farsa electoral”.

Entre los detenidos se identificaron a Nidia Barboza, de la Alianza Cívica, en Masaya; Muammar Vado, del partido Unamos; Esterlin Soriano González, de San Juan de Cinco Pinos, en Chinandega, y Yoel Sandino Ibarra, en Managua.

“Esto se da en el marco de una oleada represiva de allanamientos, hostigamientos y agresiones, confirmando la ausencia de condiciones para la celebración de elecciones libres, justas y transparentes en Nicaragua”, alertó Urnas Abiertas.

Activistas denunciaron una oleada de detenciones arbitrarias contra voces críticas con el presidente Daniel Ortega, entre ellos siete precandidatos presidenciales, así como periodistas, abogados defensores, líderes estudiantiles y campesinos.

Ortega, en el poder desde 2007, y su vicepresidenta, esposa y mano derecha, Rosario Murillo, buscan superar el 72 % de los votos que lograron recabar en las últimas elecciones, celebradas en 2016 y también envueltas en polémicas y acusaciones.

¿Qué está en juego en estas elecciones?

Ninguna sorpresa. Nicaragua celebrará el domingo unas elecciones en las que el presidente Daniel Ortega, con sus rivales presos o exiliados, se apresta a confirmar su cuarto mandato consecutivo tras 14 años en el poder, bajo el riesgo de que parte de la comunidad internacional no lo reconozca.

Tres años y medio después de las protestas que exigían su renuncia y cuya represión dejó más de 300 muertos, Ortega, que cumple 76 años en una semana, tiene seguro otro gobierno de cinco años con su esposa Rosario Murillo (70), a quien llama “copresidenta”, a la cabeza del exguerrillero Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, izquierda).

En las calles nadie lo duda. Ortega se enfrenta a cinco candidatos desconocidos y señalados de colaborar con el gobierno, tras el arresto de siete aspirantes presidenciales y la anulación de tres partidos opositores, en una ofensiva que desde junio encarceló a 39 políticos, empresarios, campesinos, estudiantes y periodistas.

Ortega gobernó Nicaragua en los años 1980, en medio de una guerra civil con grupos insurgentes patrocinados por Estados Unidos, tras el triunfo de la revolución liderada por el izquierdista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que derrocó al dictador Anastasio Somoza en 1979.

Derrotado en las urnas en 1990 por Violeta Barrios de Chamorro, Ortega condujo la transformación del FSLN por 17 años desde la oposición y negoció en 1999 un pacto con el expresidente liberal Arnoldo Alemán (1997-2002) para repartirse cuotas de poder en todas las instituciones del Estado. Un “pacto del diablo”, le ha llamado el célebre escritor nicaragüense Sergio Ramírez, en el exilio en Madrid.

El pacto propició la vuelta de Ortega al poder en 2007, cuando ganó las elecciones e impulsó una política de izquierda pragmática, negoció con organismos financieros y, contrario a los años 1980, tuvo una alianza con los grandes empresarios y relación comercial con Estados Unidos.

*Con información de Europa Press