Nación
Cerca de 30.000 colombianos han recuperado su libertad en 2025: así se promueve la reintegración efectiva a la sociedad en el país
SEMANA conversó con Carolina Chica, directora de Política Criminal del Ministerio de Justicia, y con Silvana Espinosa, anfitriona del pódcast Latente, sobre los desafíos detrás de la dignificación de las personas privadas de la libertad y su camino hacia la resocialización.
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En Colombia, la resocialización de las personas privadas de la libertad se presenta como uno de los desafíos fundamentales para la política criminal y penitenciaria. SEMANA conversó con Carolina Chica, directora de Política Criminal del Ministerio de Justicia, quien señaló que “el propósito esencial de la pena privativa de la libertad es la resocialización”, y que las cárceles deben “brindar las herramientas necesarias para que las personas privadas de la libertad puedan reconstruir sus proyectos de vida y reincorporarse a la sociedad en condiciones de dignidad, legalidad y autonomía”.
Según cifras actualizadas, en 2025 han recuperado su libertad 26.300 hombres y 3.151 mujeres, mientras el ministerio trabaja en la coordinación y el seguimiento para que ese retorno sea sostenible. Esa cartera lidera “la formulación, orientación y seguimiento de la política criminal y penitenciaria”, buscando articular la privación de la libertad con programas de educación formal, no formal y técnica, trabajo penitenciario, formación para el empleo y actividades culturales y deportivas que fortalezcan la convivencia y la salud mental.

Carolina Chica enfatiza que se busca “seguir expandiendo esta cobertura para que ello sea un derecho para todos”. En abril de 2025, el Gobierno nacional expidió el Decreto 438 para desarrollar la Política Pública de Atención al Posegreso, que “busca consolidar la reinserción social a través de casas de acogimiento”, en modalidades como el programa Casa Libertad, la cual opera en Bogotá y Bucaramanga, atención en Casas de Justicia y alianza con organizaciones de la sociedad civil. “Todas estas estrategias responden a una misma visión: que la resocialización no se limite al encierro, sino que se consolide en libertad”, afirma la funcionaria, quien explica que “el proceso de resocialización no concluye con la libertad, sino que inicia la etapa más desafiante”.
Por eso, el ministerio impulsa la Política Pública de Atención al Posegreso para “garantizar acompañamiento psicosocial, jurídico, formación para el trabajo y acceso a empleo o emprendimiento”. Casa Libertad ha atendido en 2025 a más de 740 personas, 52 de ellas ya vinculadas a empleos formales, y la meta para 2026 es superar las 1.000. Su modelo incluye “seguimiento psicosocial y laboral para garantizar la permanencia en el empleo, prevenir la reincidencia y promover una reintegración sostenible”.

Este acompañamiento no solo va dirigido a quienes egresan de prisión, sino “también a quienes cumplen medidas alternativas o prisión domiciliaria, y a sus familias”, porque “la inclusión social es un proceso colectivo”.El ministerio también avanza en herramientas digitales, con un micrositio nacional para que la población en reintegración acceda a vacantes laborales, formación y rutas de apoyo de manera unificada. Chica subraya que “la libertad debe venir acompañada de oportunidades reales y sostenibles, que fortalezcan el proyecto de vida de las personas y contribuyan a prevenir la reincidencia”.
Reconoce que para lograr esto es necesario afrontar retos estructurales como el “hacinamiento, limitaciones presupuestales y falta de articulación entre niveles de Estado”. También destaca el recién aprobado Conpes de Humanización del Sistema Penitenciario y Carcelario, que “busca transformar condiciones de reclusión y gestión penitenciaria” en Colombia.
Sobre el gran desafío que representa la reintegración efectiva, Chica hace un llamado a superar “la visión meramente punitiva de la justicia” y abrazar “una política criminal con enfoque restaurativo, que promueva la inclusión social, la reparación y la reducción de reincidencia”.
Otro reto es “la transformación de la vida en prisión”, para lograr un modelo moderno y digno, centrado en los derechos humanos. También resalta que es momento de oportunidad histórica, pues “la dignidad de las personas privadas de la libertad está en la agenda pública” y el Estado trabaja en fortalecer tanto la prisión como el proceso de posegreso.
El fortalecimiento de Casa Libertad y los Centros de Oportunidades en Libertad ejemplifican una política articulada con los sectores público, privado y comunitario que ha logrado vincular a cientos en formación y empleo, generando “impactos reales en sus proyectos de vida”. Finalmente, Chica asegura: “El reto ahora es ampliar cobertura, fortalecer la evaluación de resultados y mantener la confianza de aliados, para consolidar una política humana y basada en evidencia, que garantice justicia, oportunidades y no repetición”.
Afirma que “la resocialización es un proceso humano, progresivo y multidimensional” que debe reafirmar la humanidad y promover inclusión, reconciliación y no repetición.

Bajo la misma intención y propósito de dignificar el camino y la vida de quienes alguna vez perdieron su libertad o siguen en un proceso dentro de algún penal, aparece el pódcast Latente, dirigido por Silvana Espinosa, el cual contribuye a la humanización de las personas privadas de la libertad mostrando sus historias desde una visión empática y respetuosa.
Silvana, abogada y defensora de derechos humanos, define el proyecto como un espacio en el que en “las cárceles hay seres humanos”, revelando vidas más allá del delito. Ella señala que “Latente busca darle voz a un grupo marginado y estigmatizado por la sociedad”, alejándose del amarillismo para mostrar que “en las cárceles hay personas con sueños, historias y contextos”.

En conversación con SEMANA, Silvana enfatiza que la idea nació de “una necesidad de hacer algo por estas personas”, y destaca que lograr la confianza para que compartan sus relatos ha sido un reto personal por la crudeza de algunas historias: “Ha sido un reto mantener límites para no afectarme psicológicamente”, pues “finalmente son seres humanos”. Resalta la importancia de no juzgar porque “nadie está exento de terminar en la cárcel o tomar malas decisiones”, y señala que “no podemos ser tan duros con ellos”.El impacto de Latente es profundo.
La creadora afirma que el común denominador en sus entrevistas es “aprender a valorar hasta las cosas simples”, como un vaso de agua o un abrazo, experiencias que quienes están en prisión aprecian intensamente. Para ella, “la falta de empatía es el gran déficit social” y advierte que es necesario “poner en perspectiva que cualquiera puede pasar por la cárcel”. Entre las historias que más la han impactado a lo largo de las temporadas del pódcast está la de Juanito, un hombre ciego recluido en Acacías, quien “prefiere la cárcel antes que la libertad por la soledad que vive”.
Este testimonio la llevó a terapia, reflejando lo desgarradoras que pueden ser algunas realidades. La selección de historias es cuidadosa: “No hacemos entrevistas a condenados por delitos sexuales para evitar revictimización y privilegian el lado humano más que el delito”, buscando que el contenido “no parezca una apología al delito”, sino que se enfoquen en “la mala decisión y el ser humano que hay detrás”.
Silvana enfrenta también el rechazo en redes sociales, explicando que “trata de ignorar el odio” y confiar en quienes conocen las intenciones reales del pódcast. Para ella, “la autenticidad es clave para diferenciarse”, y define Latente como un proyecto lleno de “empatía y humanidad”.
Este proyecto, que aporta una mirada sensible y humana, ofrece a la sociedad una ventana hacia quienes poco se escuchan y reafirma la importancia de la dignificación y segundas oportunidades en el camino hacia la resocialización efectiva de quienes alguna vez perdieron su libertad o están en camino de alcanzarla de nuevo.
De esta manera, el esfuerzo institucional liderado por el Ministerio de Justicia, con programas como Casa Libertad y políticas de posegreso, junto con iniciativas sociales como el pódcast Latente, conforman un panorama que invita a repensar la justicia y la reinserción en Colombia, situando la dignidad humana y la inclusión social como ejes centrales para construir una sociedad más justa y solidaria.