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Los mandatarios se reunieron en la Oficina Oval de la Casa Blanca. | Foto: Presidencia

POLÍTICA

Duque-Trump: un encuentro con énfasis en el glifosato

El presidente de Estados Unidos reiteró la necesidad de que el país retome las fumigaciones contra los cultivos ilícitos. Ante eso, Duque habló de una "aspersión con precisión" y otros mecanismos alternativos de erradicación.

2 de marzo de 2020

La cita entre Iván Duque y Donald Trump, este lunes en Washington, dejó una vez más en evidencia que el gobierno de Estados Unidos considera como una prioridad que el país retome el uso del glifosato contra los cultivos ilícitos. 

Desde que Trump llegó al poder, el tema de los resultados en la lucha contra las drogas ha sido tal vez el que más le preocupa en lo que a la relación con el país se refiere. Hoy, Colombia tiene sembradas unas 169.000 hectáreas de coca, principalmente en Cauca, Nariño, Valle, Antioquia y Bolívar.

En este frente, el mandatario estadounidense ha sido enfático en exigir resultados a Colombia, incluso en la puesta en marcha de mecanismos que no dependen enteramente del gobierno nacional, como lo es la fumigación con glifosato, donde deberá cumplir una serie de recomendaciones de la Corte Constitucional.

Hace apenas unos meses, Trump se refirió a Duque como “un buen tipo que no ha hecho mucho por nosotros, pues desde su llegada ha aumentado el área sembrada en coca”.

Ahora que el gobierno colombiano ha logrado revertir la tendencia de crecimiento de los cultivos, la actitud de Trump parece distinta a la que tuvo en aquella ocasión.

Este lunes, Trump no se refirió a Colombia como un país que debe entregar resultados de manera unilateral, sino que dejó claro que se trata de un esfuerzo conjunto en el que las dos naciones comparten responsabilidad.

No obstante, el jefe de la Casa Blanca afirmó que la aspersión con glifosato sigue siendo para Estados Unidos la principal herramienta para luchar contra los cultivos ilícitos.

"Si no utilizamos la aspersión aérea, no se erradicarán los cultivos", señaló. En rueda de prensa conjunta, Donald Trump insistió en que Colombia debe poner en marcha este mecanismo si quiere ver resultados efectivos en la cruzada contra el narcotráfico.

“Es un verdadero honor tener al Presidente de Colombia (Iván Duque Márquez) aquí con nosotros. Hemos discutido muchos temas, incluidos las fronteras, el comercio y lamentablemente las drogas y el narcotráfico”, aseguró.

Ante esa afirmación, el mandatario colombiano agregó: “Tenemos que combinar todos los elementos a nuestra disposición. No solamente la aspersión de precisión, sino los niveles sin precedentes alcanzados el año pasado en erradicación manual, o sea que hay que trabajar con todos los elementos”

En esta materia, aunque siempre ha estado claro que la administración de Duque ha buscado apuntarle con toda contundencia a la fumigación aérea, el gobierno nacional es, de alguna manera, preso de las circunstancias.

Si bien es cierto que en Palacio existe una determinación manifiesta por luchar contra los cultivos por la vía del glifosato, también lo es que esto no puede hacerse sin antes haber cumplido con la estricta hoja de ruta y los requisitos que fueron planteados por la Corte Constitucional.

Por otra parte, hay una dinámica compleja alrededor de las plantaciones de cultivos ilícitos que el gobierno de Estados Unidos ha empezado a asimilar. De los acuerdos de paz se derivan  una serie de mecanismos de todo orden para combatir este flagelo entre los que se destaca especialmente a erradicación voluntaria. Como bien lo Iván Duque, ese frente tampoco puede descuidarse y debe seguirse fortaleciendo pues por esa vía se da una resiembra sustancialmente menor que por la de la erradicación forzada.

Lo que ha quedado en evidencia en esta y otras visitas del mandatario colombiano a los Estados Unidos, es que, si bien el país es el mayor aliado de este último en América Latina, mientras no se vean resultados contundentes en la lucha contra las drogas la relación entre Colombia y su vecino del norte seguirá estando ‘narcotizada’.

Es decir, que aunque existan intereses comerciales, políticos, económicos y sociales de todo orden, mientras se mantenga el problema de las drogas, las reuniones entre los presidentes de los dos países siempre seguirán girando en torno al narcotráfico.

Pasado el capítulo de las drogas, Trump y Duque se dedicaron al otro gran tema que los une: Nicolás Maduro y el régimen venezolano. Es bien sabido que el gobierno de Colombia se convirtió en el líder regional del esfuerzo por tumbar a Maduro y el apoyo de los Estados Unidos es fundamental en ese frente.

Para esos efectos, Duque le pidió a su homólogo norteamericano que endurezca la presión diplomática y económica sobre el régimen. “Debemos imponer sanciones más fuertes contra Venezuela. Ellos han destruido el sistema de salud en Venezuela”, afirmó Duque.

En medio de esta reunión, surge de manera obligatoria un elemento circunstancial que antes no estaba en el panorama: el coronavirus. Como en efecto afirmó el mandatario colombiano, la crisis en Venezuela ha llevado a que su sistema de salud esté más debilitado que nunca. Esto, con los casos de coronavirus que ya empiezan a aparecer en América Latina, plantea una situación preocupante para Colombia.

Miles de venezolanos atraviesan la frontera todos los días y con la comunicación rota entre las dos naciones, no va a ser fácil coordinar las acciones necesarias para frenar una epidemia. Para nadie es un secreto que Venezuela hoy no cuenta con las condiciones necesarias para enfrentar la eventual llegada del virus y si el gobierno de Trump atiende el llamado de Colombia para imponer sanciones más fuertes, la situación en el país vecino podría deteriorarse aún más.

Estas epidemias no entienden de tensiones diplomáticas o de diferencias políticas. Así las cosas, si el coronavirus llegase a tocar territorio venezolano, los gobiernos de Colombia y Estados Unidos se verán obligados a abrir un canal de comunicación con el régimen, que hoy no existe, por cuenta de una posible emergencia de salud pública.