Cada diciembre, mientras gran parte del país se prepara para celebrar con luces y pólvora, miles de animales domésticos atraviesan una temporada marcada por el miedo, el estrés extremo y el riesgo físico.
Especialistas advierten que los estallidos no solo alteran el comportamiento de las mascotas, sino que activan respuestas neurofisiológicas intensas.
A diferencia de los humanos, los animales cuentan con una sensibilidad auditiva mucho mayor, por lo que los ruidos fuertes e impredecibles son percibidos como amenazas directas. Esta reacción puede desencadenar estados de pánico con consecuencias físicas y emocionales severas.

Desde el Colegio Colombiano de Psicólogos (Colpsic) se ha advertido que en esta época del año se incrementan los reportes de animales extraviados, lesionados o con alteraciones conductuales persistentes.
Laura Vanessa García Gualdrón, representante regional del Campo de Psicología de la Salud del Capítulo Bogotá y Cundinamarca, señaló que “cada temporada festiva se incrementan los reportes de pánico, extravío y lesiones en animales de compañía, un fenómeno que obliga a reforzar el llamado a la prevención y al cuidado responsable dentro de los hogares”.
Los efectos del miedo no siempre se manifiestan de inmediato. Conductas como jadeo excesivo, temblores, pupilas dilatadas, rigidez muscular o vocalizaciones constantes pueden parecer pasajeras, pero en muchos casos son señales de una activación intensa del sistema nervioso.
Si no se atienden, estos episodios pueden escalar a vómitos, diarrea, desmayos o incluso fallas cardiovasculares.

El riesgo aumenta cuando las mascotas se encuentran en espacios abiertos. En medio del pánico, muchos animales intentan huir sin control, exponiéndose a atropellamientos, caídas desde balcones, golpes o intoxicaciones.

Estas reacciones no responden a desobediencia ni a falta de entrenamiento, sino a un instinto de supervivencia frente a estímulos percibidos como altamente amenazantes.
El impacto de la pólvora no se limita únicamente a los animales. Sus cuidadores también experimentan altos niveles de estrés, ansiedad y sensación de impotencia al no poder evitar completamente estas situaciones.
El vínculo humano-animal se ve tensionado durante las noches de mayor uso de pólvora, afectando la tranquilidad de los hogares.

Por ello, Colpsic recomienda adoptar medidas preventivas que reduzcan la exposición al ruido y ayuden a regular la ansiedad de las mascotas. Entre ellas se encuentran mantenerlas en espacios cerrados y tranquilos, evitar castigos, acompañarlas con presencia calmada y consultar con profesionales de la salud animal cuando las reacciones son intensas o recurrentes.
Como advierte el comunicado, “la exposición repetida a ruidos fuertes puede generar afectaciones emocionales duraderas en los animales de compañía”.
Las cifras de animales extraviados, lesionados o con alteraciones emocionales durante la temporada decembrina se repiten cada año, lo que refuerza la necesidad de prevención y de información clara para los cuidadores.
Mientras continúan los debates sobre el control de la pólvora, los expertos coinciden en que anticiparse a estos riesgos puede marcar la diferencia en la seguridad de los animales de compañía.










