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'No te metas con los gatos', disponible en Netflix.

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Películas y series imperdibles sobre redes sociales

Manuel Kalmanovitz reseña cuatro producciones que se aproximan a las posibilidades asombrosas y aterradoras de estas plataformas desde varios géneros: documental, comedia, terror.

Manuel Kalmanovitz G.
26 de septiembre de 2020


No te metas con los gatos - buena

Director: Mark Lewis • País: Estados Unidos • Año: 2019 • Duración: 3 x 60 min aprox.• Disponible en Netflix

Este documental en tres partes, que dosifica los giros y las revelaciones inesperadas tan diestramente como cualquier miniserie de ficción, comienza con unos videos subidos a redes en 2010 en los que un tipo que no se ve claramente asfixia a unos gatitos en una empacadora al vacío. Las imágenes, a medida que se difunden, suscitan una gran indignación y la creación de un grupo en Facebook en el que desconocidos de todo el mundo buscan pistas sobre la identidad del asesino durante meses y años. El proceso, que incluye viajes internacionales, más muertes y un gran escepticismo de la policía, sirve para revelar dos caras opuestas de las posibilidades de las redes sociales: de un lado, son lugares donde desconocidos pueden encontrarse a partir de afinidades puntuales y unirse en búsquedas colectivas y, del otro, escenarios para los ejercicios más exhibicionistas, narcisistas y sociopáticos imaginables.


Ingrid Goes West - buena

Director: Matt Spicer • País: Estados Unidos • Año: 2017 • Duración: 97 min • Disponible en Netflix

Tras la muerte de su madre y un episodio vergonzoso con unas amigas, una mujer encuentra un artículo de periódico sobre una influenciadora en California, y decide emigrar al oeste para encontrar y ver de cerca a esta criatura que tan buen gusto y tantos seguidores tiene. Las redes sociales acá tienen poco de eso solidario y comunal, y mucho de desolación y espejismo. Anímicamente, es más bien una cinta oscura que se sitúa incómodamente en esa franja en la que se sobreponen la comedia negra y el drama, porque, sin importar lo soleado del paisaje ni las actitudes relajadas usualmente asociadas con la costa oeste de Estados Unidos, lo central acá es la soledad arrolladora de esta mujer que busca, con una intensidad que trata infructuosamente de ocultar, la aprobación de un ídolo al que solo le interesa proyectar, para sus seguidores, una vida fotogénica de compras, decoración y restaurantes.

Cam - buena

Director: Daniel Goldhaber • País: Estados Unidos • Año: 2018 • Duración: 95 min • Disponible en Netflix

Una muchacha que trabaja como webcam, haciendo espectáculos con poca ropa pero no explícitos, es el personaje central de esta cinta con elementos fantásticos que condensa cómo lo que llaman en inglés la gig economy es un sistema paradójico en el que la autoexplotación más intensa se esconde bajo la retórica de la independencia y la libertad individual. Con un guion escrito por una webcam retirada, Cam retrata con matices la vida ansiosa de esta joven que monta escenas en su habitación para el disfrute de sus seguidores, preocupada por subir en el escalafón, por capotear a sus fanáticos más insistentes, por equilibrar la imagen pública amigable y simpática que necesita para ganar y mantener suscriptores y las frustraciones normales de cualquier vida. Las rarezas aumentan cuando un día ya no puede entrar a su cuenta, pero ve que alguien con su mismo rostro y cuerpo está transmitiendo en su canal.


Nerve - buena

Directores: Henry Joost y Ariel Schulman • País: Estados Unidos • Año: 2016 • Duración: 96 min • Disponible en Netflix

En esta película de acción juvenil también resulta fundamental satisfacer a unos seguidores misteriosos. El título corresponde a un juego que propone retos a sus participantes a cambio de dinero y aplausos virtuales. La protagonista es una muchacha retraída y temerosa que, empujada por una amiga, termina participando en este juego que evoluciona hasta ser un recorrido salpicado de neón alrededor de Manhattan acompañando a otro jugador, con paradas que incluyen almacenes de ropa, un ferry, el metro y una especie de coliseo romano. La variedad de lugares y la velocidad con la que se suceden hace que nunca se sienta monótono, y aunque la premisa central es un tanto absurda –que en las profundidades del corazón de todo introvertido hay un exhibicionista esperando ser rescatado–, queda muy claro que las opiniones de un grupo de desconocidos sedientos de espectáculo y vociferando virtualmente son muy efectivas para moldear el comportamiento de la gente.