Entrevista
“Petro no me eligió por ser su amigo”: el nuevo Mincultura, Juan David Correa, explica en SEMANA cómo terminó en el cargo y los retos de su cartera
Este periodista y literato bogotano llegó hace dos meses al Ministerio de Cultura para poner la casa en orden. En diálogo con SEMANA, habla sobre su visión del sector y dónde se invertirán los 1,47 billones de pesos que tendrá la cultura en 2024.
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SEMANA: ¿Cómo encontró la casa, este Ministerio de Cultura donde había muchas divisiones por cuenta de que no se nombrara a un ministro en propiedad por tantos meses?
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Juan David Correa (J.C): Había una casa con problemas, pues era una casa con alguien encargado. Y eso produjo muchos vacíos para tomar decisiones. Era una casa en construcción, pero mi ventaja era que la conocía porque me he movido en el sector cultural desde hace 25 años. Es que si una casa no está cuidada, transformar algo hacia afuera es imposible. Mi primera misión fue esa: gestionar las tensiones con todos los sectores.
SEMANA: Justamente, una de esas tensiones estaba sobre el programa ‘Sonidos para la construcción de paz’, impulsado por su antecesor, Jorge Zorro.
J.C.: Es cierto, pero no les temo a las tensiones y al disenso, por eso instalamos mesas técnicas para abrir el diálogo sobre la formación musical en Colombia. El programa lo conservamos, pues es un mandato del presidente. Seguramente, las críticas seguirán, pero acá las sabremos responder.
SEMANA: Antes de su llegada, había malestar entre un numeroso grupo de artistas y gestores culturales por la larga interinidad de su cargo. ¿Cómo ha manejado ese tema?
J.C.: Es comprensible. La llegada del primer Gobierno de izquierda al país evidentemente generó expectativas de una transformación grande. En todos los espacios que he tenido con la comunidad les he dicho que los cambios no se dan de la noche a la mañana. Es bastante complejo. Yo mismo formé parte de las críticas, y vine varias veces al Palacio como parte de esos actores culturales que exigían resultados. Las críticas eran legítimas sobre el programa ‘Sonidos para la construcción de paz’, que busca llegar con educación musical formal a los colegios, lo que en apariencia supone dejar de lado las músicas tradicionales. Pero, hemos generado un diálogo para integrar esas dos visiones. Hoy la meta es que la educación artística llegue a 5.000 colegios para 2026 y también a esas escuelas de los territorios que llevan años haciendo formación cultural. El cambio social es también un cambio cultural.
SEMANA: El presupuesto para la cultura el próximo año será de 1,47 billones de pesos, uno de los más grandes de los últimos años. ¿Dónde se invertirán esos recursos?
J.C.: Es histórico. Se repartirá en la educación artística y cultural, donde existe un gran énfasis en este Gobierno. La meta en 2024 será llegar a unos 2.000 colegios. Hay otros grandes proyectos como la restauración patrimonial del Hospital San Juan de Dios en Bogotá. Ese complejo hospitalario, de 11 edificios, es patrimonio cultural de la nación y se desmanteló con la Ley 100. Es un proyecto simbólico para este Gobierno. Empezaremos con la restauración del Instituto Materno Infantil en diciembre para su adecuación arquitectónica y se están restaurando tres edificios más. La idea es que la Universidad Nacional pueda volver a tener allí su hospital universitario. También se instalará un museo sobre la salud pública. Se invertirá, además, una serie de reconocimientos para artistas mayores de 70 años y en crear un estatuto del artista en la reforma laboral para que sus condiciones de trabajo sean más dignas.
SEMANA: Usted fue el editor de la biografía de Gustavo Petro, ‘Una vida, muchas vidas’. ¿Cómo es en realidad su relación con el presidente?
J.C.: Cuando llegué en 2018 a editorial Planeta, se estaban haciendo libros de Sergio Fajardo, Germán Vargas Lleras, Iván Duque y Juan Manuel Santos, entre otros líderes de políticos. ¿Por qué no hay candidatos de izquierda en la agenda?, pregunté. Y entonces me propuse buscar a Petro para enriquecer esos relatos desde lo editorial y que la gente decidiera de cuál apropiarse. Empecé a buscar a Petro y no lo logré. Hasta que me encontré con Hollman Morris, que buscaba reeditar un libro que había publicado hace años, y le conté de mi propuesta, y él me ayudó. Le planteé a Petro una hoja de ruta, a partir de una serie de entrevistas. En pandemia me dediqué a editar el libro hasta que salió, solo nos reunimos una vez para hacer precisiones. Y luego de la aparición del libro compartí un almuerzo con él y después no lo volví a ver.
SEMANA: ¿Y cómo termina usted como su ministro de Cultura?
J.C.: Creo que fue por un azar absolutamente insospechado. Yo renuncié a Planeta por una censura a un libro que había editado. Y salí a buscar trabajo, porque tengo dos hijos pequeños y no soy un hombre de recursos. Vivo de mi trabajo. Pero nunca se me ocurrió postularme para este u otro cargo en lo público. Estaba, soy sincero, aspirando a dirigir el Centro de Estudios Periodísticos de la Universidad de los Andes o el Centro para el Libro de América Latina y el Caribe, a donde mandé mi hoja de vida. Y estando en eso, recibo un mensaje de alguien cercano a Petro que me pregunta si me interesa ser ministro de Cultura. Pensé que era broma. Colgué el teléfono y lo consulté con mi familia. Y ellos lo vieron como un reconocimiento a mi carrera y cuatro días después me confirmaron que era el nuevo ministro. Pero, nunca supe en realidad quién propuso mi nombre. Con el presidente nos vemos cada ocho días en el consejo de ministros. Esa es toda mi relación con él. No me eligió por ser su amigo.
SEMANA: Sin embargo, hubo muchas suspicacias por su gran activismo en redes en favor de este Gobierno...
J.C.: Incluso hubo quienes dijeron que yo preparé todo el escenario de la censura del libro en Planeta para darme visibilidad. Pero desde 2018 puedo decir que apoyo la perspectiva de Gustavo Petro. Soy hijo de un hombre de izquierda y desde mi labor como periodista he hecho activismo en muchos temas, como el acuerdo de paz. Nunca lo he negado. En Planeta edité una agenda progresista de más de 500 títulos. He sido alguien abiertamente de izquierda. Y dudo mucho que Petro se hubiera fijado en mí por lo que publico en mis redes.
SEMANA: ¿Qué les dice a los ‘petroentusados’, entre los cuales hay varios artistas?
J.C.: Que la equivocación está en creer que un hombre nos puede salvar como sociedad. El presidente es un hombre inteligente, que sabe poner los temas en la agenda. Pero, Petro no va a cambiar la sociedad. El ‘entusamiento’ forma parte de un relato que se ha querido construir en torno a un hombre que no viene de los sectores económicos tradicionales, que se expresa y siente distinto por su historia de resistencia. Estamos en un momento de la narrativa en el que la política es muy emocional.
SEMANA: La primera dama fue cercana a Patricia Ariza, la primera ministra de cultura de este Gobierno, y a su antecesor, Jorge Zorro. ¿Qué tanta influencia tiene en realidad en esta cartera?
J.C.: A Verónica Alcocer no la he visto ni la primera vez. No me ha hecho una sola llamada. No he sido objeto de ninguna presión de su parte. He tenido total libertad de poder nombrar a mis asesores, a mi viceministra y a mis directores. Ahora, este es ministerio de puertas abiertas. Bienvenidas las propuestas no solo de ella, sino que todo aquel que quiera aportar en el Mincultura.
SEMANA: Antes de su llegada hubo un escándalo generado por un viceministro que mintió en sus títulos académicos. ¿Cómo ha blindado al ministerio para que no ocurra de nuevo?
J.C.: Primero, siendo abiertamente crítico. Falsificar un diploma es una conducta grave e inadmisible. Forma parte de la cultura de creer que uno es lo que no es, y la sociedad tiene que castigar esas conductas. En mi caso, desde la primera llamada que me hacen para ofrecerme este cargo les dije que yo solo tenía un grado en literatura. No tengo maestría, no soy un doctor. Aquí no vine a enriquecerme. Aquí llegué con un carro Suzuki y no espero irme con un patrimonio cinco veces mayor que con el que llegué. Si eso pasa, entonces hice algo que no está bien. Viviré de mi sueldo y en unos tres años me iré a buscar un sueldo en otro lado.
SEMANA: Juan David, usted, antes que ministro, es periodista. Y es imposible no preguntarle por la relación que el presidente tiene con los medios...
J.C.: Creo que ha sido una relación diversa. No hay solo un tipo de medios, porque los internacionales han acogido las propuestas de Petro y entienden lo que está planteando. Hay otros medios de derecha, como SEMANA, que han sido beligerantes con él, contrarios a su agenda. La agenda mediática cambió porque hoy los medios están en poder de grupos económicos. Y eso cambia la relación nos guste o no nos guste. Y lo que me parece peligroso es que se están construyendo unos relatos para conseguir audiencias a partir de lo emocional. Por eso, hay una relación tensa, eso no se puede negar, con unos ataques deliberados, fuertes, agresivos. Y todo se ha reducido a un discurso contra un hombre, y eso es simplificar una realidad.
SEMANA: ¿Pero no cree que le cabe también responsabilidad a Petro al decir cosas como: “La Fiscalía ordena y SEMANA obedece”...?
J.C.: Creo que fue una reacción a ataques que han sido muy fuertes. Nunca había visto atacar a un presidente de una manera personal tan fuerte, como se ha hecho con Gustavo Petro.