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Las nuevas plantaciones de cannabis medicinal en Colombia han permitido generar cientos de empleos formales en municipios y regiones a donde no llegaba inversión privada hace años.

INVERSIÓN

Cannabis: el año de la verdad

Colombia perdería su ventaja normativa en cannabis medicinal si no le pone el acelerador a la legislación para que las empresas empiecen a exportar. Es la última oportunidad para apostarle a un sector que puede ser clave para la economía, las exportaciones y la sustitución de cultivos.

18 de enero de 2020

El cultivo de cannabis medicinal en Colombia y las millonarias inversiones de empresarios locales y extranjeros en el sector han dado mucho de qué hablar durante el último año. Curiosamente el país no las atrajo solo por la calidad de sus tierras, la disponibilidad de fuerza laboral o la variedad del clima. Lo hizo en realidad por la normatividad, en un principio más avanzada que las de otros países, para realizar aplicaciones en las industrias farmacéutica, cosmética y hasta de alimentos para mascotas.

Pero el año comienza con la preocupante noticia de que el país está a punto de perder esa ventaja.

Un total de 295 empresas ya cuentan con algún tipo de licencia en el país para cultivar o producir semillas, flores o aceite de cannabis medicinal. Algunas tienen terrenos sembrados en departamentos como Antioquia, Quindío, Tolima, Cundinamarca y Boyacá, así como modernos laboratorios para extraer y destilar el aceite, materia prima para medicamentos, suplementos y hasta alimentos.

Sin embargo, estas compañías no han podido comenzar a exportar en volúmenes representativos. Entre las causas están la lentitud en la asignación de los cupos de exportación y la demora en la actualización de normas clave que le darían más transparencia y celeridad a los procesos de producción y venta.

Las nuevas plantaciones de cannabis medicinal en Colombia han permitido generar cientos de empleos formales en municipios y regiones a donde no llegaba inversión privada hace años.

Ciertamente un grupo pequeño de compañías hizo ventas al exterior en 2019, pero en cantidades pequeñas (cientos de gramos) y en la mayoría de los casos con propósitos científicos. Como explica Rodrigo Arcila Gómez, presidente de la Asociación Colombiana de Industria de Cannabis, Asocolcanna, el sector está pendiente de las modificaciones al decreto 613 de 2017 y a la resolución 1478 de 2006, que permitan aprovechar mejor las licencias actuales, transformar la flor de esta planta en las zonas francas y fijarles a los titulares de las licencias compromisos mínimos de cultivos y exportaciones.

La situación de incertidumbre empeoró con la salida del ministro de Salud, Juan Pablo Uribe, la última semana de diciembre. A la fecha no se conoce su sucesor y esto podría retrasar aún más la regulación.

Tampoco ayudó mucho que el ministro de Comercio, Industria y Turismo, José Manuel Restrepo, se haya declarado impedido en temas relacionados con el cannabis medicinal, pues se trata de una entidad clave en facilitar el proceso de exportación.

Pero a pesar de estas dificultades y retos, el mundo sigue creyendo en el cannabis medicinal colombiano. Según Asocolcanna, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes le autorizó al país un cupo de cultivo y producción, para este año, de 56 toneladas de cannabis medicinal. Una cifra inédita.

“En 2019 la Bolsa de Valores de Toronto reflejó la incertidumbre de esta industria y la lentitud en la recuperación de las millonarias inversiones que hizo en Colombia”.

Esta asignación es fundamental para las negociaciones que adelantan actualmente los productores locales con laboratorios farmacéuticos de Europa y otras regiones para proveer los productos.

Se espera que en las próximas semanas el Gobierno asigne a cada empresa productora el cupo o cantidad que podrá producir y exportar en 2020.

Una vez cumpla ese trámite, podrán comenzar las exportaciones de aceites y productos terminados para uso medicinal. En mercados como Reino Unido, Alemania y Canadá existe un gran apetito por el cannabis colombiano.

Pideka-ikänik farms, una de las primeras en cultivar y procesar cannabis medicinal con grado farmacéutico bajo techo, tiene previsto exportar aceite de alta calidad en el primer trimestre del año a mercados europeos. El pasado 20 de diciembre recibió de la suiza SGS el certificado en Buenas Prácticas Agrícolas para la producción de cannabis. En ese mismo camino se encuentra Clever Leaves, con plantaciones en Pesca, Boyacá. Prevé obtener en el primer trimestre de este año una certificación en buenas prácticas (Good Manufacturing Practices), acreditación internacional que permitirá a estas firmas acceder a mejores oportunidades comerciales.

Se podría decir que en los primeros meses de este año el terreno está abonado para empezar a recuperar las millonarias inversiones ya hechas. Pideka-ikänik farms habla de 30 millones de dólares ejecutados, mientras que la apuesta de Clever Leaves llegaría a unos 50 millones de dólares. Pharmacielo, por su parte, ha invertido unos 50 millones de dólares y Khiron planea ejecutar unos 40 millones de dólares, solo para mencionar algunas.

Algunas empresas locales han exportado pequeños volúmenes a Europa y Estados Unidos. Pero falta consolidar los mercados, dice Julián Wilches, director de asuntos corporativos y regulatorios de Clever Leaves.

Los recursos que invierten estas empresas provienen en un pequeño porcentaje de empresarios locales, algunos de ellos floricultores y cafeteros. La mayor mayor proporción, sin embargo, corresponde a inversionistas internacionales, entre ellos varias empresas listadas en la Bolsa de Valores de Toronto, Canadá, mercado pionero de esta industria.

Karl Mutter, experto en este tipo de industrias y socio de la firma CMS Rodríguez Azuero, explicó que en 2019 las acciones de las empresas o sus casas matrices dedicadas al cannabis medicinal inscritas en Toronto tuvieron una fuerte caída. Eso demuestra que el mercado pide a gritos producto final y no solo anuncios y grandes plantaciones.

El año pasado fue difícil y la industria habla ya de parálisis. “Yo creo que el Gobierno se ha demorado en decisiones para tener los productos; eso se debe a la burocracia, pero también a la falta de conocimiento, veo varios ministerios desbordados y abrumados con el tema”, dice.

El consultor explica que Colombia está perdiendo la ventaja competitiva que tenía en su régimen legal y que otros países vienen avanzando rápidamente en regular esta actividad.

Julián Wilches, director de asuntos corporativos y regulatorios de Clever Leaves, dice que hace cuatro años había cuatro países con regulaciones en cannabis medicinal, y el año pasado ya eran unos 40. Eso pone en una situación riesgosa al cannabis colombiano, pues otros como Brasil, Perú y México están alcanzando a Colombia en temas de regulación.

Empresarios y gremios coinciden en que 2020 será el año definitivo de esta industria en Colombia. A la izquierda Álvaro Torres, CEO de Khiron y a la derecha Rodrigo Arcila, presidente de Asocolcanna.

Esto hace necesario acelerar la gestión del Gobierno para evitar que algunas empresas quiebren por falta de capital fresco ante las demoras. Álvaro Torres, CEO de Khiron, asegura que en este año deben despegar en el país los negocios de cannabis. Porque la competencia no da espera.