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Con $30.000 y una moto, dos domiciliarios de Cali fundaron una de las mayores cadenas de comida rápida del país
Sándwich Qbano lleva 44 años de operaciones y está diversificando su oferta con nuevas marcas, formatos y ubicaciones dentro y fuera de Colombia.
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Aunque el oficio de domiciliario no es nuevo, sí es un hecho que tras la aparición de plataformas como Rappi, y en especial tras la pandemia, se ha conformado un numeroso ejército de personas moviéndose en sus bicicletas y motos por las ciudades del país para llevar su encargo lo más pronto posible.
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Los domiciliarios saben identificar qué productos tienen mayor demanda y en qué locales, y fue justo esa visión la que tuvieron en 1979, cuando el oficio no estaba tan de moda, Mario Enrico Maya y Pablo Antonio Gómez en Cali. Con 18 y 16 años, notaron que un cubano vendía unos sándwiches muy buenos y que ellos podrían tener allí una oportunidad para progresar y dejar de repartir domicilios en una droguería.
Con 30.000 pesos y una moto le compraron el negocio al cubano, quien les dio la receta inicial y ellos agregaron nuevos sabores como el especial, el superespecial y el de pollo, pero justo cuando vivían la emoción de los primeros días como propietarios, los proveedores empezaron a tocar a su puerta para cobrarles lo que les debía el cubano, en honor al cual bautizaron su negocio: Sándwich Qbano.
Les tocó entonces seguir trabajando de día como domiciliarios y dedicarse de noche a su emprendimiento, al tiempo que negociaron un plan de pagos con los proveedores. Claramente, el esfuerzo valió la pena: 44 años después, tienen una de las mayores cadenas de comidas rápidas del país, mientras conservan ese primer local que le compraron al cubano en la avenida sexta con calle 28 de Cali.
Pilar Amorocho, gerente general de Qbano, explica que la empresa inició con locales a la calle, pero que hoy casi todos están en centros comerciales y que los dos más vendedores están en San Andrés y en el Aeropuerto El Dorado.
La ejecutiva comenta que los fundadores se dieron cuenta de las amplias posibilidades del negocio en una época en que las comidas rápidas apenas se estaban conociendo en el país. Ambos socios tienen familias grandes y al ver que la empresa estaba progresando decidieron darles la oportunidad a sus hermanos para que montaran sus propios locales, sin tener claro en ese momento que lo que estaban desarrollando era el modelo de franquicias.
Así, Qbano empezó su expansión fuera de Cali, comenzando por Armenia, Pereira, Medellín y Bucaramanga, donde sus hermanos iban abriendo mercado.
Para 1993 ya tenían 30 puntos en cinco ciudades, pero en 1994 los socios se percataron de que necesitaban formalizar las franquicias y en 1998 entregaron la primera a una persona que no era de la familia. En 2002 abrieron el primer punto en Panamá (hoy tienen dos), en 2006 alcanzaron el hito de 100 locales y en 2007 entraron por primera vez a Miami, paradójicamente uno de los mercados con más cubanos.
Amorocho señala que actualmente suman 220 puntos de venta en 53 municipios de Colombia, pero ellos, como Grupo FSQ, que es la razón social de la empresa, solo operan el 5 por ciento de los locales, el resto son de los franquiciados. En conjunto, emplean a 1.500 personas y vendieron 270.000 millones de pesos el año pasado.
Identidad e inversiones
La gerente recuerda que inicialmente la marca era con C (Cubano), pero que en 2004 evolucionó a la Q, (Qbano) la cual les ha dado más recordación, aunque para no generar confusiones en el mercado de Miami usan la marca Culti, que maneja un formato diferente, pues acompañan los sándwiches con ensaladas y bebidas.
Así mismo, durante la pandemia adquirieron la cadena caleña Pizzamanía, de la que inicialmente fueron socios y luego se quedaron con todas las acciones. Tiene cinco puntos de venta y su plan es expandirla a nivel nacional.
En el primer semestre de 2023 lanzaron tres productos y abrieron cuatro nuevos puntos; para el cierre de este año tienen proyectada la apertura de otros cinco locales y esperan vender cinco millones de unidades de sándwiches en Colombia.
Amorocho tiene claro que una cosa era el negocio cuando no había más empresas de sándwiches y otra ahora con muchas marcas internacionales y locales, junto con una variedad de ofertas de comidas rápidas. No obstante, dice que la presencia de otras empresas ha sido beneficiosa porque dinamiza el mercado y estimula a los colombianos a consumir más. Añade que trabajar en un mercado tan competitivo los obliga a innovar y a mantenerse a la vanguardia. Así, por ejemplo, desde hace dos años venden bowls con base de arroz con sus carnes, cada tres meses lanzan productos nuevos e internamente crearon el concurso ‘Maestro sanduchero’, que son recetas creadas por los empleados. Eso sí, aclara que sus sándwiches más pedidos son que los que están ligados a la ‘ropa vieja’ o carne desmechada.
El reto laboral
Amorocho dice que además del reto de la inflación, que inevitablemente los llevó a tener que ajustar sus precios, uno de los grandes desafíos que enfrentan hoy está en la consecución de personal, tanto en Colombia, como en los demás países en donde operan. “Desafortunadamente, la gente joven hoy no está muy comprometida con trabajos a corto, mediano y largo plazo, hacemos esfuerzos por darles esa experiencia que están buscando, que puedan combinar su trabajo con el estudio o lo que les apasiona. En este momento somos el primer empleador del 30 por ciento de nuestra nómina y el 60 por ciento del total está conformado por mujeres”, subraya.
Con respecto a la satanización de las comidas rápidas, por sus excesos de grasas, sodios o azúcares, dice que en su caso, si bien trabajan en reducir los niveles de dichos ingredientes, tiene la ventaja de que lo suyo no es ultraprocesado, sino preparado en el momento del consumo.
Frente a las expectativas que se han generado por el cambio de Gobierno en el país y el comentario de muchos empresarios que han preferido pausar sus inversiones mientras se definen temas como la reforma laboral, esta gerente comenta que en Qbano han continuado con las inversiones, siendo muy cuidadosos, pero sin parar, pues creen que el mercado local tiene espacio para crecer más. En la compra de Pizzamanía, recientemente destinaron más de 700 millones de pesos y otros 200 millones más para el lanzamiento de la marca. “Eso no quiere decir que dejamos de lado la incertidumbre, solo que seguimos invirtiendo, pero de manera cuidadosa. No paramos”, enfatiza.
Esa tenacidad y determinación para invertir y crecer el negocio viene, sin duda, de los fundadores, quienes como domiciliarios aprendieron que, a pesar de las dificultades en el camino, con clima muy caliente o con lluvia, siempre encuentran la manera de hacer que el pedido llegue a su destino.