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Informe Especial: Las 193 bandas criminales que aterrorizan a los bogotanos

La Policía ubicó este número de estructuras de crimen organizado dedicadas a homicidios, hurtos, extorsiones y microtráfico. ¿Operan oficinas de sicariato?

27 de marzo de 2021

Sicarios entre 15 y 30 años de edad, más de 190 bandas organizadas de crimen urbano y pagos entre 500.000 y tres millones de pesos por cometer un homicidio hacen parte del inventario delictivo identificado por la Policía en Bogotá.

SEMANA tuvo acceso al mapa criminal de la capital del país, en el que queda en evidencia el modo de actuar de los delincuentes. De acuerdo con los documentos que conoció SEMANA, las localidades de Usaquén, Bosa, Suba, Engativá, Rafael Uribe, Los Mártires y Kennedy son las que concentran el mayor número de organizaciones dedicadas al crimen organizado en la ciudad. Estas bandas se dedican al sicariato, hurto, tráfico de estupefacientes, extorsiones e instrumentalización de menores de edad, entre otros.

Mapa de inseguridad en Bogotá
Mapa de inseguridad en Bogotá | Foto: SEMANA

Los recientes crímenes por encargo que ocurrieron en Bogotá prendieron las alarmas de ciudadanos y autoridades sobre qué era lo que estaba sucediendo. Mientras preocupa la sensación de inseguridad, los hechos de sicariato rememoran la historia de los años ochenta y noventa, cuando la guerra entre criminales hizo famosas las oficinas de cobro en ciudades como Cali y Medellín.

LAS ALARMAS

El caso de Jorge Enrique Gómez, el esmeraldero asesinado a bala en el centro de Bogotá hace dos semanas, llamó la atención de las autoridades. Gómez contaba con camioneta blindada y escolta, vivía en Fusagasugá, donde al parecer se estaba escondiendo de sus enemigos, quienes le siguieron la pista hasta la capital de la república, a donde había llegado a realizar un negocio. En medio de la diligencia fue asesinado.

La conmoción se dio cuando se conoció el video de cámaras de seguridad en el que se observa la frialdad con la que se cometió el delito. Sin duda se trataba de un caso de sicariato. Inteligencia de la Policía determinó que no es un caso de inseguridad, sino una vendetta entre integrantes de un mismo gremio. En la actualidad se avanza con las pesquisas para dar con el paradero de los autores materiales e intelectuales del crimen. Al parecer, fue ordenado por un sujeto cercano, con el que había tenido rencillas.

A pocos días de este homicidio, se presentó otro en San Andresito de San José. En las cámaras de seguridad quedó registrado cuando el sicario analiza la escena y, en el instante que consideró oportuno, atacó a tiros a dos personas que estaban detrás de una vitrina.

El resultado: un muerto y un herido. SEMANA conoció que, en este caso, el sicario asesinó a la persona equivocada; por eso disparó contra el acompañante que estaba dentro del local.

Las investigaciones avanzan y las autoridades consideran que pronto estos dos homicidios serán esclarecidos. Pero la preocupación de fondo es el fenómeno de sicariato, que tienen un problema adicional, algunos de estos asesinos a sueldo son contratados en otras ciudades y realizan sus crímenes en Bogotá. Por otro lado, está la inseguridad causada por las mismas bandas.

Es el caso del patrullero Edwin Caro, quien fue asesinado cuando requisaba a dos falsos domiciliarios en el norte de Bogotá. O el caso en el barrio El Restrepo, donde la víctima de un atraco desarmó a los delincuentes, dejando como resultado uno de los presuntos ladrones muertos y el otro herido. Estos dos últimos episodios causaron un gran impacto por tratarse de posibles situaciones de fleteo.

El comandante de la Policía de Bogotá, general Óscar Gómez, advierte que las bandas, el sicariato y la inseguridad en el caso de la capital están ligados y señala: “Hemos encontrado que, a pesar de que las cifras son positivas, se presentan casos más violentos que generan mayor impacto.

De los casos de los últimos días logramos evidenciar que dos de ellos son ajustes de cuentas entre gremios de esmeralderos o comerciantes en San Andresito”. ¿Oficinas de sicariato en Bogotá? Estos casos pusieron en el radar de la opinión pública la pregunta: ¿En Bogotá hay oficinas de sicariato? Es decir, donde llega el cliente y contrata los servicios de un homicida a cambio de pago. La información que reposa en los archivos de la Policía y a la cual

SEMANA tuvo acceso, señala que en la ciudad no hay oficinas dedicadas al sicariato, pero sí más de 190 bandas de crimen urbano organizadas, que se encargan de conseguir a los matones a sueldo cuando alguien los requiere.

Según inteligencia de la Policía Metropolitana de Bogotá, estos “nuevos” sicarios no cobran grandes sumas de dinero y, por lo general, se encuentran en el sur y occidente de la ciudad vinculados a redes de microtráfico de estupefacientes.

Los perfiles son de jóvenes entre 15 y 30 años de edad; de baja escolaridad, desempleados, consumidores de alguna clase de drogas y licor. Les ofrecen entre 500.000 y tres millones de pesos para cometer el crimen. El valor depende del perfil de la persona que van a asesinar y del tiempo de planeación. Hay casos de sicariato exprés. Las cifras causan preocupación.

El año pasado en la capital del país, según datos de la Policía de Bogotá, fueron capturadas 495 personas por el delito de homicidio, mientras que en lo corrido del año ya van 107. Respecto a los casos de sicariato en 2020 se presentaron en la ciudad 1.306 homicidios, de los cuales 259 fueron crímenes por encargo.

En lo corrido de este año de 195 homicidios, 44 han sido mediante esta modalidad. Las localidades donde se han dado más capturas por homicidios son Ciudad Bolívar, Kennedy, Bosa, Suba, Rafael Uribe y Los Mártires. De los 115 homicidas que han sido capturados este año, 14 se encontraban entre los 15 y los 20 años de edad; 44 entre los 21 y los 30 años; 23 entre los 31 y los 40 años; 22 entre 41 y 50 años, y 12 de 51 años en adelante. Del total de estos capturados, 11 por ciento era reincidente y había seis extranjeros (cuatro venezolanos y dos de República Dominicana).

Bomba de tiempo

Dentro del análisis del crimen en Bogotá, las autoridades evidenciaron una situación que se puede convertir en una bomba de tiempo: la alianza entre bandas criminales de colombianos y venezolanos.

Por el momento no se conoce de vendettas entre ellos, pero sí de colaboración para cometer delitos. Sin embargo, según expertos en seguridad urbana, esta clase de sociedades tarde o temprano se rompen y comienza una guerra y el ajuste de cuentas, tal como sucedió con los carteles de drogas que en principio actuaban bajo la figura de los Extraditables y luego se dio una guerra a sangre y fuego por el control de los negocios ilegales.

La Policía de Bogotá tiene identificadas y busca golpear a 193 estructuras dedicadas a homicidios, hurtos, extorsiones y microtráfico, entre otros delitos. Para este primer semestre la meta es desarticular 117. No obstante, hay un problema que han identificado las autoridades y que ha sido difícil de controlar e investigar. Algunos de los casos de sicariato son protagonizados por asesinos a sueldo que vienen de otras ciudades y hacen los ajustes de cuentas en Bogotá.

Impunidad

Un aspecto que juega en contra de los investigadores son las decisiones judiciales en estos casos.

De 26.703 capturados el año pasado por orden judicial, 21.664 quedaron en libertad, es decir, 81 por ciento de los detenidos regresó rápidamente a las calles.

De los 26.703 capturados, 8.078 fueron por hurto a personas y los jueces de la república consideraron que no representaban un peligro para la sociedad, por lo cual ordenaron que fueran dejados en libertad. En lo que va corrido de este año, de 6.841 capturas por orden judicial, 45 por ciento quedó en libertad, es decir, 3.106.

Del total de capturados, 107 fueron por el delito de homicidio. Para poder golpear a las estructuras, la Policía de Bogotá creó un grupo élite de investigadores. Son los mismos que en su momento, en Medellín, le dieron golpes a la nueva generación de narcotraficantes como alias Tom, alias Pichi, Soto, entre otros, quienes venían aplicando estrategias del pasado para mover todo el negocio del tráfico de drogas en la Capital de la Montaña.