Chocó
Crisis en Chocó: ocho niños muertos y 68 más enfermos por contaminación del agua
Las comunidades piden a gritos un sistema de alcantarillado que solucione la crisis sanitaria en el municipio de Bajo Baudó.
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Sigue la crisis en el municipio de Bajo Baudó, Chocó, por la contaminación del agua que cruza por la comunidad de Buenavista. En lo que va corrido del año, ya son ocho menores de edad los que han perdido la vida y 68 más están enfermos.
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La historia de la mortalidad se repite en el primer semestre de cada año por la ausencia de lluvias. Cuando hay pocas precipitaciones, el río se detiene y los excrementos que las personas lanzan al afluente no circulan, por lo que son consumidos por los habitantes.
Los pequeños son los que más sufren. De manera insistente presentan vómito, diarrea y fiebre por la infección. Además, el fallecimiento es acelerado por los altos grados de desnutrición, según la Secretaría de Salud de Chocó.
Entre enero y marzo murieron cinco niños menores de cinco años. Cuando los habitantes pensaron que la crisis de 2023 había sido superada, la contaminación les arrebató a tres más entre abril y mayo. Hay preocupación en el departamento.
La fórmula para resolver el problema es una red de acueducto. Sin embargo, el municipio no tiene los recursos para construirlo. Han tocado las puertas del Gobierno nacional, pero no han encontrado respuesta. Mientras tanto, tambalean las vidas de 68 pequeños, cuyo estado de salud es crítico.
“No sé cuántos niños van a tener que morir para que nos presten atención. Esto es insostenible. En Buenavista viven más de 1.700 personas y cada vez nacen más”, relató el alcalde de Bajo Baudó, Hermenegildo Adalberto González Ibarguen.
Y es que la única fuente hídrica que corre por la zona está llena de elementos contaminantes. Esta es el agua que utiliza la comunidad para dejar sus heces, bañarse, preparar alimentos y lavar la ropa. El dolor no es nuevo. Se repite cada enero, febrero, marzo, abril, mayo y junio.
Los indígenas ya perdieron la cuenta de cuántos bebés han enterrado en los últimos cinco años por la diarrea. Todos señalan con el dedo el río que pasa al lado de sus casas como el responsable. Ese es el que les da vida y, en un descuido, es el que se las quita.
Están condenados al peligro cada vez que hay una sequía: el río deja de pasar con fuerza y retiene en un mismo punto las sustancias nocivas que sueltan los 1.700 habitantes, pero también otros 700 que están tres kilómetros más arriba de las casas de Buenavista.
Cuando hay lluvias, permanece la calma. Los síntomas no hacen ruido y pocas veces hay un fallecimiento. Lo que los indígenas llaman como un raro padecimiento por culpa del agua, los médicos que alcanzan a ir a la vereda lo refieren como “enfermedad diarreica”.
Las condiciones de salud se complican por la desnutrición. A juicio de la Gobernación de Chocó, ambas sintomatologías son las que están acelerando la muerte de los menores de edad. Persiste la inseguridad alimentaria y no ven un futuro próximo con agua potable.
Los 68 niños afectados están siendo tratados con medicamentos. La inquietud es que los tratamientos tendrían que cumplir con supuestas exigencias de los indígenas y estarían poniendo resistencia, según advirtió la administración local.
También preocupa lo que está pasando con el resto de los hombres y las mujeres. Aunque no se quejan de dolores con frecuencia, la misión sanitaria del departamento que llegó a Buenavista sospecha que hay enfermedades silenciosas producto de los contaminantes.
Este relato se repite cada inicio de año. Víctor Carpio, vocero de la comunidad, aseguró que las autoridades se han comprometido con resolver el problema, pero se olvidan cada vez que se supera la muerte de los niños. Él pidió una solución de fondo para su gente.
Siempre ha conmocionado la realidad de Buenavista, incluso la del presidente Gustavo Petro. En el año 2020, él dijo en Twitter que en “Chocó mueren los niños por falta de atención”, citando la crisis que padecen los habitantes del municipio del Bajo Baudó.