Política
“Hay que hacer ‘fracking’ y una reingeniería tributaria para salvar al país”: David Barguil regresa a la política y lanza críticas a Petro
El político cordobés será la cabeza de lista al Senado del Partido Conservador. Cuenta por qué estuvo por fuera de la política durante cuatro años y expone las preocupaciones que tiene para 2026.
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SEMANA: Varios años por fuera de la política, ¿qué se había hecho?
David Barguil (D. B.): Cuatro años y después de haber aprobado 15 leyes de importancia para el bolsillo de los colombianos, ese fue mi paso por el Congreso. Pero recuerde que en la última elección yo aspiré a la Presidencia de Colombia por el Partido Conservador, participé en la consulta del Equipo por Colombia al lado de Álex Char, de Fico Gutiérrez, de Enrique Peñalosa, entre otros, y no ganamos.
Entonces salí porque, claramente, no aspiré al Congreso en 2022 y quedé por fuera del escenario político. Pero hoy, mirando hacia atrás, siento que eso fue un regalo de Dios para mi vida, porque este tiempo fue para dedicárselo a lo más importante que tenemos todos, que es la familia. Tuve dos hijos, una niña de cuatro años, un niño de un año, y fue un tiempo demasiado especial para mi vida, ayudando a criar a mis hijos en los primeros años y, bueno, no se imaginan la alegría que eso ha sido para mí.
SEMANA: Cuando quedó por fuera del escenario político, llegó a pensar que ya no haría más política…
D. B.: Sí, uno a veces no entiende las cosas. Yo soy muy creyente, creo en Dios, soy un hombre profundamente creyente. Y le confieso algo: hay una palabra de la Biblia que dice que para quienes creemos, para quienes somos hijos de Dios, lo bueno y lo malo es para bien. Y lo entendí. La derrota de la elección presidencial, el haber quedado por fuera del Congreso. ¿Usted recuerda que yo fui dos veces representante? Yo me elegí con 27 años en la Cámara de Representantes; me reelijo siendo la mayor votación de la Cámara del Partido Conservador en Colombia. Luego me eligen presidente del Partido Conservador con 33 años, el más joven en más de 170 años de historia conservadora. Y al final, luego de ese paso que doy por el Senado, yo fui la mayor votación en Senado del Partido Conservador en el país, la más alta del Caribe y la cuarta más alta de Colombia; después de Álvaro Uribe, Antanas Mockus y Jorge Enrique Robledo, el cuarto fui yo. Y al final de ese proceso de 15 leyes, de luchas, de debates, estuve varias veces en SEMANA, compartiendo muchas de esas iniciativas, dando peleas con grandes poderes de Colombia. Por unanimidad, mi partido, toda la bancada de senadores y representantes, todo el directorio conservador me pidieron y me postularon para que fuera el candidato a la presidencia en la consulta que se hizo hace cuatro años, exactamente del equipo por Colombia. Entonces pierdo y yo quedé como, Dios mío. ¿Y ahora? Yo llevaba 20 años de estar de lleno en la política sin parar.

Yo quedé como trastocado, como ¿Y ahora? Pero eso era lo que Dios tenía para nuestra vida: dedicarle el tiempo a mis hijos, a bañarlos, a cambiar pañales, a dar teteros, a llevar los primeros días de colegio de mi hija todas las mañanas y a gozármelos y a crecer como ser humano y a vivir esa experiencia de ser padre, esposo y hombre de familia. Ha sido espectacular para mí.
SEMANA: ¿Por qué volver a la política y sobre todo como cabeza de lista del Partido Conservador?
D. B.: Primero quiero dar unas gracias muy sentidas a mi partido. Haberme planteado esta posibilidad de que sea el número uno en la lista del Senado, después de este tiempo de receso, pues es muy importante, por supuesto, en mi carrera, pero también para mí es un mensaje que recibo con el corazón de verdad engrandecido. Cuando uno tiene vocación de lo público, vocación de servir, ese fuego no se apaga.
Yo he tenido toda mi vida una profunda vocación de lo público, porque yo entiendo lo público como la oportunidad, el espacio, el vehículo para lograr cambios, transformaciones, lograr oportunidades, y para ayudarle a mejorar la vida a la gente. Después de este tiempo de receso, yo decía muchas veces en las entrevistas: yo no hubiera podido ser médico, ni arquitecto, ni abogado; yo soy servidor público y yo veo la política como un escenario y la democracia como un escenario de trabajar por la gente. Aquí estoy de nuevo y ese motor, ese fuego que hay dentro de mí me llevaron a que estuviéramos de nuevo dando las peleas que la gente debió dar y dando las luchas y los resultados que la gente pudo dar.
SEMANA: ¿Cómo ha visto desde afuera todo lo que ha pasado con el Gobierno Petro?
D. B.: La elección de Gustavo Petro hace cuatro años se dio por un sentimiento de cambio. La gente tenía una gran esperanza alrededor de un gran cambio y que ese cambio le significara a cada ciudadano una mejoría, una mayor oportunidad, que sus hijos pudieran tener posibilidades de estudio y de trabajo. La gente esperaba una mejor vida, unas mayores posibilidades. Y de verdad lo que siento es que la gente lo que está viendo es gasolina más cara, gas más caro, canasta familiar más cara, servicios públicos más caros y problemas en el sistema de salud. Nos plantearon un modelo de estatizar el sistema de salud y hoy lo que vemos son largas filas para la atención, no hay medicamentos, se ha profundizado la crisis, la gente no recibe citas para especialistas o para cirugías.
En materia de seguridad, en cada rincón de Colombia hay problemáticas en zonas urbanas, en las ciudades y también en las zonas rurales y en todas las regiones del país. Entonces uno siente que cuatro años después, esa promesa de cambio, esa esperanza que se tenía por parte de muchos ciudadanos alrededor de lo que iba a suceder, la realidad nos muestra algo completamente diferente y uno siente que los ciudadanos reclaman un cambio, pero de verdad.

SEMANA: ¿Petro engañó a los once millones de colombianos que lo eligieron?
D. B.: Le pongo un ejemplo de algo que a mí me tocó personalmente y es el Icetex. Hay una ley de mi autoría que eliminó los intereses del Icetex a estudiantes de estrato uno, dos y tres, y del Sisbén, porque priorizamos para que este beneficio fuera para los más pobres de Colombia, no para todos. Por supuesto, el Estado no tiene posibilidades presupuestales infinitas. Esa ley benefició a 600 mil estudiantes que no pagaron intereses por su crédito educativo y estudiantes que pudieron elegir la carrera que les diera la gana.
Y aunque parezca increíble, derogaron esa ley y terminaron nuevamente imponiendo intereses a los créditos del Icetex y casi que acabando el modelo de crédito educativo, porque la lógica era solo universidades públicas. Es solo un ejemplo de lo que ha pasado con este gobierno.
Entonces uno ahí es donde dice para dónde vamos. Si le hablo de servicios públicos, mire lo que pasa en el Caribe, lo que vivimos. Y le podría hablar de distintos temas y, por donde uno se embarque, hay problemas. Mire la parálisis en materia de exploración de hidrocarburos. Se subió el precio del gas; estamos importando gas cuando teníamos la posibilidad de tener suficiencia energética.
Eso es aterrador. Uno no puede tener una riqueza en el subsuelo del territorio nacional y decir que la deja de explotar cuando este país tiene tanta pobreza, desigualdad, necesidades y tantos retos. Esa riqueza hay que sacarla del subsuelo y que se convierta en colegios, en carreteras, en más oferta de crédito educativo, en mejorar los servicios de salud. Los retos que se vienen en este próximo periodo son enormes y no se trata de seguir peleando; yo creo que la lógica no es seguir matándonos entre colombianos por la política y por el poder; la lógica tiene que ser que metamos todos los esfuerzos para estar todos vinculados alrededor de dar soluciones a esos gravísimos problemas que hay en los distintos sectores.
SEMANA: ¿Pero cómo dejar de lado la polarización, sobre todo en campaña?
D. B.: Si empezamos a dar las soluciones reales a los problemas que tiene el país, si empezamos a tomar las decisiones que corresponden y la gente se siente satisfecha con eso, créame que la polarización queda de lado, créame que esa confrontación pasa a un segundo lugar. Nos ha faltado grandeza para reconocer el papel que ha tenido el actual Senado de la República en las discusiones democráticas que se han presentado, pero de alguna manera al Congreso de este periodo le tocó casi que estar a la defensiva. El próximo Congreso, a donde nosotros vamos en esta elección, que yo encabezo con el número uno del Partido Conservador, debe tener la lógica de pasar a la ofensiva.
¿Eso qué significa? Este congreso que viene es muy importante para el país, porque ese será el epicentro de las decisiones que se deben tomar en Colombia. Le pongo ejemplos: el próximo Congreso debe tomar la decisión de habilitar el fracking, eso sí, con las salvaguardas ambientales necesarias, como se hace en los países desarrollados del mundo. Es que tenemos fracking en el mundo entero, ¿cómo no vamos a sacar esa riqueza para que eso sea un aporte al presupuesto para los retos que se tienen en el país?
Otro tema es que hay que ponerle algún tipo de límite o darle alcance al tema de las consultas previas. No acabarlas, no me vayan a malinterpretar, pero hay que poner límites, porque lo que no puede pasar es que ese mecanismo de consultas previas, como pasa en muchos casos, se termine volviendo un mecanismo de extorsión que impide que se hagan las grandes obras, los puertos, las carreteras y la transición energética.
SEMANA: Y al próximo Congreso también le tocará, según Gustavo Petro, una constituyente. ¿Habría ambiente en esa materia?
D. B.: Hombre, por Dios. Eso es un tema de campaña política y de discurso político. Yo no siento al país en esa temática. Los problemas no se terminan resolviendo porque usted cambia un papel o no. La Constitución del 91 creo que fue el escenario que nos llevó a un gran acuerdo nacional. Y creo que a partir de la Constitución del 91 los distintos sectores políticos se dieron la mano, entonces a mí no me digan que la solución es cambiar la Constitución del 91.
Aquí lo que hay que hacer es gobernar con decisión, con firmeza, tomar decisiones, resolver los problemas y ver cómo prosperamos los colombianos en todas las regiones de este país. La constituyente no va; hablemos mejor de una reingeniería tributaria. ¿Eso qué es? Lo que nosotros tenemos es que llenar el país de microempresas, de medianas empresas, de grandes empresas, facilitar la inversión, porque ese es el motor generador de empleo. ¿Y eso cómo se logra? Reduciendo impuestos. Este país no puede con más cargas tributarias.
Hay que bajar impuestos, pase lo que pase, genere lo que genere. Si eso lleva, por supuesto que es otra decisión de fondo que hay que tomar en achicar el Estado, que sea más pequeñito y más eficiente, en suspender algún tipo de gasto público para que bajemos la carga tributaria. Créame, eso va a empujar a este país hacia el crecimiento económico.
Aquí hay que atreverse a tomar las decisiones que toque, cueste lo que cueste y genere las ampollas que genere, y a echar para adelante a Colombia.

SEMANA: Le entiendo que está preocupado por cómo quedará el país en el 2026, cuando salga Gustavo Petro de la Casa de Nariño…
D. B.: Es que usted mira las cifras económicas y, pues, claro que tiene que estar preocupado. Cuando usted revisa el crecimiento de la deuda, usted ve que gran parte del presupuesto, alrededor de una tercera parte, se va a terminar yendo en pagar el costo de la deuda. Eso es gravísimo. Cuando uno mira cómo se ha agrandado el Estado colombiano y que la plática que la gente paga en IVA, en renta, en impuestos, gran parte de ella se ha ido a pagar nóminas, se ha ido a pagar una mayor carga burocrática, pues es que esa no es la lógica. Se necesita una reingeniería en materia tributaria para poner este país a crecer de verdad con cifras por encima del 5 % del PIB y para que avance. Sobre todo, pensando en las regiones, porque es que otro de los problemas que hemos tenido, que no es de este Gobierno, es una lógica histórica colombiana, es ese centralismo que nos asfixia.
SEMANA: Al iniciar la entrevista nos habló de la salud. ¿Qué se puede hacer para rescatar ese sector?
D. B.: Lo propuse de candidato a la presidencia. El sistema de salud en Colombia dio un avance impresionante en cobertura. Logró asegurar a casi el 100 % de la población en Colombia. Eso es una apuesta importante, porque países desarrollados no lo han logrado.
Ese aseguramiento les permitía a los más pobres la posibilidad de tener no solo la atención básica, sino la atención en enfermedades de alta complejidad, recibir los medicamentos, los tratamientos. En muchas regiones, personas del Sisbén y del régimen subsidiado atendidos en las mismas clínicas de personas que tenían medicina prepagada. Pasa en mi departamento.
¿Cuál era el reto en el que estábamos? Mejorar los estándares de calidad. Porque la queja era que a usted se le demoraban varios meses para autorizarle una cirugía. La queja era el famoso paseo de la muerte. La queja era frente a la prestación de los servicios. ¿Cuál era mi propuesta? No la que tiene el actual gobierno, que es la estatización del sistema de salud, que es lo que nos han dicho.
Se van a crear unos puestos de salud cercanos a los lugares de residencia o de trabajo de los ciudadanos, unos puestos públicos. Y allí ese puesto público, los CAPS iban a reemplazar a la EPS y usted iba a un puesto de salud público y desde allí le autorizaban, en el caso de que se necesitara, la atención de enfermedades de mayor complejidad. Imagínese esto, que ya lo habíamos vivido en Colombia con el Seguro Social, que todo el sistema esté en manos de la politiquería.
Lo que yo planteaba y lo que creo que hay que hacer es lograr que la EPS simplemente asegure, sea un asegurador, pero no termine prestando ningún servicio, sino que el usuario, el paciente, y le uso la palabra de usuario porque eso tiene un sentido, es que usted como usuario tenga la posibilidad de elegir quién le presta el servicio de salud, cuál es la clínica que lo atiende. Cuando tengamos la posibilidad de avanzar hacia allá y de que haya libertad por parte del usuario, no de la EPS, diciendo a usted solo lo pueden atender en tal clínica, que muchas veces eso terminaba en clínicas de garaje, eso terminaba en corrupción, también en mala prestación del servicio.
Si ahora pasamos a un sistema en el que usted puede elegir dónde se va a atender, ¿qué va a pasar, para dónde se va, a la mejor o no? Y las clínicas van a empezar a competir con calidad para que la gente las elija. Hacia allá tiene que mirarse y migrar el sistema de salud, no hacia la estatización, no hacia pensar que todos tengamos que ser atendidos en puestos de salud públicos manejados por políticos, sino a que yo pueda elegir dónde me atienden clínicas privadas, por supuesto, también modelos públicos exitosos. Cuando llegue el 20 de julio al Senado, vamos a trabajar en esa materia.
SEMANA: ¿Se puede decir que las elecciones del 8 de marzo de 2026 al Congreso serán la primera vuelta? Es decir, ¿tendremos tres vueltas presidenciales?
D. B.: Sí, sin lugar a dudas, y lo hemos visto en las últimas elecciones de alguna manera. Lo que pase el 8 de marzo es el punto de partida para la elección presidencial. La elección presidencial comienza el 9 de marzo y, por supuesto, allí se plantea un mapa político de acuerdo a los resultados del Congreso, cómo quedan las distintas fuerzas políticas y cómo juegan esas distintas fuerzas políticas de cara a la elección presidencial.
SEMANA: ¿Y el Partido Conservador qué hará en el tema presidencial?
D. B.: Pues el Partido Conservador tiene un proceso interno; ese proceso no se ha cerrado, las inscripciones están abiertas y debe culminar pronto. Hoy hay cuatro precandidatos inscritos y el partido va a terminar tomando una decisión. Ahora bien, yo también desde esta tribuna hago un llamado a la unidad, porque esto es inédito al haber casi 100 candidatos presidenciales; es increíble.
Yo sí hago un llamado a la unidad; creo que nos tenemos que poner muy serios al principio del próximo año con el inicio de la contienda electoral, por supuesto de Congreso, para ver cómo se va depurando esa lista y empiezan a darse unas candidaturas de verdad que tengan algún tipo de posibilidades y de solidez y de propuestas y de programa y que eso nos permita llevar a una candidatura unificada a mayo.
