CUMBRE DE EDUCACIÓN
No más zombis en los colegios: ¿cómo hacer el aprendizaje más divertido?
En la XI Cumbre Líderes por la Educación de SEMANA, el estudiante argentino Juli Garbulsky, reconocido por su Charla TED, habló sobre metodologías creativas e inclusivas para los estudiantes.
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Los salones de clase, los tableros, los exámenes y las metodologías de educación tradicional son cosa del pasado. Juli Garbulsky, un estudiante de matemáticas reconocido por su charla TED ‘Zombis en la escuela’, expuso algunos enfoques educativos para fomentar la participación de los estudiantes en los colegios y hacer más disfrutable y nutritiva la experiencia educativa, tanto en el colegio como en la vida real.
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“Todos los días en la escuela eran iguales: copiando del pizarrón y repitiéndolo en las pruebas. Todos los días era: pizarrón, carpeta, prueba. Me sentía preso. A mí me gustaban los aviones, pero en la escuela no había lugar para eso. Mi vida se dividía en escuela y mundo real. A mis amigos les pasaba lo mismo. La escuela nos robaba el tiempo para aprender”, afirmó Garbulsky.
Entre los puntos que expuso el argentino, están la participación de los estudiantes en la toma de decisiones académicas, la exploración de metodologías más personalizadas y la inclusión de áreas del sector creativo como la música, el arte, las ciencias gráficas o, inclusive, la aviación.
En la XI Cumbre Líderes por la Educación de SEMANA, Garbulsky participó en la conferencia ‘Conectar la escuela con la vida real’, un espacio cuyo propósito principal fue analizar y proponer nuevos métodos de aprendizaje para los estudiantes de la educación media y superior. De forma que los niños y jóvenes desarrollen habilidades que sean efectivas y aplicables a sus necesidades en el mundo real.
En noviembre de 2015, Garbulsky presentó su charla TED ‘Zombis en la escuela’ en Río de la Plata (Argentina) y fue todo un éxito. Hasta el momento, acumula más de dos millones de visualizaciones en la plataforma YouTube. Su propósito principal fue cuestionar las metodologías de aprendizaje de la educación tradicional. Según Garbulsky, la educación del futuro debe pensarse de forma distinta. Más creativa y aterrizada a la realidad de los estudiantes.
Según Garbulsky, es necesario darles importancia a los conocimientos que la vida real requiere, enfocado en las necesidades y gustos de los estudiantes. Por ejemplo, la educación basada en proyectos, que puede ofrecerles a los estudiantes conocimientos que perduren en el tiempo, además de ser espacios divertidos y liberadores.
“Uno de esos espacios eran las olimpiadas de matemáticas. Aquí no había que ‘hallar X’. Las consignas no te pedían hacer algo mecánicamente, teníamos que pensar. Acertijos. Para resolverlos había que probar diferentes caminos, fallar, prueba y error, usar la creatividad, compartir ideas con los demás. Así como sucede en la vida real: aprendíamos matemáticas, pero sin recitar de memoria, sino aprendiendo a pensar”, recordó el estudiante.
Actividades como estas, agregó Garbulsky, tuvieron un impacto en materia de optimización de tareas, formulación de preguntas de la vida cotidiana y fortalecimiento del pensamiento crítico. Además, relató la experiencia de un proyecto de cohete que le permitió aprender sobre distribución de cargas, procesos aerodinámicos y, finalmente, reconocer la importancia de la prueba y el error.
“Lo que tienen en común estas actividades es que combinan el salir del salón de clase con la posibilidad de elegir. Así cada uno puedo crear su propio mundo real”, añadió.
Para Garbulsky, asistir al colegio sí debe ser una experiencia divertida para los estudiantes, pues es el mejor lugar para aprender sobre los desafíos del mundo real. Detrás de las actividades académicas, se deben incluir tanto conocimientos académicos como habilidades para el futuro: trabajo en equipo, optimización del trabajo.
“Podemos buscar oportunidades como estas, para lograr que la escuela no sea solo copiar y repetir. Que no sea para aprobar. En vez de pizarrones, sea elegir, explorar y aprender. Y así, en vez de hacernos zombis, la escuela nos despertaría. Nos darían ganas de aprender, componer música o saber por qué vuelan los aviones”, completó el conferencista.
Al final de la conferencia, Garbulsky presentó un acertijo para que los asistentes de la cumbre pudieran explorar su metodología. La invitación más grande para el público: continuar formulando preguntas.