Home

Gente

Artículo

A muchos colaboradores les preocupa que el escándalo afecte la salud de la reina Isabel, quien ya tiene 93 años. Algunos dicen que ya no tiene la fuerza de antes. | Foto: foto: getty images

REALEZA

La reina Isabel vive uno de los peores momentos de su reinado a los 93 años por culpa de su familia

A raíz del escándalo que involucra a su hijo Andrés con el pedófilo Jeffrey Epstein y a los actos rebeldes de Meghan Markle y el príncipe Harry, la reina Isabel vive el peor año de su reinado desde la época de la separación de Carlos y Diana.

23 de noviembre de 2019

A finales de 1992 la  familia real de Inglaterra aún se recuperaba de un periodo lleno de escándalos y tragedias. Entonces la reina Isabel dijo que ese había sido el peor año de todo su reinado: “No puedo decir que este vaya a ser un año que recordaré con placer o con alegría, más bien podría decir que fue un ‘annus horribilis’ (año horrible)”, explicó en una famosa declaración pública.

No era para menos. Luego de cultivar por años la imagen de una familia unida, ejemplo de la moral y las buenas costumbres, su círculo cercano parecía desmoronarse poco a poco. el príncipe Andrés vivía una crisis matrimonial con Sarah Ferguson; un incendio había destruido parte del castillo de Windsor y el príncipe Carlos se estaba separando de la princesa Diana, mientras los tabloides se regodeaban con las noticias de sus mutuas infidelidades.

Si bien esa época oscura parecía difícil de superar, lo que ha ocurrido en 2019 es tan grave que, según muchos analistas, podría resultar un balance aún peor que el de 1992. No en vano los medios británicos ya hablan del segundo annus horribilis de la monarca y dicen que a sus 93 años se está quedando sin fuerzas para manejar la casa real y mantener unida a su familia.

El accidente del príncipe Felipe y el huracán Meghan Markle

A comienzos de año, Felipe, el esposo de la reina Isabel, estrelló una camioneta en la que viajaban dos mujeres y un bebé de 9 meses. Le tocó renunciar a su permiso de conducir. 

Los hechos se amontonan: a comienzos de año, Felipe, su esposo y príncipe consorte, estrelló a dos mujeres que viajaban en una camioneta con un bebé de 9 meses. El incidente no pasó a mayores, pero el anciano, de 97 años, recibió críticas por no disculparse y unos meses después tuvo que renunciar a su permiso de conducir.

Luego comenzaron los rumores sobre el distanciamiento de sus nietos, los antes inseparables William y Harry, causado por la llegada de Meghan Markle a la familia real.

Y más adelante, Meghan y Harry comenzaron a actuar como dos ruedas sueltas: suelen saltarse las tradiciones de la monarquía y parecen más unas celebridades de Hollywood que miembros de la realeza.

A eso se suma el escándalo más grave de todos: el príncipe Andrés, terminó metido en la trama de pedofilia y abuso sexual de menores que tenía enredado a Jeffrey Epstein.

Incluso rompieron la regla familiar tácita de no ventilar los asuntos privados en público. Salieron en un documental a hablar de lo difícil que ha sido la llegada de Meghan a la realeza, a comparar su situación con la de Lady Di, y a anunciar que no van a quedarse de brazos cruzados. Como si fuera poco, hace unos días anunciaron oficialmente que no pasarán la Navidad con la reina, una tradición hasta entonces impajaritable.

En contexto:

Príncipe Andrés involucrado en caso Epstein 

A todo eso se suma el escándalo más grave de todos: el hijo favorito, el príncipe Andrés, terminó metido en la trama de pedofilia y abuso sexual de menores que tenía enredado a Jeffrey Epstein. Las acusaciones venían de tiempo atrás y reaparecieron en el momento en que el magnate se suicidó en su celda. Pero el asunto se volvió un verdadero karma para la familia real el fin de semana pasado, cuando Andrés decidió dar una entrevista a la BBC sobre el tema.

Tal vez pensó que iba a aprovechar un espacio reivindicativo y que su imagen iba a salir fortalecida, pero terminó en “el mayor error de comunicaciones de la historia de la familia real”, según uno de los antiguos asistentes de la reina.

La mujer dice que el día de su primer Andrés sudaba profusamente. Pero el príncipe dijo que eso era imposible porque en esa época padecía un trastorno que le impedía sudar.

En efecto, a las preguntas sobre su relación con Epstein o sobre las acusaciones en su contra, el príncipe dio respuestas ambiguas, se salió por la tangente y mostró poca fuerza a la hora de condenar a su antiguo amigo.

Meghan Markle y el príncipe Harry actúan como dos ruedas sueltas de la familia real. Se saltan las tradiciones y parecen más estrellas de Hollywood que miembros de la realeza. La prensa los critica.

En concreto, los problemas del príncipe se deben a las declaraciones de Virginia Roberts, quien afirma que Epstein la forzó a tener relaciones sexuales con Andrés tres veces, cuando solo tenía 16 años. Ella da fechas concretas de los encuentros y ha dado muchos detalles de la supuesta relación. Incluso presentó una foto en la que ambos aparecen sonrientes, mientras que el príncipe la toma por la cintura.

Andrés, sin embargo, afirmó en la entrevista no recordar haberla conocido, y menos haberse tomado una foto con ella. Paradójicamente, sí recuerda con exactitud que el 10 de marzo de 2001, cuando según Roberts tuvieron su primer encuentro sexual, él estuvo fuera de Londres, en una pequeña pizzería de pueblo con sus hijas Beatriz y Eugenia. Una actividad sobre la que, por lo demás, no hay registros en su agenda.

Otras explicaciones resultaron aún más absurdas. La mujer dice que el día de su primer encuentro salieron a bailar, que Andrés iba vestido con una camisa abierta y que sudaba profusamente.

Pero el príncipe dijo que eso era imposible porque “no soy fiestero”, “no uso camisas abiertas cuando salgo en Londres”, y porque en esa época “padecía un trastorno que me impedía sudar debido al estrés que había vivido en la guerra de las Malvinas”. Los medios británicos echaron al piso su versión al publicar las fotos del príncipe bailando, en camisa y sudoroso.

Para muchos quedó claro que Roberts dice la verdad y el príncipe miente. Ella habla con seguridad y detalles que hacen difícil pensar que se trate de un invento para desacreditar a la monarquía. Sin embargo, como sucede en los casos de acusaciones sexuales, siempre se trata de la palabra de uno contra el otro. A estas horas, el presidente Donald Trump todavía niega haberse acostado con la actriz porno Stormy Daniels, o con la conejita Playboy Karen McDougal, aunque todo el mundo sabe que los dos encuentros ocurrieron.

Con todo, de ser verdad la acusación, no necesariamente debería ser el fin del mundo. Andrés era un divorciado de 40 años, a quien una atractiva mujer se le insinuó. En esa circunstancia, la mayoría de los hombres no piden la cédula, porque una joven de 17 años puede parecer de 21. Aunque al convertirse el episodio en un escándalo mundial de pedofilia y tráfico de menores, esas explicaciones no valen. Sobre todo para alguien que lleva el apellido Windsor.

En una entrevista con BBC, el príncipe Andrés no pudo explicar la foto en la que aparece con una menor de edad que lo acusa de acostarse con ella. Ni su amistad con el pedófilo Jeffrey Epstein. 

El príncipe, además, mintió en la entrevista al hablar de su relación con Epstein. Dijo que lo había conocido por intermedio de Ghislaine Maxwell, exnovia del millonario, y que desde entonces no tuvieron una amistad propiamente dicha, sino una relación basada en encuentros casuales.

No obstante, no pudo explicar por qué en 2010, cuando ya habían salido a la luz las acusaciones de pedofilia, le tomaron una foto caminando con Epstein en un parque de Nueva York y lo grabaron en la mansión del magnate. Solo atinó a decir que esa vez había ido a decirle que tenían que dejar de hablar, mas decidió quedarse cuatro días en su casa. “Me pareció que fue algo honorable y apropiado en ese momento, pero mirándolo en perspectiva, definitivamente no fue la decisión correcta”, dijo.

La entrevista fue tan desastrosa que unos días después Andrés renunció a sus deberes en la familia real y anunció su retiro de la vida pública. Tal vez lo hizo para ayudar a mitigar el golpe en la imagen de su madre, quien cada vez se ve más debilitada por los escándalos de su familia. Tanto que por estos días algunos británicos hablan de algo impensable en otros tiempos: la posibilidad de que la reina renuncie y le entregue el trono a Carlos.

Habrá que ver si esta vez, como tantas otras en el pasado, la familia real se recupera y revierte una situación adversa.