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¿Quién gobierna a Haití? Las pandillas agravan la crisis y han convertido al país en una zona de guerra
La inestabilidad política y el profundo conflicto social han sido factores recurrentes en la historia de Haití.
El asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse a comienzos de julio pasado, la devastación que dejó un reciente terremoto de 7,2 grados a mediados de agosto, junto con la escalada de violencia entre las pandillas que operan en la capital del país, han profundizado la crisis histórica que atraviesa la nación caribeña.
La inestabilidad política y el profundo conflicto social han sido factores recurrentes en la historia de Haití, agravados durante los últimos meses debido al magnicidio del mandatario Moïse y la incertidumbre sobre la manera en que la clase política del país llevará a cabo elecciones presidenciales a comienzos de noviembre con miras a retomar el control del territorio.
Uno de los fenómenos que más preocupa a los habitantes de ese territorio tiene que ver con el aumento significativo en la violencia entre bandas criminales organizadas que se disputan el control de muchos barrios de Puerto Príncipe, capital de Haití. En algunos casos se ha denunciado que las pandillas ejercen autoridad en barrios enteros en los que han expulsado a sus habitantes.
Las ayudas humanitarias que han sido enviadas con el objetivo de atender la emergencia humanitaria que dejó el reciente terremoto, con un trágico saldo superior a los 2.200 fallecidos, han sufrido obstáculos para ser entregadas a las personas más necesitadas debido a la violencia de las pandillas en muchas zonas de la capital.
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Llevar alimentos y agua a los afectados se ha convertido en todo un reto logístico debido a los ataques que sufren los vehículos en carretera por parte de los grupos de delincuentes. “Tenemos un problema de seguridad que es cada vez más evidente”, dijo a la AFP Jerry Chandler, director de Protección Civil de Haití.
La situación es especialmente dramática en la zona de Martissant, uno de los barrios más pobres de Puerto Príncipe, en el que actualmente es prácticamente imposible transitar con seguridad. El lugar se ha convertido en una de las principales zonas de batallas entre las pandillas.
Si bien el asesinato del presidente Moïse profundizó la crisis, durante los meses previos al magnicidio ya venían aumentando los secuestros para pedir rescate, reflejo de la creciente influencia de las bandas criminales armadas en el país caribeño. A lo anterior se le suma la pobreza crónica y los recurrentes desastres naturales.
Mathias Pierre, ministro encargado hasta hace poco tiempo de los asuntos electorales de Haití, aseguró en declaraciones citadas por Bloomberg que entre 2016 y 2020 la violencia de las pandillas le costó al país aproximadamente el 30 % de su producto interno bruto, pues ha alejado a los inversionistas extranjeros y ha generado graves problemas de abastecimiento.
Un legado de inestabilidad política
En los últimos cuatro años Haití tuvo siete primeros ministros al frente del gobierno, lo que evidencia una clara inestabilidad política. Moïse, un exempresario que levantó varios negocios en el norte del país, comenzó su carrera en la escena política en el año 2017 con un mensaje de reconstrucción para Haití.
El periodo de su mandato se convirtió en fuente de enfrentamiento político, pues Moïse sostenía que su mandato duraba hasta el 7 de febrero de 2022, pero sus opositores afirmaban que terminaba el pasado 7 de febrero de 2021.
El desacuerdo radicaba en que Moïse fue elegido en una votación anulada posteriormente por fraude, aunque un año después volvió a ganar las elecciones. No obstante, la crisis del país se agudizó en 2020 y llevó a Moïse a gobernar por decreto, lo que avivó la desconfianza hacia él.
Entre tanto, el actual primer ministro de Haití, Ariel Henry, prometió recientemente ante la OEA que organizarán elecciones “lo antes posible”. Durante una sesión virtual del Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) sobre Haití, Henry reconoció que la comunidad internacional ve con preocupación la inestabilidad política “crónica” del país caribeño.
“Me he comprometido a hacer todo lo que esté en mi poder para volver a poner a mi país en los rieles de una democracia funcional con la organización lo antes posible de elecciones libres y transparentes”, concluyó el primer ministro.
Con información de AFP.