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Wilder Salzar, amigo Javier Ordóñez
Wilder Salzar, el amigo de Javier Ordóñez que lo acompañó sus últimos minutos contó lo que pasó. | Foto: CORTESÍA

POLÍTICA

Así fue la tortura a Javier Ordóñez: el dramático relato de su amigo ante el Congreso

Wílder Salazar detalló la mortal agresión cometida por unos agentes de la Policía. El testimonio fue revelado por la representante a la Cámara Katherine Miranda, durante un debate de control político al ministro de Defensa.

16 de septiembre de 2020

“¡Ya no más! Yo pedía que por favor no lo lastimaran más con la pistola táser. Los policías nunca se detuvieron, le hacían las descargas sobre la piel”. Así comenzó su relato Wílder Salazar, en la plenaria de la Cámara de Representantes, a través de un video que fue publicado por la representante de la Alianza Verde, Katherine Miranda.

Salazar narró lo que sucedió luego del video que todos los colombianos conocieron y donde se ve la mortal agresión de unos agentes de la Policía contra Javier Ordóñez. “Llegaron las patrullas y otros motorizados. Nos esposaron a ambos y nos subieron a una van de la Policía Nacional. Al interior siguió la tortura de Javier”, comentó su amigo.

“Nos trasladaron al CAI de Villa Luz. Yo me bajo por mis propios medios, me empujan, entro al CAI y me siguen empujando hasta la parte del fondo. Yo veo a Javier, que ya venía muy débil, con la cabeza agachada; lo siguen golpeando, lo botan, lo empujan al piso; él ya se encontraba esposado, totalmente inmovilizado, no podía hacer absolutamente nada; lo botan a mis pies y queda en forma fetal”, dijo Wílder.

Salazar cuenta que lo siguieron agrediendo física y verbalmente. Para ese momento Javier ya casi no se quejaba y hablaba muy poco. Su amigo se dio cuenta de que cada vez le costaba respirar. “Yo en todo momento les pedí ayuda a los policías, que por favor lleváramos a Javier a un hospital, que era lo mínimo que se debía hacer. Nunca nos ayudaron".

Este testimonio es clave y concuerda con lo que han arrojado las investigaciones, ya que señala que en un momento se observa que llegan varios policías más, tal vez unos 4 o 5, quienes entran al CAI, ven a Javier en el piso, pero no le prestan ayuda.

Según Wílder, al rato llegó otro amigo de ellos, llamado Juan David, quien pudo entrar a la fuerza y vio que el cuerpo de Javier estaba muy débil. Se arrodilló y trató de sentarlo, pero le resultó complicado porque Javier continuaba esposado con las manos en la espalda. La primera reacción de Juan David fue gritar y decir que su amigo no estaba respirando, que estaba muy frío.

“Yo me desespero y empiezo a gritar como loco: 'por favor, quítenme las esposas, yo necesito ayudar a mi amigo, quítenme las esposas”. Según dice, sus súplicas hicieron que los policías le quitaran las esposas de una muñeca. Sintió a Javier frío, vio que estaba totalmente pálido y una parte de su cara estaba hinchada. Tenía marcas de golpes en todo su cuerpo, como de quemaduras y de golpes. Su pecho y su cuello estaban morados.

Luego de un tiempo sacaron a Javier del CAI como pudieron. Wílder dice que él quedó en sus pies y por todo el camino intentaron que no cerrara los ojos. “Le dábamos palmadas en los cachetes, le tratábamos de abrir los ojos, le puse la mano en la nariz. Mi amigo Juan David le decía: ‘Javi, reacciona’; tratábamos de alentarlo, pero él nunca abrió los ojos”.

“Llegamos en la patrulla a la clínica María del Lago. Yo me bajo como loco, entro a urgencias, bajamos a Javier como pudimos entre Juan David y yo, y lo sentamos en la silla de ruedas. Esta imagen nunca se me va a borrar de la mente, porque cuando tratamos de sentarlo en la silla de ruedas, él simplemente quedó así (él recrea cómo quedó sentado en la silla Javier con la cabeza hacia atrás)".

Wílder dice que entraron a Javier a una sala de urgencias. Él solo podía llorar, no podía y no sabía qué más hacer. Estaba destrozado.

Entre lágrimas, recuerda que se sentó en una de las sillas y se puso a llorar.

Al momento salió una doctora, se arrodilló, le puso la mano y le dio el veredicto que todos ya conocen: “Lo siento mucho, no se pudo hacer nada. Su amigo llegó muerto”. “No puedo describir lo que sentí en ese momento”, dice Wílder.

Este relato fue proyectado en medio de una sesión de la Cámara de Representantes en la que se citó a debate de control político al ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, para que responda sobre este y los demás hechos presentados la semana pasada por casos de abuso de autoridad por parte de la Policía.

Al comienzo del debate se generó toda una polémica porque Trujillo había confirmado la asistencia presencial, pero a última hora se conoció una excusa en la que pedía asistir de manera virtual. Sin embargo, además de que el hecho causara indignación en varios de los citantes, la representante Juanita Goebertus dejó en evidencia que en la excusa se citó mal un decreto.

“Me parece francamente muy preocupante leer la excusa del ministro y encontrar que hace referencia al Decreto 1068 de 2020, y uno busca el llamado decreto y es sobre la competencia para declarar la disolución de la sociedades no operativas: ‘Presunción de no operatividad por ausencia de renovación de matrícula mercantil.’ ¡No tiene un artículo 8!”, dijo Goebertus.

Finalmente, se votó si se aceptaba la excusa del ministro y la votación ganó con 105 votos que la avalaron y 29 que la negaron, y por eso se continuó el debate.