Judicial
El Caballista, el poderoso criminal que durante años le hizo el quite a la justicia gracias a sus nexos con la Policía
Pese a que en su contra existía una orden de captura desde 2019, pudo evadir el actuar de las autoridades por sus importantes conexiones en la institución, donde con gruesas sumas de dinero compraba a los uniformados y los ponía a su servicio.
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Para la Fiscalía General no hay ninguna duda: en la fuga del temido narcotraficante Juan Larinson Castro Estupiñán, alias Matamba, participaron activamente agentes de la Policía, la Unidad Nacional de Protección Nacional (UNP) y el Instituto Penitenciario y Carcelario (Inpec).
Duque y Múnevar conformaron —según las evidencias y un testigo que prometió contarlo absolutamente todo— una especie de outsourcing criminal que fue clave para que Matamba lograra salir como si nada del pabellón de extraditables, ubicado en la cárcel La Picota, catalogada como de máxima seguridad, para montarse en una camioneta blindada y con vidrios polarizados, y así emprender la huida y reanudar sus actividades criminales.
Munévar, de 50 años de edad, quien tiene un expediente judicial del que pocos en el mundo del hampa podrían alardear, se movía como pez en el agua en Bogotá, siempre en vehículos de alta gama, portando joyas y ropa de diseñador, armas con salvoconducto y con viviendas en todo tipo de barrios, entre estas un apartamento en el más que exclusivo barrio Chicó, en el nororiente de la capital.
“El señor Édgar andaba siempre armado en compañía de varias personas (…). Su grupo de personas, como se evidenció en las labores de vigilancia y seguimiento, se ubicaban en el centro comercial Sanandresito de la 38 donde es su punto de reunión, donde tiene relación con casas de cobranza”, se lee en el documento.
Esto, pese a las órdenes de captura que se habían emitido en su contra desde 2019, cuando su nombre empezó a ser vinculado con secuestro, tortura, hurto calificado, porte de armas de fuego y concierto para delinquir.
La respuesta es sencilla: sus contactos dentro de la Policía le salvaron el pellejo en más de una oportunidad.
Su poder era tal que daba órdenes a un contacto de la Policía para que borrara todos los videos de sus desplazamientos por la ciudad, eliminando así cualquier rastro de sus actividades ilícitas y evidencia que lo vinculara con delitos.
Y es que El Caballista se hablaba de “tú a tú” con oficiales de la Policía, intercedía por ellos, les daba y recibía información privilegiada. Prueba de esto es la reunión que celebró —como cualquier otro parroquiano— en un establecimiento ubicado en una bomba de gasolina el 25 de abril de 2022.
El Caballista, dado a no dejar rastro de sus actividades, estaba seguro de que la impunidad estaba de su lado. En la investigación se logró determinar que “no se comunicaba con abonados celulares ni mensajes de texto, como es normal en el resto de las personas, sino que utilizaba aplicaciones encriptadas pagas para comunicarse con sus socios”.
En la fiesta de Navidad celebrada el 24 de diciembre de 2020 en una de sus residencias, El Caballista tuvo como invitados a varios integrantes de la fuerza pública. “Se reunió con miembros de la fuerza pública que lo acompañaban (…) y tiene coordinaciones”, precisó el fiscal que lideró la investigación.
Y es que incluso El Caballista alardeaba de su poder, intercediendo para bloquear actos administrativos, como el traslado del capitán Duque Casas al departamento del Chocó. Por esto, la Fiscalía no dudó en llamarlo como un “agente corruptor al interior de la Policía bastante grande” que manejaba a sus anchas todo lo que ocurría en la Institución.
En una conversación grabada por Manuel Antonio Castañeda —quien ahora es el testigo principal—, El Caballista le menciona que habló con un mayor que trabajaba casos de extinción de dominio para hacer un operativo. “Hay una captura por ahí pendiente, el man va a hacer una captura y el man dijo que capturaba y entregaba a la ‘pinta’, pero tocaba entregársela a los ocho días” (sic).
Las interceptaciones dejaron al descubierto que El Caballista realizaba todo tipo de negocios ilegales y ejecutaba actos de colaboración mutua para lograr su cometido. “La conversación gira en sacar negocios, en poder presentar actividades delictivas con gran renta, entre esta la consecución y coordinación con miembros de la fuerza pública para poder realizar diferentes actividades delictivas”, indicó el fiscal de la dirección especializada contra el crimen organizada.
No de otra forma se podría inferir que en otra conversación El Caballista le hace mención directa y sin aspavientos al capitán Duque Casas sobre la necesidad de mover 220 kilogramos de estupefacientes desde la ciudad de Cali.
El oficial, pese a que tenía conocimiento claro de las actividades ilícitas de Múnevar, no tuvo ningún inconveniente en encontrarse con él en un lugar público para hablar, hacerle recomendaciones y tratar otros temas.
Para la Fiscalía, es más que llamativo el hecho que durante años, aprovechando su agilidad, sagacidad y contactos, se burló de la justicia. “Es una persona con todo el conocimiento delictivo para evadir a las autoridades. Así lo viene haciendo desde el 2019″, precisó el fiscal al citar todas las anotaciones judiciales de El Caballista.
Pese a que amasó una gran fortuna en poco tiempo, y que su propia madre y esposa le decían que dejara esa vida ya para evitar inconvenientes, Munévar continuó hasta el punto de chocarse con la realidad. Ahora ve más cercano que nunca que su más grande temor puede ser una realidad: ir a la cárcel.