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León Valencia habla de su libro El regreso del uribismo.

ENTREVISTA

"Al uribismo le sirve tener a Petro como contradictor": León Valencia

En su nuevo libro 'El regreso del uribismo', el director de la Fundación Paz y Reconciliación, hace un recuento de la política de paz del Gobierno de Iván Duque, el posconflicto y se aventura a hacer predicciones poco esperanzadoras sobre el futuro de su administración. SEMANA habló con él.

6 de mayo de 2019

En su nuevo libro El regreso del uribismo, León Valencia sostiene que al principio de su gobierno, Duque recibió un país en el que después de haber apagado un gran incendio quedaron las “brasas”. Dice que esas brasas “podían regarse con agua o con gasolina”, y que este Gobierno está haciendo lo segundo. Luego de hacer un recorrido por los contextos y las realidades políticas de los primeros meses de Duque, el autor deja tres conclusiones sobre los posibles destinos del presidente. 

SEMANA: El Centro Democrático se sintió los ocho años de gobierno de Juan Manuel Santos, ¿entonces por qué hablar de El regreso del uribismo?

León Valencia: El uribismo regresó porque mantuvo cautivo un electorado que criticaba los acuerdos de paz, logró mantener una estrategia enorme de polarización y puso a la izquierda en la contraparte con el rostro de Gustavo Petro. Con eso consiguieron que mucha gente del centro por miedo, terminara votándoles. Otra razón que nos lleva al regreso del uribismo es el entorno latinoamericano. Hay un ascenso de fuerzas de derecha populista. Hay un espejo muy negativo y es lo que está pasando en Venezuela. Ellos aprovecharon esa circunstancia interna y lo que estaba pasando en la región. 

SEMANA: ¿El uribismo llegó con la misma fuerza que tenía antes de 2009?

L.V.: El uribismo llega en una nueva circunstancia y realidad de país. Es decir, hay un acuerdo con las Farc y la guerra estaba declinando. Ya no está la cruzada antiterrorista mundial que durante los años de gobierno del expresidente Uribe tuvo tanta fuerza. Duque entendió ese nuevo escenario desde un principio. Él quería generar una agenda que no fuera la de seguridad únicamente. Lo intentó los primeros meses pero a los 100 días desde que inició su mandato empezó a caer en las encuestas. 

SEMANA: ¿La baja popularidad lo llevó a rescatar el discurso del uribismo de 2009?

L.V.: No pudo armar una coalición de gobierno para dirigir y orientar la agenda legislativa. Ante ese escenario decidió fugarse hacia atrás y volver a la agenda de seguridad. Primero se metió de fondo en el tema de Venezuela, interrumpió la negociación con el ELN y comenzó a presionar el acuerdo de paz. Decidió volver a una agenda contra el narcotráfico que alimentó con las disidencias y la narcotización de la agenda con Estados Unidos.

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SEMANA: Se ha dicho que el gobierno del presidente Duque no tiene una identidad, pero ¿sí la tiene clara el uribismo?

L.V.: El uribismo en su conjunto ha estado buscando una identidad donde estuviera la política, el planteamiento de seguridad y de cohesión social. Todo esto con nuevos ingredientes anclados en la modernización de la agenda como la economía naranja y todo el entorno de las realidades tecnológicas. Sin embargo, no tuvo tiempo para una agenda nueva, despolarizar el país y buscar un nuevo discurso. El problema fue que rápidamente comenzó a caer en las encuestas y decidió buscar refugio en el viejo discurso.

"El uribismo regresó porque mantuvo cautivo un electorado que criticaba los acuerdos de paz, logró mantener una estrategia enorme de polarización y puso a la izquierda en la contraparte con el rostro de Gustavo Petro", León Valencia.

SEMANA: ¿Será sostenible para Iván Duque refugiarse allí?

L.V.: En los primeros momentos tuvo alguna eficacia y subió puntos en las encuestas. Sin embargo, rápidamente volvió a caer. Ahora también hay que tener en cuenta que en este momento hay un desgaste del enemigo. Ese enemigo común en el que se basó el expresidente Uribe: Farc, chavismo y Cuba, se ha disuelto un poco. Primero por la negociación con las Farc. Segundo, porque nadie tiene alguna consideración con el régimen venezolano. Todo el mundo está en contra de eso y no hay a quién achacárselo. Todo el mundo le saca el cuerpo. 

SEMANA: En su libro, usted hace bastante énfasis en el manejo que el uribismo actualmente le viene dando a la información, ¿por qué?

L.V.: Ese tema es un error que vienen pagando caro. Cuando uno está en la oposición puede hacer una pintura mala del país y exagerar todos los defectos que tiene. Uno en la oposición para adentrarse en el debate político se toma el café más amargo para llegar con un sabor para destilar ese veneno sobre el gobernante de turno. Sin embargo, cuando uno está en el Gobierno tiene que apreciar lo que tiene y generar optimismo y esperanza. 

SEMANA.: ¿A qué se refiere?

L.V.: El discurso de Ernesto Macías parecía como si estuviera en la oposición. Fue un discurso sobre un país prácticamente al borde del colapso y eso se alejaba de la realidad. Cuando estaban en la oposición todo eso puede justificarse pero ahora que están gobernando está mal. No pueden enviar un mensaje tan desesperanzador al país. Las palabras en la política son realidad. Casi en ningún oficio del mundo la realidad son las palabras pero en la política sí. La realidad son las palabras. Si usted pinta una situación tan oscura, esa oscuridad puede terminar cubriéndolo a uno. Eso es como tirar una piedra arriba para que le caiga a uno en la cabeza o los pies. 

SEMANA: ¿Se imaginaba un posconflicto tan violento?

L.V.: Yo tenía esperanza de que podíamos hacer un posconflicto más pacífico, sin embargo se está pareciendo mucho al centroamericano. 

SEMANA.: ¿Cómo medirlo?

L.V.: Hay tres maneras: cuánto disminuye la violencia, las grandes reformas que se hayan conquistado y la reconciliación.

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SEMANA.: Explíquese...

L.V.: Lo primero que hay por decir es que la violencia disminuyó en la propia negociación. Sin embargo, quedaron unos leños prendidos a los que se les empezó a echar gasolina y ahora tienden a prenderse. Esos leños son las disidencias, el ELN y Venezuela. Ahora, desafortunadamente las reformas que se plantearon en La Habana no están en la mira. Ni la agraria ni la política tienen la fuerza con la que fueron acordadas. Tampoco hay un plan de intervención en los territorios.

SEMANA.: Y la reconciliación.... 

L.V.: En ese punto sí que hay diferencias. El punto central es la verdad y en eso hay un desacuerdo enorme en el país. No más vea, hay un ataque durísimo a las instituciones encargadas de reconstruir esa verdad: la Jurisdicción Especial de Paz, la Comisión de la Verdad o la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas. Estamos en una encrucijada de si realmente vamos a avanzar hacia la reconciliación, los cambios, la disminución estructural de la violencia o si vamos a mantener una confrontación durante largo tiempo.

"El punto central es la verdad y en eso hay un desacuerdo enorme en el país. No más vea, hay un ataque durísimo a las instituciones encargadas de reconstruir esa verdad: la Jurisdicción Especial de Paz, la Comisión de la Verdad o la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas", León Valencia.

SEMANA: ¿Se podría decir que en parte la falla radica en haber encontrado una paz despadrinada?

L.V.: Eso influyó pero no fue el único factor. El último gobierno de Juan Manuel Santos fue en campaña electoral. Él tenía una estrategia clara de negociación pero no tan clara para el posconflicto. Ahora, hay que decir que lo abandonaron las fuerzas políticas por el mismo momento que vivía el país. Cambio Radical, por citar un ejemplo, cambió muchas de las posiciones que habían mostrado. Otra cosa que no podemos perder de vista es que en muchos posconflictos normalmente no hay narcotráfico, en el nuestro sí y ese es un elemento clave para perturbar la transición. Un cuarto factor es que hay fuerzas polítcas con mucho poder en el país que cuestionan el acuerdo de paz. No hubo una unidad en las élites políticas frente al tema. 

SEMANA: A pesar del accidentado aterrizaje del acuerdo de paz, ¿cómo ve el debut del partido de las Farc con el uribismo al mando?

L.V.: Las dos fuerzas que firmaron el acuerdo son las derrotadas electoralmente. La enorme crisis del proyecto político de las Farc le está quitando un interlocutor válido y fuerte al posconflicto. La idea de la exguerrilla era hacer un proceso de reincorporación basado en el campo, el territorio y las zonas donde estaban. Convertir su liderazgo guerrillero en político. Sin embargo, están viviendo una profunda división que los deja sin mucha oportunidad para jugar en los territorios. Ahora, tienen un miembro acusado por narcotráfico y con amenaza de extradición que viene espantando a mucha gente. Unos todavía se contienen, dicen ellos sin armas y escondidos. Sin embargo, otros están ya en la disidencia. 

SEMANA: ¿La visión que viene delineando el uribismo alrededor del acuerdo se concretará mucho más una vez se sepa el futuro del Paisa, Iván Márquez y Jesús Santrich?

L.V.: Todo este tiempo el tema ha sido Jesús Santrich. La seguridad jurídica en ese tema ha sido la principal preocupación de muchos, entre ellos Iván Márquez y el Paisa. Pero no es lo único en lo que se vienen fijando. Con la muerte del exmiliciano de las Farc en Catatumbo, Márquez en su última carta habla además de inseguridad física. Así las cosas, la posible extradición de Santrich sería el detonante para que no solo esta gente salga del limbo: ni con la guerra ni con la paz y si es el caso se vayan para las disidencias de una vez abierta y públicamente. Su huida reforzaría la visión política de los sectores del narcotráfico que se han armado en el país. Entre más se prolongue la decisión de Santrich más incertidumbre va haber para muchos en las Farc.

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SEMANA: En uno de los apartados de su libro hace mención a la falta de liderazgo en la izquierda, ¿qué está pasando?

L.V.: Por ejemplo el líder natural de la oposición es Gustavo Petro. Lo favorecía el Estatuto de Oposición. Es un hombre con ocho millones de votos que llega al Senado y su vicepresidenta a la Cámara. Han hecho cosas importantes, se han unido con otras fuerzas pero tienen muchas dificultades. 

SEMANA: ¿Qué le impide a Petro ser el líder natural de la izquierda?

L.V.: Petro no tiene la habilidad, capacidad y virtud de ser un punto de encuentro de diversas fuerzas políticas y sociales. Su fortaleza es más la comunicación directa con el electorado. Su fortaleza es su palabra. Pero trabajar en equipo con otras fuerzas, tratarlas como igual no ha sido una virtud suya. Él no ha engranado en el conjunto de las fuerzas. No es un interlocutor importante para el Partido Verde, la izquierda o los independientes. Al uribismo le sirve tenerlo como contradictor por todos los miedos que despierta y han hecho de todo para enfrentarlo. El video donde se ve recibiendo dinero fue una maniobra dura. Eso fue hecho desde el Centro Democrático. Hace poco sacaron del Congreso a Ángela María Robledo. Han aminorado su liderazgo que ha pasado en manos de gente del partido verde. 

SEMANA: ¿El movimiento Defendamos la paz es muestra de ello?

L.V.: Sí, fue alrededor de un chat que se armó toda una coalición de amplias fuerzas para defender el acuerdo de paz. Ese fue un diálogo espontáneo de partidos independientes, líderes sociales e intelectuales colombianos. Un chat se convirtió en el lugar de la oposición en Colombia.