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Noemí Sanín considera que la protesta pacífica está infiltrada. | Foto: JUAN CARLOS SIERRA

ENTREVISTA

Paro nacional: Noemí Sanín propone reglamentar la protesta

La excandidata presidencial Noemí Sanín pide que se reglamente la protesta en Colombia y dice que hay que apoyar al presidente Iván Duque en medio de la crisis.

22 de mayo de 2021

VICKY DÁVILA: Doctora Noemí, ¿cómo está viendo lo que está pasando en Colombia?

NOEMÍ SANÍN: Son momentos difíciles, no podemos negar su complejidad, pero soy de temperamento optimista y creo que en esta oscuridad que vivimos tenemos una oportunidad para tener una Colombia mejor. Empiezo diciéndote, Vicky, que los del paro tienen que parar. Las noticias de los daños, la devastación, los costos del sistema productivo, el hambre de la gente, el empobrecimiento adicional por la pandemia, todo esto es dramático. Va a resultar más cara la destrucción del paro que el costo de la pandemia. Es imperativo detener el vandalismo y la violencia.

V.D.: ¿Lo que está ocurriendo es espontáneo o hay un plan detrás?

N.S.: De lo que no hay duda es que se quiere desestabilizar al país. Yo creo que sí está infiltrada la protesta pacífica y la indignación de la gente, y eso es un fenómeno internacional. Las primaveras, los chalecos amarillos, los indignados, todos han tenido fenómenos de terrorismo, de vandalismo, de aprovechamiento de fuerzas distintas a los fines mismos de la protesta. Yo sí quiero decir que Colombia es casi el único país del mundo que no ha reglamentado el derecho a la protesta. El Congreso debería estar sentado en este momento reglamentándolo. Todos los países, los más civilizados, tienen protestas todos los días y a veces varias, pero obviamente en determinadas calles, en determinadas condiciones y sitios, porque el derecho prevalente no es solamente el de la protesta. Hay otros derechos coetáneos que tienen que convivir, como el derecho al libre tránsito, a la salud, a la movilidad, a la producción, a comunicarse. No puede prevalecer un solo derecho. El Congreso está en mora de reglamentar el derecho a la protesta, porque hoy ha subordinado todos los otros derechos y eso no es posible.

V.D.: ¿Influye en Colombia lo que se está viviendo en otras partes del mundo?

N.S.: La geopolítica se asoma hoy principalmente en tres temas: la visión de qué es democracia tiene mucho que ver con influir en elecciones, protestas y soluciones de conflictos. La universalidad o no de los derechos humanos como los concebimos y creemos en ellos los occidentales, y el tema de las vacunas. Estaremos inundados de vacunas en poco tiempo, son más política que solidaridad, comparto la filosofía del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que es la de renunciar a las patentes de las farmacéuticas en razón a la gravedad de los temas humanitarios y globales. China y Rusia colaboran a fondo con sus vacunas y la Unión Europea empieza a pensar diplomáticamente con las que tiene. Es diplomacia pura y dura, envuelta afortunadamente en cooperación. Deben hacer más.

V.D.: Lo de Cali ha sido aterrador. ¿Qué piensa de eso?

N.S.: En Cali se resumen todos los conflictos y posibilidades de Colombia, hay pobreza, inequidad y también hoy es víctima de infiltraciones oscuras. Siempre ha sido una ciudad hospitalaria con los migrantes, recibe normalmente con oportunidades de trabajo a nuestros afros del Pacífico, a los indígenas del Cauca y ahora a muchos venezolanos. Hay un problema grande y es que la principal fuente de recursos es la industria agrícola, y viene de capa caída en los últimos cinco años, la ciudad me parece que está muy dividida, a Aguablanca se le mira, más que todo, por temas electorales. Tienen líderes muy importantes, la clase empresarial está comprometida con las soluciones y hay excelentes trabajadores. Allí se debe hacer un laboratorio de desarrollo territorial teniendo en cuenta los temas étnicos. Tenemos que apoyarlos todos.

V.D.: Hay una generalización de que toda la fuerza pública está cometiendo exceso. Eso es lo que se está vendiendo en el exterior...

N.S.: Sí, eso es de verdad tan absurdo y además es una batalla informativa que estamos perdiendo, pero tenemos la obligación de ganar la guerra porque esto le está haciendo mucho daño a Colombia. El arma que tenemos que utilizar es la de la verdad. Obviamente tenemos que reconocer que hay problemas, que también se han presentado abusos, pero esto no es sistemático. Colombia es un país democrático, el derecho a la protesta se ha respetado. Se está mostrando que Colombia es una dictadura de derecha, violadora de los derechos humanos. Esa no es la realidad y todos debemos condenar y lamentar que a veces ocurra. Pero la generalización es una forma de terrorismo que pretende dañar la reputación de Colombia.

N.S.: Ella acaba de renunciar al sueño de ser candidata y aspirar a la presidencia de la república. Es inteligente, trabajadora y con mucha experiencia. Le agradezco la lealtad en un momento tan difícil que tuvo con Colombia y con el Gobierno del que ella hace parte.

V.D.: ¿Quiere darle un consejo en materia diplomática?

N.S.: No es bueno dar consejos ni creo que los necesite. Pero la mejor política diplomática es ajustarse a la realidad, conseguir solidaridad y apoyo, tanto en lo institucional como en la solución de algunos de nuestros problemas.

V.D.: ¿Cómo ha visto al Gobierno en esta crisis tan grande que está viviendo Colombia?

N.S.: Es fácil juzgar, pero el Gobierno tiene siempre más elementos de juicio que uno. Es un Gobierno legítimo que ha vivido circunstancias inéditas en la historia. La pandemia, el huracán Iota, dos millones de inmigrantes que ha abrazado con generosidad y además heredó un proceso de paz cuya implementación es compleja y requiere de prácticamente todo el presupuesto. Vale la pena mencionar adicionalmente el problema de las disidencias de las Farc, comprometidas con el narcotráfico, tema que descuidó totalmente el Gobierno anterior.

V.D.: ¿Lo que está en juego es la democracia?

N.S.: Creo que la democracia no está en crisis, es al revés, la gente está pidiendo más democracia, y con la tecnología esto está siendo posible. La crisis es del sistema político y de la representatividad.

V.D.: ¿La oposición ha estado a la altura?

N.S.: No.

V.D.: ¿Por qué?

N.S.: Porque, Vicky, el tema electoral ha jugado en esta crisis que vive Colombia, y el oportunismo y el aprovechamiento de algunas personas para capitalizar votos que eventualmente consigan en las elecciones del año entrante me parece democrático, pero a veces mezquino. Yo creo que es el momento de unirnos alrededor de las soluciones, no solamente para plantearlas, sino para comprometernos en ellas. Ha faltado grandeza. El análisis de la reforma tributaria fue increíble, había muchos puntos favorables que merecían la discusión, pero ni siquiera fueron mirados. Creo que la reforma tributaria no fue bien ni oportunamente presentada, le faltó consenso. Pero todos los que tenemos posibilidades en Colombia tenemos que prepararnos a pagar un poco más de impuestos porque de esta no vamos a salir gratis, ni las soluciones se sacan del sombrero.

Noemí Sanín. | Foto: JUAN CARLOS SIERRA

V.D.: Doctora Noemí, ¿cómo ha visto a los candidatos presidenciales?

N.S.: No es el momento de referirme a ellos.

V.D.: Yo soy terca, y le voy a pedir licencia para una terquedad.

N.S.: Sabemos que es terca.

V.D.: ¿Cuál ha sido el papel de Gustavo Petro en este paro?

N.S.: Gustavo Petro, como todo colombiano, es libre. Yo no soy parte de su orilla ideológica, pero en nuestra democracia él tiene el derecho a ser candidato. Me parece que está en la obligación, como todo líder político, de ayudar a que los violentos, los vándalos y los terroristas no destruyan el patrimonio de todos, porque eso sí que va a dificultar más las soluciones sociales. Si queremos ganarle a Petro, sencillo, que haya otros candidatos que planteen propuestas y soluciones que sean capaces de generar ilusión y confianza en el futuro.

V.D.: Cuando uno habla con Leopoldo López o con el exalcalde de Caracas Antonio Ledezma, ellos dicen: “Uy, Colombia está recorriendo el mismo camino que ya recorrió Venezuela”. Pero hablar de eso en Colombia se volvió prácticamente una caricatura. ¿Cómo lo ve?

N.S.: Esa vacuna no está inventada. Los pueblos tienen altibajos, problemas y oportunidades. De esta coyuntura difícil que vivimos tenemos que sacar un país mejor. Yo fui embajadora de Colombia en Venezuela y vi el magma, vi cómo se gestó la crisis. Había índices de pobreza altísimos, corrupción, enfrentamientos entre la clase dirigente, inoperancia de los partidos, pero había democracia, así fuera imperfecta. Yo le decía a la gente: aquí va a pasar algo, aquí va a pasar algo. Enseguida fui canciller y me tocó el intento de golpe de Chávez y vivir la crisis. Nunca me imaginé que eso pudiera desembocar en una narcotiranía, donde en vez de garantías y libertades políticas se reparte pobreza y se monopoliza la corrupción. El petróleo le ha hecho tanto daño a Venezuela como quizá a Colombia el narcotráfico. El petróleo en Venezuela, yo diría, aperezó y muerganizó el aparato productivo.

V.D.: Colombia está muy polarizada. ¿Por qué llegamos a esto?

N.S.: No podemos negar que en Colombia existe una gran dificultad para pactar, para llegar a acuerdos, y esto se agudizó con el proceso de paz, el que desafortunadamente fue totalmente excluyente. En todos los procesos anteriores se invitó, por parte de los Gobiernos, a representantes de las diferentes ideologías, gremios, sindicatos, etcétera. No comparto para nada la forma como se manejó el problema del narcotráfico en esas negociaciones. Además, se convocó a un plebiscito y no se respetó el resultado. Yo voté por el Sí, tapándome la nariz sobre muchos de sus temas por la imposibilidad de cumplirlos. En Colombia estamos viviendo algo que no comparto, que son los “ismos”, el uribismo, el santismo, el duquismo, el petrismo, el gavirismo, el samperismo y el pastranismo. Creo que eso rebaja el nivel intelectual del debate y se presta para muchos odios y enfrentamientos.

N.S.: Santos hizo una campaña de total apoyo a Uribe, en la que no se permitía ni la duda ni el análisis porque Uribe era el Dios de Colombia. Santos era su principal adorador. Más que una campaña, fue una cruzada uribista. La gente está agradecida porque Uribe, en su primer Gobierno, nos sacó de verdad de la prisión. Los que vivíamos en Bogotá no podíamos ni siquiera ir a La Calera, y así en diferentes partes del país. Yo soy demasiado independiente. A mí me parece que uno se tiene que presentar a la campaña con lo que piensa y va a hacer. Santos se presentó como el único capaz de continuar la obra de Uribe, como el uribista pura sangre, y ganó la campaña con base en esa garantía. Después vino una frustración porque eso fue, más que una traición a Uribe, un engaño electoral. Porque prometió para ganar y, después de haber ganado, no cumplió lo prometido. No podemos negar que cada alcalde manda en su cuarto de hora. Eso de títeres es un chiste.

La excanciller de Colombia, Noemí Sanín, dice que no se puede negar que en Colombia existe una gran dificultad para pactar, para llegar a acuerdos, y esto se agudizó con el proceso de paz.

V.D.: ¿Le quiere decir algo al Comité del Paro?

N.S.: Sí, quiero decir que tienen la obligación de trabajar más y de no levantarse de la mesa hasta que no encuentren soluciones. Cada hora compromete vidas, salud y el futuro económico de Colombia.

V.D.: ¿Le gustó la propuesta del Gobierno para subsidiar el 25 por ciento del salario mínimo de los jóvenes?

N.S.: Es buena. Pero no hay que pensar solamente en el empleo, hay que estimular el trabajo. Me preocupa mucho la informalidad. Ellos requieren una política pública especial que les permita, durante varios años, no ser sujetos fiscales, registrarse en las cámaras de comercio, bancarizarse y conseguir tutorías que podemos darles desde la academia y muchas otras instituciones que podrían colaborar. Hoy el 60 por ciento de los trabajadores en Colombia son informales. Tenemos que hacer un esfuerzo muy grande para formalizarlos y ayudarlos.

N.S.: Al Gobierno le tenemos que recordar algo: yo sé que los recursos son escasos, pero es que muchos muchachos de las regiones del país y de Bogotá estudian en colegios de poca calidad académica, y entrar a la Universidad Nacional, a la de Antioquia o a la del Valle, o a las buenas universidades públicas, no les resulta fácil. Entonces, ellos optan por universidades privadas y son también del estrato 1, 2 y 3. Y muchos de ellos de regiones apartadas. Tenemos que ofrecerles créditos más ágiles y modernos que los que tradicionalmente da el Icetex.

V.D.: Hay quienes aseguran que al presidente Duque lo quieren tumbar...

N.S.: Eso sí me parece el absurdo de los absurdos. Me parece una idiotez pensar en tumbar al presidente Duque y eso no va a ocurrir. Lo que tenemos es que apoyarlo y ayudarlo en lo que cada uno pueda, y que revierta en el bien de la sociedad.

V.D.: ¿Cómo ve las redes sociales en esta crisis?

N.S.: Me parece maravilloso el tema de las redes, pero las fake news están haciendo un daño muy grande. Tengo además preocupaciones con Twitter. ¿Quién es esa empresa que puede decir cuándo le corta o no la libertad de expresión a alguien? Eso me parece peligrosísimo.

V.D.: ¿Habla de Uribe y de Trump, que han sido sancionados por Twitter?

N.S.: Hablo en general. Pero aprovecho para opinar sobre el trino que ocasionó el debate frente a Uribe. Ese mensaje está totalmente sujeto a la ley y es su derecho democrático expresar su opinión, se comparta o no. Me parece que hubo un abuso de una autoridad ilegítima, como Twitter. No le hablo de Trump porque si yo hubiera sido americana, hubiera votado con entusiasmo por Biden. Pero aplico el mismo principio, cualquiera que sea la ideología.

V.D.: ¿Le puedo hacer una pregunta?

N.D.: ¡Claro, todas!

V.D.: ¿Nunca volvería a aspirar a la presidencia?

N.S.: A mí me dejó la política, Vicky, yo me di cuenta… lo intenté varias veces, llena de amor. Luché, pero desafortunadamente no lo logré. Para mí resultó indignante pedir recursos para la campaña, porque mientras yo jugaba ajedrez, muchos de los que competían conmigo eran expertos en póquer.

V.D.: Doctora Noemí, le agradecemos por estar con nosotros en SEMANA.

N.S.: Lo mismo, Vicky, ¡mil gracias! Y a mí no me pueden sancionar porque no tengo escudito oficial.

V.D.: Usted puede decir de todo...

N.S.: Libre totalmente.