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“Siento pena por mí”, la última esposa y conejita playboy de Hugh Hefner se confiesa a través de sus memorias
Crystal Hefner relata como fue su vida durante los últimos años del magnate del sexo.
Hugh Hefner fue y siempre será visto en los libros de historia como un visionario en el mundo de los medios de comunicación y las publicaciones impresas, todo gracias a su imperio de Playboy, con el que no solo vendió una de las revistas más rentables y apetecidas desde la década de los años 50, siempre teniendo al sexo y al erotismo como ejes centrales de entrevistas, sesiones de fotos, videoclips y fiestas.
Fue cuestión de tiempo para que lo plasmado en las páginas de esta revista saltara a la vida real en la mansión playboy, donde Hefner no solo se daba el lujo de ser uno de los mejores anfitriones de eventos élites y de exceso, sino que también se podía divisar de forma directa a las icónicas “conejitas”, mujeres voluptuosas y coquetas ataviadas en bodys y bikinis negros con unas tradicionales orejas de conejas que las identificaba como tal.
Crystal Hefner fue una de ellas, la última esposa oficial de Hefner hasta el día de su muerte, siendo testigo de los últimos años de este magnate que finalmente tuvo que soportar las consecuencias de su estilo de vida, como asumir la pérdida de la audición en uno de sus oídos a causa del abuso del viagra. Esta y muchas infidencias las cuenta esta modelo en sus memorias, Only Say Good Things (Solo di cosas buenas), que saldrán publicadas en enero de 2024.
En entrevistas con medios internacionales como New York Post y Daily Mail, Crystal adelanta un poco de lo que se podrá leer en su libro, que tiene por título la frase que Hefner le dijo a Crystal en su lecho de muerte, para que ella solo contara lo bueno que hubo en su cotidianidad, sin embargo, la aspirante a doctora en psicología sabe muy bien que hubo muchos asuntos malos que merecen salir a la luz, más luego de todo el movimiento Me Too, que explotó meses después de la muerte del magnate.
“Era muy vergonzoso. No conocía a la mayor parte de la gente que había en nuestro dormitorio, que era mucha. Horrible. Era como: ‘Venga, ahora te toca a ti’. En realidad nadie quería estar allí pero pienso que, en la mente de Hef, él pensaba que todavía tenía cuarenta y tantos años y, esas noches, la gente, la mansión, hacían más sólida esa idea. Él lo sentía: ‘Aún puedo”, declaró Crystal al Daily Mail sobre las orgías que se presentaban en su mansión y cómo ella se mantenía “encerrada” en dicha residencia por orden de Hefner.
La modelo siempre quiso salir y viajar por el mundo, disfrutar de un día de playa, ir a Disneyland como cualquier estadounidense y sentirse libre, pero jamás lo pudo hacer durante los ocho años que estuvo con el magnate, de los cuales cinco estuvieron casados. Además, siempre sintió un poder sobre sí que jamás pudo domar, por lo cual se centró en cuidar de Hefner en sus últimos años de vida, donde él intentaba ocultar la fragilidad de su salud y cómo era visto por los demás.
Hoy Crystal ha sabido reconocer que lo que la deslumbró en primer lugar de aquella mansión y un Hefner conocedor de la psicología, profesión que él estudió 40 años atrás y la modelo había acabo de dejar en el momento en que solicitó su entrada a una de las fiestas Playboy. También ha dejado claro que ha tenido que reconstruir el concepto de amistad femenina, puesto que dentro de la mansión era difícil hacer “amigas”, dado que Hefner reemplazaba a sus conejitas con facilidad y sin previo aviso. “Ahora estoy aprendiendo lo que significa la amistad entre mujeres, saber qué es tener mujeres que realmente quieren lo mejor para ti, en las que puedes confiar. Fue un ambiente duro y despiadado durante mucho tiempo”, reconoció en entrevista al NY Post.
Por el momento, Crystal mira en retrospectiva su experiencia con Hefner y atina a decir que siente mucha pena por su versión joven, puesto que se dejó llevar por una fantasía que terminó siendo todo un infierno. “Es tan triste, parecía un bebé. Miro atrás y siento pena por esa chica. Eso iba a ser como ese momento de El mago de Oz, donde la fantasía se desvanece, descubres la cortina y ves la realidad. Pero quien tiene el dinero crea las reglas, ¿no?”, agregó la estudiante, quien piensa cambiar su apellido una vez sea doctora en psicología.