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Comisión de la Verdad entra al pulso por el crimen de Álvaro Gómez Hurtado

Familiares del dirigente conservador rechazaron la versión que entregó el expresidente Ernesto Samper sobre el magnicidio. Durante un encuentro con Francisco de Roux solicitaron evaluar el contenido de dos libros que, a su juicio, ambientan parte de la verdad. ¿De qué se trata?

25 de febrero de 2020

El crimen de Álvaro Gómez Hurtado está en boca de todos. Quince días después de que el presidente Iván Duque le pidió al fiscal Francisco Barbosa esclarecer el asesinato del dirigente conservador, los once miembros de la Comisión de la Verdad mueven los hilos para tratar de sumergirse en la memoria de quienes puede tener información que permita conocer qué hay detrás del asesinato. 

Durante una breve reunión que se llevó a cabo este lunes en el centro de Bogotá, los comisionados empezaron a contrastar la información que tienen del crimen con la familia. Aunque el padre Francisco de Roux estaba preparado para escuchar el relato del periodista Mauricio Gómez, hijo del líder conservador, rápidamente se llevó una sorpresa.

Antes de empezar a responder el cuestionario que llevaba el presidente de la comisión, Mauricio había trazado unas líneas rojas. Por eso, en vez de darle de una vez rienda suelta a su relato, le preguntó a De Roux si había leído dos libros que, a su juicio, son claves para entender qué paso. El padre respondió que no.

En seguida, Mauricio le entregó al grupo de investigadores dos tomos y les propuso correr el encuentro para la próxima semana. Uno, encima del otro, se podía leer La verdad sobre las mentiras de Santiago Medina Serna, extesorero de la campaña presidencial de Ernesto Samper, y otro publicado por Enrique Gómez Hurtado, hermano de Álvaro, bajo el título ¿Por qué lo mataron?

El primero, como explica el autor, ya fallecido, ata cabos que la gente tiene sueltos no solo sobre el narcoescándalo que envolvió al expresidente colombiano, sino de la historia que vivió mientras se pavoneó por los pasillos de la política. Es decir, toca desde su vinculación a las actividades políticas de Luis Carlos Galán, hasta su paso por la cárcel Modelo, cuando confesó que había recibido dineros del cartel de Cali. 

El segundo es una reconstrucción del ambiente político que se vivía en noviembre de 1995 cuando asesinaron a Gómez Hurtado a la salida de la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá. En ella, el exsenador Enrique Gómez, también ya fallecido, explica por qué y cómo se configuró la acción criminal que acabó hace 24 años con la vida de su hermano, quien fue durante más de tres décadas el jefe de una de las dos corrientes más importantes del conservatismo colombiano. 

"La visita de los primos Gómez se da en el marco de un ejercicio de contraste de información que se hace con la información que recibimos", le explicó una investigadora a SEMANA. Exactamente, cuatro días después de que el presidente Samper entregó una versión pública del asesinato, la Comisión de la Verdad entrega pistas del proceso de contrastación que empezó el pasado 6 de febrero. 

En múltiples entrevistas Ernesto Samper ha reconocido que el proceso 8000 ha sido su karma. Una pesada cruz que carga a cuestas desde el momento en que ganó las elecciones presidenciales de 1994. El mismo día de su victoria electoral se destapó el escándalo por el ingreso de dineros del narcotráfico a su campaña, y que lo tuvo, en los siguientes cuatro años, más tiempo defendiéndose que gobernando.

Pero esa no fue la única sombra que lo cubrió. El asesinato del dirigente conservador hace parte del expediente sobre el que el país espera explicación. El primer llamado lo hizo la familia desde cuando se conoció el asesinato. Desde ese instante, lo calificaron como un crimen de Estado, y han venido señalando al propio Samper y a su entonces ministro de Gobierno, Horacio Serpa, como responsables.

Esto en parte se debe a que Gómez Hurtado había sido varias veces candidato presidencial, y al momento de su muerte, era un duro opositor desde las trincheras del Noticiero 24 Horas y del diario El Siglo de Bogotá. En este medio, a través de los editoriales, se convirtió en uno de los mayores críticos de Samper, a cuyo Gobierno llamaba “el régimen”.

La alta marea política que había en aquel momento fue la que propició la tesis de que al dirigente conservador lo habían asesinado por sus críticas al presidente de la república. En contraste con esta lectura, que aún no se ha dirimido en los estrados judiciales, el expresidente Samper alega que en realidad lo mataron por no aceptar un golpe de Estado en su contra. 

"Pocos días antes de morir, Álvaro me llamó y me dijo que le llevara el libro de contabilidad, que era la clave de los altos, para referirnos al organigrama de los altos mandos militares. Cuando llegué a su casa estaba particularmente exaltado y me dijo: Eduardo me quieren meter en un golpe de Estado y yo a eso no le jalo, si yo llego a la presidencia llego con este dedo, que se utilizaba antes para sufragar", contó el expresidente el pasado jueves ante los miembros de la Comisión de la Verdad. 

Pero la familia Gómez no cree en esta declaración y, por el contrario, ha expresado que alguien hizo un montaje para encubrir a la Policía. Según ellos, tres testimonios reportaron que los asesinos abandonaron la escena del crimen escoltados por policías en uniforme. Esos testimonios están en el proceso, pero la familia considera que los fiscales nunca los tuvieron en cuenta, ya que Flórez fue acusado para desviar la investigación.

Además, recuerda que siete testimonios de capos del narcotráfico afirman que el controvertido coronel de la Policía Danilo González, quien después trabajó para el cartel del Norte del Valle, organizó el magnicidio. Habrá que esperar, qué tanto podrán los once comisionados desenredar la maraña que completa casi 25 años de impunidad.