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Llegada de oficiales con el menor a Bogotá.
Llegada de oficiales con el menor a Bogotá. | Foto: Suministrada a SEMANA por Policía

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La historia oculta tras el secuestro del pequeño Matías en Cesar

SEMANA revela quiénes estaban detrás del secuestro del bebé que acababa de cumplir 18 meses de nacido y que fue sacado por la fuerza de su humilde casa. La policía lo rescató en una acción heroica.

3 de diciembre de 2022

El pasado 29 de noviembre fue uno de los días más aterradores para Anyi Gómez y Dairo Manosalva, los padres del pequeño Matías, quien con solo 18 meses fue secuestrado, pero en un operativo perfecto regresó a su hogar al ser rescatado por la Policía de las manos de los delincuentes.

Como todos los días, Anyi se levantaba a las 4 de la mañana con su esposo Dairo. Ella preparaba el desayuno y aprovechaba para ir a ver al pequeño Matías, que había llegado para alegrar el hogar de esta joven pareja, ella de 19 años y él de 22, era su primer hijo.

Luego de despedir a su esposo, quien se iba a la finca de su papá a trabajar en agricultura y a ordeñar vacas, revisó que el bebé estuviera bien, durmiendo tranquilo y regresó a su cama. En ese momento se despertó de sorpresa y asustada cuando la cogieron de los pies, y una voz amenazante le dijo que se pusiera boca abajo.

Pensó lo peor, varios sujetos encapuchados, desconocidos, esperaron a ella se quedara sola para entrar a la casa y arrebatarle a Matías.

“Yo luego de regresar a la cama a eso de las 4:20 de la mañana metí el celular debajo de la almohada y enseguida sentí que me tocaron los pies. Alguien me dijo esto es un secuestro, yo no entendía qué estaba pasando”, le contó a SEMANA Anyi.

Los delincuentes le amarraron los pies, las manos y cuando intentó gritar para pedir auxilio le taparon la boca. “Uno de ellos me puso el arma de fuego en la cabeza y me dijo que me callara, luego me dijeron, nos llevamos a su hijo”, así relató el momento en el que sintió que el mundo se le derrumbaba.

Con los ojos vendados, atada de pies y manos, como pudo se tiró de la cama y logró soltar los amarres. Impotente y asustada, salió corriendo a buscar a Dairo, contarle lo que había sucedido, la tragedia que había llegado a su hogar mientras dormía.

No encontraban explicación, no te tenían dinero, eran humildes, trabajadores, un secuestro no tenía sentido, así que solo pasaban por sus cabezas malos pensamientos de lo que podría estar pensando con el niño, con el pequeño Matías. Los nervios y la angustia los carcomían por dentro.

Con el paso de las horas, los papás de Matías recibieron la primera llamada que confirmó que se trataba de un secuestro extorsivo. Les exigían una suma de 100 millones de pesos para regresarles el bebé sano y salvo, de lo contrario iba a ser asesinado.

La cifra era una fortuna para la joven pareja, angustiados Anyi y Dairo rompieron en llanto, pensaron que no iba a volver a ver a su pequeño con vida, pensaban lo peor, la crueldad del secuestro, la sentencia de que las historias de que quienes no pagan los rescates, no vuelven a ver a sus seres queridos con vida.

Con los nervios de punta, decidieron poner la denuncia ante el Gaula de la Policía, de inmediato, un grupo especial de esta unidad se trasladó hasta Cesar, donde vivía la humilde pareja de campesinos para reconstruir la escena y asesorar a los afligidos padres.

“El plan desde el inicio fue dilatar el proceso de negociación”, le reveló a SEMANA uno de los investigadores del Gaula que trabajó en el rescate del pequeño.

Con la estrategia definida, los uniformados sabían lo que tenían que hacer, no había tiempo que perder, a la pareja de padres les decían una a una las palabras que le tenían que responder a los secuestradores, tratando de construir un libreto que conduciría a una historia con final feliz, lejos de los amargos pensamientos que no podían alejar de sus cabezas.

Con esas instrucciones, los policías pusieron en marcha la segunda fase del plan, iniciar la triangulación en tiempo real de las llamadas, con modernos equipos tecnológicos, podían ubicar la zona de donde provenían las comunicaciones y atrapar a los criminales. El trabajo de campo también era importante, conseguir fuentes humanas que dieran algún tipo de información, y así lo fueron haciendo.

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Con estos tres elementos claros, la ubicación del niño y de los delincuentes que se lo habían llevado, los investigadores se jugaron el todo por el todo, no podían cometer el más mínimo error, en estos casos los secuestradores al sentirse descubiertos reaccionan de manera violenta y pueden terminar asesinando a quien tienen de rehén. No podían errar, la vida del niño que había acabado de cumplir 218 meses estaba en juego.

Los padres siguieron cada una las instrucciones de los investigadores, con la información clave; los expertos lograron delimitar la zona donde posiblemente estaba el pequeño, pero faltaba la confirmación, que llegó de una fuente humana que entregó datos especiales sobre movimientos fuera de lo normal en su territorio.

La información de la fuente coincidida con la zona que habían delimitado los investigadores a través de quipos técnicos que sustraen la información de las antenas de celular.

Los datos arrojaron que las llamadas extorsivas a los padres de Matías venían de una zona ubicada a unos 40 kilómetros de distancia de donde había sido secuestrado el niño. Con expertos en cartografía, al ver que era una zona montañosa, se estableció que por esos lados había una finca.

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Para lanzar el operativo de rescate, los comandos debían tener certeza de la información, por eso, los asesores del Gaula provocaron un par de nuevas llamadas de los secuestradores para reconfirmar la información y cotejarla con la fuente humana.

Tras varias comunicaciones con los delincuentes, para los investigadores no había duda que el menor se encontraba secuestrado en la casa que habían identificado.

La noche antes del operativo se definió cómo meticulosamente el plan, comandos de la Policía iban a llegar en dos helicópteros a eso de las 5 de la mañana a la finca que ya tenían identificada. Así fue, el pasado viernes, cuando apenas aclaraba el día, fuerzas especiales descendieron en soga y en un operativo de película llegaron a la vivienda.

Los ocupantes del predio fueron sorprendidos, en el lugar fueron encontrados dos hombres, una mujer y varios niños, entre los que estaba el pequeño Matías, quien fue rescatado sano y salvo.

Sorpresa

Luego de poner a salvo al pequeño, uno a uno fueron capturados los habitantes de la finca, la sorpresa de los investigadores fue durante el proceso de identificación de los mismos, pues varios apellidos se repetían, eran todos integrantes de una misma familia, eran primos, y vecinos de Anyi y Dairo.

Imágenes del rescate del pequeño secuestrado en Cesar.
Imágenes del rescate del pequeño secuestrado en Cesar. | Foto: Suministrada a SEMANA por Policía

“Yo no sé que decir, no tengo palabras, no entiendo lo que pasó, no sé por qué lo hicieron”, dijo a SEMANA Darío, el papá de Matías.

Aseguró que los ahora señalados secuestradores eran amigos de infancia, jugaban fútbol desde pequeños, desde el colegio, en primaria, en la escuela de la vereda, desde entonces se conocían. “Que sea la justicia la que se encargue de ellos”, añadió Darío.

Más desconcertado quedó Dairo cuando escucho detalles sobre cómo tenían a su bebé cautivo. Al parecer, una de las esposas de los secuestradores se había prestado para colaborar con el secuestro, era la encargada de cuidar al niño, y lo habían dejado con otros menores para mantenerlo distraído.

El director de la Policía, el general Henry Sanabria indicó que, “en cooperación con personas de la zona, se logró establecer que en la Vereda las Palmeras, en el municipio de Pelaya, Cesar, un grupo de 20 comando de la Policía logró el rescate (…) fue clave el reporte inmediato del secuestro que hizo la familia”.

La hipótesis que manejan las autoridades sobre el secuestro del pequeño Matías giran en torno a que el papá de Dairo tiene una finca que cuenta con cerca de 150 cabezas de ganado, que al venderlas pueden generar unos recursos importantes de dinero. En el campo el ganado es moneda de cambio, y era realmente fácil traducir ese ganado en dinero para pagar el cruel secuestro.

Seguramente, lo que pasó por la cabeza de los vecinos y secuestradores de Matías, era que su abuelo vendiera el ganado y con eso les pagara los 100 millones de recompensa, que estaban exigiendo.

Los detenidos, que se encuentran entre los 20 y 35 años de edad, ahora deberán enfrentarse a uno de los procesos más severos ante la justicia colombiana, tendrán que responder por secuestro extorsivo agravado, porte ilegal de armas de fuego y concierto para delinquir; con el agravante, que dichas conductas se cometieron contra un bebé de solo un año y medio de nacido.

Y aunque Dairo, Anyi y Matías están hoy de nuevo para tomarse la foto juntos, quedarán con un amargo recuerdo que será difícil de borrar de sus memorias, en donde fueron traicionados por sus fieles vecinos que les hicieron pasar cuatro días de horror.