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Marty Baron y Luis Carlos Vélez
Marty Baron y Luis Carlos Vélez | Foto: Semana video

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“No creo que un periodista, por estar en redes sociales, pueda estar autorizado para decir lo que quiera”: Marty Baron

El exeditor de The Washington Post, uno de los periodistas más destacados de la historia reciente, habla con SEMANA sobre los retos del periodismo en la era digital; no cree en la dictadura de contenidos de las redes ni en su presión sobre los informadores.

Luis Carlos Vélez
13 de marzo de 2021

Luis Carlos Vélez: ¿Por qué decidió dejar el Washington Post?

Marty Baron: Estoy en la edad normal para el retiro. En Estados Unidos es a los 65 años. He trabajado para organizaciones de medios por alrededor de 20 años, y en el negocio, por 45. La forma de trabajar en este sector es estando en servicio cada minuto de cada día, y creo que estoy en un momento de mi vida en el que necesito más tiempo para libertad personal. Necesitaba más tiempo para estar conmigo mismo.

L.C.V.: En estos 45 años de trabajo, ¿Cuál es el mayor cambio en el periodismo que usted percibe?

M.B.: Quizás, uno de los más grandes es la naturaleza digital de la información. Por supuesto, cuando empecé no había internet. Cuando no había internet, el trabajo no era como lo es hoy. Teníamos que esperar para tener velocidades rápidas y buenas conexiones, que en Estados Unidos llegaron en la década de los dos mil. Eso cambió todo porque la gente empezó a poner videos en internet; a hacer animaciones y todas las cosas que se pueden hacer hoy. Luego, vino la creación de Facebook, Twitter, Google, todas las redes sociales, que generaron una diversidad de posibilidades para los anunciantes diferentes a las organizaciones de medios. Eso cambió para el negocio la cantidad de recursos, y, con eso, la capacidad para llegar a más personas porque teníamos menos dinero para operar. Hoy durante los últimos cuatro o cinco años ha habido una expansión de la desinformación y la información errada. Esto está teniendo un impacto en cómo las personas entienden y están de acuerdo o en desacuerdo con los hechos que pasaron ayer. 

L.C.V.: ¿Cómo categoriza los efectos de internet y las redes sociales en el periodismo?  

M.B.: Creo que, como todo, tiene buenas y malas cosas. Lo bueno es que es una forma en la que muchas personas pueden comunicarse directamente con el mundo, y sin esas herramientas no podrían hacerlo. Para muchas personas que antes no tenían acceso a los medios, ahora lo tienen y pueden comunicarse con otros. También hay muchos que son expertos en sus campos y publican en Twitter o Facebook, convirtiéndose en una muy buena fuente de conocimiento. Eso ayuda. En los medios tradicionales usamos las redes sociales todo el tiempo para difundir nuestras historias y llegar a las audiencias. Desde nuestra perspectiva, en las redes sociales hay cientos de millones de personas y siempre queremos llegar a ellas. Por otro lado, las redes crean una oportunidad para que las personas difundan desinformación que se convierte en mentiras, y las mentiras, a su vez, crean historias de conspiración. Al mismo tiempo, hay personas que incluso trabajan para medios de noticias tradicionales y publican en redes sociales sin editores. El lineamiento tradicional para una organización de medios, como ocurre en el Washington Post, es que, antes de publicar, un editor está revisando tu historia y quizás varios editores están revisando al mismo tiempo esa historia para que todo cumpla con nuestros estándares. Pero, cuando las personas van a las redes sociales sin ningún intermediario, no se puede garantizar que se cumplan los estándares.

L.C.V.: ¿Los periodistas o los editores deberían sentir presión por el acoso o las críticas en las redes sociales? 

M.B.: Siempre es importante entender lo que las personas están diciendo y por qué lo están diciendo. Pero solo porque lo digan en redes sociales no significa que tengamos que darles prioridad a esas opiniones. Hay otras formas, como que nos escriban cartas o nos llamen al teléfono. La retroalimentación no significa más relevancia solo porque se haga en Twitter. Creo que es bueno verlo y entender qué están diciendo. Pero otras veces las personas usan las redes para deslegitimar falsamente al periodismo; atacar o acosar a periodistas. No hay que darle tanta atención a eso, a menos que esas reacciones en las redes sociales puedan convertirse en ataques reales a los periodistas. 

L.C.V.: ¿Qué cree acerca de las publicaciones que basan sus contenidos en los clics que puedan producir? 

M.B.: Yo no creo en el clickbait. De hecho, no es un modelo exitoso. En estos días solo se ha convertido en una forma para ganar unos dólares de más en los anuncios. Pero el público es bastante consciente de que esta es una técnica muy sofisticada, y la verdad es que no hay anuncios para cosas en que las personas no están interesadas o no están buscando. El verdadero modelo exitoso es tener suscripciones y que las personas estén cada vez más dispuestas a pagar por periodismo. Ese es nuestro modelo en el Washington Post y ahora tenemos más de 3 millones de suscriptores digitales. Muchas personas tienen exigencias muy altas de calidad; ellos no están pagando por basura. Ese es un modelo muy exitoso de suscripción. No creo que el modelo ejemplar para una organización de medios sea el de publicar basura. 

L.C.V.: ¿Los periodistas deberían ser autorizados para trinar cualquier cosa que quieran? 

M.B.: No. Nosotros tenemos estándares sobre cómo queremos que nuestros periodistas se manejen a sí mismos. Hay representantes de nuestra organización que eventualmente tienen que dar un discurso; hay representantes de nuestra organización que están en televisión; representantes de nuestra organización que están en radio. Si ellos van a las redes sociales, deben saber que siguen siendo representantes de nuestra organización, y tenemos estándares, principios y prácticas en las que creemos que consolidan nuestras publicaciones. No creo que un periodista, solo porque está en las redes sociales, pueda estar autorizado para decir lo que quiera. Los periodistas no pueden decir lo que quieran cuando están en radio, televisión o prensa, y tampoco pueden hacerlo en redes sociales solo porque sean redes sociales. Creo que eso es muy peligroso. 

L.C.V.: ¿Facebook debería pagar a las organizaciones de medios por sus contenidos? 

M.B.: Ya les están pagando a algunas organizaciones de medios, pero no lo hacen con todo el mundo. Creo que en algún tiempo tendrá que haber alguna transferencia de dinero de las grandes corporaciones, como Facebook, a las organizaciones de medios si esperan que estos continúen publicando su periodismo. Durante años, las grandes compañías tecnológicas se han renovado, pero no han tomado responsabilidad por el mundo y hay que invertir en el mundo. Facebook siempre tiene opciones como lo hizo en Australia, en donde dijo que no publicaba las noticias de los medios que le exigieron pagos. Eso es un problema, porque la forma en la que nosotros ampliamos nuestra audiencia son las redes sociales. Creo que Facebook tiene que pagar algo por el periodismo que usa. 

L.C.V.: Dentro de los medios tradicionales, como la radio, la televisión, el cable, los periódicos, las revistas, ¿cuál es el que tiene más futuro? 

M.B.: Todos tienen futuro. Creo que, en el caso del cable, el periodismo está en peligro en este momento porque las personas se están desconectando del cable y adquiriendo servicios de streaming directamente. En el caso de la radio, continuará con algunas variaciones, particularmente, en la forma en la que las personas se aproximan a los pódcast y a los programas en internet. No creo que haya muchos nuevos periódicos en la carrera larga porque la circulación masiva de los periódicos es definitiva. Pero las organizaciones de medios serán capaces de sobrevivir, y uno de los factores será la adaptación a internet y la capacidad de abrazar internet desarrollando un modelo exitoso allí. Los periódicos físicos probablemente no van a sobrevivir. Esta es la era digital. 

L.C.V.: ¿Cuál es su percepción sobre el periodismo en Colombia? 

M.B.: No conozco suficientemente la realidad del periodismo en Colombia. Creo que no podría comentar. 

L.C.V.: ¿Cuál es su consejo para los estudiantes que quieren convertirse en periodistas? 

M.B.: Si se sienten apasionados por el periodismo, sigan adelante. Hay que reconocer que el periodismo está cambiando, las formas en las que contamos las historias están cambiando porque el internet ha hecho que nos transformemos en la radio, también en la televisión y allí mismo en internet. Ahora tenemos muchas formas de contar historias y tener ventajas con animaciones, video, los gráficos con los que se puede interactuar, la publicación de los documentos originales, etcétera. Es importante tener en cuenta eso. Hay que tener todas las habilidades tradicionales de un periodista, pero tenemos que reconocer que hay muchas cosas para aprender en el proceso, el cual será continuo durante muchos años. 

L.C.V.: En Colombia nuestras instituciones tradicionales de medios tienen muchos años de estar al aire. En el caso de la radio, más de 70 años; en televisión, algunas compañías, más de 20 años; los periódicos, cerca de 100 años. ¿Cuál es su consejo para esas empresas a fin de transformarse? 

M.B.: La forma en la que las personas están accediendo a la información está cambiando. Hay que adaptarse y descubrirlo. Recuerdo una conversación con el dueño de una compañía de medios en Colombia probablemente hace diez años y conversamos sobre cómo estaban desarrollándose las cosas con internet. Él me dijo que todo estaba bien, y yo le pregunté que por qué lo estarían. Él me dijo que lo que ocurriera en Estados Unidos iba a ocurrir en Colombia y en el resto del mundo. Realmente no. Ellos están experimentando el gran impacto de internet. Es importante para cada empresa de medios entender cuál es la transformación que está generando internet sin resistirse, sino adaptándose. Entre más se resistan, más va a ser peor. No puedes forzar a las personas a consumir información en la forma en la que quieres que esas personas lo hagan. Las personas consumirán la información en la forma en la que ellas quieran hacerlo. 

L.C.V.: ¿Podemos saber cuál es esa compañía?

M.B.: No (risas).