Nariño

A familia de la menor de edad, que fue encerrada, quemada y lleva cuatro meses en UCI, el alcalde de Pasto solo les dio $70.000 “para el pasaje”

Sara, de 15 años, sufrió quemaduras en el 80 % de su cuerpo tras ser encerrada y prendida fuego en una perfumería clandestina. Su madre, Johana, rompe el silencio y relata la tragedia que nadie quiso atender.

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9 de diciembre de 2025, 11:10 a. m.
UCI Quemados - Fundación Valle del Lili
Unidad de quemados. | Foto: Fundación Valle del Lili

El relato de Johana del Rosario Maya Rebelo estremece. Habla con la voz desgastada por cuatro meses de vigilia en una unidad de cuidados intensivos en Cali, lejos de su hogar y sin respaldo institucional. Su hija, Sara Yuliana Zambrano Maya, de apenas 15 años, lucha por vivir después de que un grupo de adolescentes la empapara en alcohol, le lanzara fuego y la encerrara en una habitación con rejas en Pasto. Desde entonces, Johana no ha tenido ni un día de descanso, y asegura que las autoridades han sido tan indiferentes como los responsables.

La historia ocurrió el 23 de julio. Ese día, Sara pidió permiso para ir a la casa de un vecino donde funcionaba una perfumería clandestina. Quería ganarse 15.000 pesos para comprarle un regalo de cumpleaños a su hermana. “Ella no iba a trabajar por obligación —cuenta su madre—, era su ilusión hacerle un detalle”. Esa noche, en ese cuarto lleno de botellas con alcohol, esencias y galones inflamables, todo se convirtió en una pesadilla.

Según la versión que la misma Sara alcanzó a dar, cuatro jóvenes —dos hombres y dos mujeres de 16 años— llegaron al lugar. Entraron, patearon los recipientes de alcohol y luego los rociaron sobre las dos niñas que estaban allí: Sara y Estefanía Cardona, hija de la dueña de la perfumería. Después, sin darles tiempo de reaccionar, les lanzaron una llama con una mechera y cerraron la puerta. Las niñas ardieron vivas.

Sara gritó por la ventana, pero estaba protegida por rejas. El humo se filtró por las paredes y los vecinos empezaron a alertar que algo se incendiaba. Los mismos jóvenes que se reían mientras ellas gritaban terminaron abriendo la puerta, demasiado tarde. Sara bajó las escaleras envuelta en llamas. “Yo la vi bajar prendida —dice Johana— con las piernas, brazos y ropa quemándose”.

Estefanía, la otra menor, no sobrevivió.

Mientras las niñas eran trasladadas al Hospital Departamental de Pasto, la dueña de la perfumería —según denuncia Johana— contrató hombres para limpiar la casa antes de que llegaran los bomberos. “Sacaron químicos, escondieron materiales. Ella no fue al hospital, llegó horas después”. El lugar no tenía ningún elemento de seguridad: ni extintores, ni ventilación, ni medidas básicas.

Sara estuvo 17 días entubada en Pasto antes de que la remitieran de urgencia a Cali por la gravedad de sus quemaduras. “Aquí nos tocó venirnos sin nada. Vendimos lo poquito que teníamos. Llevamos cuatro meses viviendo de la voluntad de la gente”, asegura Johana.

La alborada en Cali, deja varios casos de quemados con pólvora en el inicio de las fiestas decembrinas. Foto Jorge Orozco / El País.
Jóvenes con pirotecnia | Foto: Jorge Orozco

La menor tiene afectado el 80 % del cuerpo. Ha pasado por múltiples infecciones, varias cirugías e injertos de piel. “Ya no tienen de dónde sacarle piel. Ahora piden que sea de la cabeza, pero Sanar no quería autorizarlo. Tuve que poner una tutela para que le dieran la piel que necesita”. Sus brazos lograron cicatrizar, pero sus piernas siguen en alto riesgo.

Lo emocional tampoco ha dado tregua. “Ella no duerme, tiene pesadillas. Sopla imaginando que apaga fuego. Dice que los jóvenes van a venir a matarla. Está llena de miedo”.

Mientras la familia vive esta tragedia, la justicia apenas se mueve. Johana asegura que la Fiscalía recibió la denuncia por intento de homicidio, pero terminó clasificándola como lesiones personales. No hay capturas, pese a que la propia Sara ya entregó su versión formal ante un intendente de la Policía. Los presuntos agresores fueron retirados del colegio y reciben clases virtuales. “Los justifican psicólogos diciendo que son niños. ¿Qué niño prende fuego a dos niñas y se ríe?”, reclama Johana.

La madre de Estefanía, la menor fallecida, tampoco interpuso denuncia, según la versión de Johana. “Ella siguió con sus negocios. No quiso meterse en problemas”. El local donde ocurrió el incendio fue desalojado, pero la perfumería continúa funcionando en otro punto del centro de Pasto.

Johana también denuncia el abandono institucional. “Mi esposo fue a pedir ayuda a la alcaldía. El alcalde de Pasto solo nos dio 70.000 pesos. Eso nos dijo: “Que para el pasaje. Con eso nos vinimos para Cali. Nunca más llamaron”.

La esposa del gobernador —cuenta la mujer— sí se acercó a ofrecer apoyo, pero desde la Alcaldía de Pasto no han recibido acompañamiento psicológico, jurídico ni económico. “Nada. Nadie. Estamos solos”.

Cuatro meses después del ataque, Sara sigue hospitalizada. Su vida ha estado en riesgo desde el primer día. “Los médicos me dijeron que sus posibilidades de vivir eran mínimas. Pero aquí sigue, luchando”.

Johana solo pide justicia. “No quiero que otra niña pase por lo mismo. Ellos tienen instinto criminal. Intentaron matarlas. Le pido al alcalde, al gobernador, al Gobierno nacional: ayúdennos. Nos cambiaron la vida. Estamos destrozados”.

Ella cuida día y noche a su hija en una ciudad que no es la suya, sin ingresos, sin apoyo estatal y con una historia que, hasta ahora, no había sido escuchada.

“Yo solo quiero que esto no quede en el olvido. Mi hija merece justicia. Merece volver a vivir”.

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