En esta ocasión, los hechos sucedieron en la calle 64 con carrera Quinta del barrio Jordán, primera etapa, donde dos sujetos golpearon a una mujer que transitaba por la vía pública para despojarla de su bolso y de otras pertenencias.
Probablemente, el hombre de 27 años que fue capturado y el menor de 15 que resultó aprehendido, pensaron que la noche les ayudaría para llevar a cabo su plan de manera exitosa y, por eso, decidieron esperar a las 7:00 p. m. para atacar a su víctima.
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Lo que no entraba en sus cuentas era la reacción de los vecinos de este sector, quienes, al estar cansados de que la delincuencia haga de las suyas, decidieron salir en defensa de la mujer y dieron alcance a los presuntos ladrones.
Fue justo en ese momento cuando los vecinos, enardecidos, los envolvieron en una lluvia de puñetazos, patadas y golpes con objetos contundentes, para después incinerar la motocicleta en la cual se movilizaban.
La joven asaltada debió ser trasladada a un centro asistencial de la capital tolimense, debido al fuerte golpe que sufrió en la cabeza cuando cayó al suelo durante el atraco. Sus agresores también precisaron atención médica, aunque en su caso fue por los efectos de la ‘paloterapia’, que cada vez se convierte en un mecanismo de defensa para la comunidad.
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Durante los últimos años, esta clase de acciones son frecuentes en las calles de las ciudades y municipios del país, cobrando fuerza entre las personas la idea de una ausencia de responsabilidad penal en virtud de la legítima defensa.
Todas estas situaciones han tomado cierto auge después de que el 25 de enero de 2022 se sancionara la ley 2197 sobre seguridad ciudadana, aunque los especialistas en derecho advierten que una cosa es defenderse ante una agresión que sea inminente e injustificada; y otra muy diferente actuar de forma desproporcionada.
Sin embargo, la ciudadanía debe tener presente antes de incurrir en estos actos de justicia por mano propia las consecuencias legales que les podrían traer, ya que no es solo cuestión de dejarse llevar por la rabia del momento o pensar que se está haciendo algo heroico.
Para nadie es un secreto que este fenómeno cobra fuerza por la falta de eficacia de las instituciones encargadas de la seguridad, además por lo frustrante que resulta para los denunciantes el hecho de que su victimario, en muchos casos, esté de nuevo en las calles apenas unas horas después de ser capturado.
No obstante, esta clase de conductas en las que se ejecutan acciones humillantes, se golpea o se asesina a los delincuentes implican una violación a la ley; aun en aquellos casos en los cuales se demuestre que los agredidos sí son culpables de haber cometido algún delito.
En muchas ocasiones se pide por parte de la comunidad que la acción de la justicia no se limite únicamente a identificar aquellas personas que en medio de una turba vengativa participan en los ataques, sino también que establezca la responsabilidad de las autoridades que hacen caso omiso a su obligación de dar captura a quien incurra en un hecho delictivo.