Política
Álvaro Uribe, recargado: con la justicia a su favor, el expresidente toma un gran impulso para influir en las elecciones de 2026; esto es lo que viene
Uribe esperó durante meses la decisión judicial en segunda instancia para regresar a la política en 2026, empujar una candidatura presidencial de derecha y despojar al petrismo del poder.
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El uribismo —la corriente pura sangre que respalda al expresidente Álvaro Uribe Vélez— celebra. Y no es para menos. El Tribunal Superior de Bogotá absolvió al exmandatario de los delitos de soborno en actuación penal y fraude procesal que, en un fallo de primera instancia, ordenaba su condena en una cárcel durante 12 años.
La justicia le halló la razón a Uribe, quien siempre insistió en su inocencia. Lo más importante: le permitió demostrar en el juicio que no era responsable de los señalamientos en su contra, en una investigación que superó los ocho años. Acudir a la prescripción judicial —a su consideración— suponía una derrota a su honorabilidad y buen nombre, según repitió el líder del Centro Democrático en varias oportunidades. Por eso, desistió de la prescripción en varias oportunidades.

El fallo a su favor pasará a revisión de la Corte Suprema de Justicia en casación, pero, mientras tanto, se convirtió en un bálsamo y en una especie de oxígeno en medio de la contienda política de 2026 que mantuvo a Uribe limitado para ser él.
Estos meses no han sido fáciles para el expresidente, quien dedicó gran parte de su tiempo a defenderse judicialmente —él revisó cada página de su defensa judicial ante el Tribunal—, y a mover a sus cinco precandidatos a la presidencia por el Centro Democrático en un ambiente adverso porque uno de ellos, Miguel Uribe Turbay —quizás el preferido por el exmandatario—, recibió múltiples disparos en junio de 2025 y falleció dos meses después en la Fundación Santa Fe, en Bogotá.

Hoy, en medio de los torbellinos políticos y judiciales por donde ha tenido que cruzar Uribe, el expresidente —quien siempre mantuvo su cabeza en alto, aunque en ocasiones se le vio amilanado por los señalamientos en su contra— resurge como el Ave Fénix, se recarga políticamente y lo más probable es que desde la próxima semana vuelva a las calles, a las regiones apartadas y agudice su discurso contra Gustavo Petro, sus reformas y los problemas de seguridad que enfrenta su Gobierno.
El Centro Democrático, el partido político del expresidente, prepara una campaña mediática agresiva en redes sociales y medios donde buscarán limpiar el nombre del exmandatario.
Difundirán los apartes más destacados de la sentencia, entre ellos, cómo la línea telefónica de Uribe fue interceptada inicialmente por la Corte Suprema de Justicia con el objetivo de escuchar, ilegalmente, al exmandatario. Desde ahí nació la investigación judicial que hoy se quedó sin piso tras un fallo de segunda instancia.

Difundirán ampliamente las contradicciones evidenciadas por el Tribunal sobre Juan Guillermo Monsalve, el testigo estrella con el que el precandidato presidencial Iván Cepeda buscó llevar a la cárcel a Uribe Vélez y sepultar su vida pública y política.
Precisamente, Cepeda —el enemigo político de Uribe y quien lo denunció y lo arrinconó judicialmente durante más de siete años—, es el gran derrotado en medio de este pleito judicial. Su aterrizaje a la campaña presidencial del Pacto Histórico se cristalizó cuando la jueza Sandra Heredia condenó al exmandatario en primera instancia.
En la izquierda consideraron el primer fallo contra Uribe como un gran logro de Cepeda. Pero hoy, cuando el Tribunal dijo lo contrario, sus argumentos y ataques contra el exmandatario, quedaron en duda.
Con la notificación del fallo, Uribe Vélez empezará en firme a dedicarse a lo que más sabe: a hacer política. Intensificará sus debates regionales, donde acudirá nuevamente a la figura de sus consejos comunales cuando fue presidente y se moverá ampliamente por Colombia.
Lo hará sin la palabra “condenado” que se convirtió en una especie de inri a su nombre durante varios meses y eso le permitirá jugar e influir con más contundencia en las elecciones presidenciales de 2026 donde contempla una gran coalición de derecha y centroderecha que se mida en las urnas en marzo del próximo año.
Lo más probable es que se convierta en el candidato al Senado por el Centro Democrático número 25 y empuje una gran lista cerrada al Congreso por el Centro Democrático, tal como lo anunció recientemente el director de ese partido, Gabriel Jaime Vallejo.
Una cosa era Álvaro Uribe condenado judicialmente. Otra, muy distinta, es absuelto, haciendo política y recorriendo regiones donde su nombre es aclamado en medio de fuertes problemas de seguridad.
