Inseguridad alimentaria
Alerta de la ONU: América Latina es la región del mundo donde más cuesta tener una dieta saludable
Ocho millones de personas dejaron de acceder a alimentos adecuados después de la aparición de la pandemia de covid-19, según un reciente informe multilateral.
La pandemia le dio un golpe enorme a la seguridad alimentaria en todo el mundo. Los cierres masivos de establecimientos comerciales, las restricciones a la movilidad y las cuarentenas estrictas dejaron secuelas gravísimas en la economía mundial que han afectado, sobre todo, a las poblaciones más vulnerables que contaban con menos recursos para hacerle frente a la emergencia sanitaria.
De hecho, así lo deja ver un reciente informe de las Naciones Unidas (ONU), que muestra que la región del planeta donde la comida saludabble se cobra más cara es América Latina y el Caribe.
La investigación, llamada ‘Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2022′, evidenció que cerca del 22,5 % de las personas en América Latina y el Caribe no tiene los medios adecuados para tener una dieta saludable.
“En el Caribe, un 52 % de la población ha sido afectada por esta situación; en Mesoamérica este número alcanza el 27,8 % y en América del Sur el 18,4 %”, indicó la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en un comunicado de prensa posterior a la presentación del informe.
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De acuerdo con el estudio de la ONU, estos porcentajes significan que en la práctica 131,3 millones de personas que viven América Latina y el Caribe no pudieron comer saludablemente con regularidad en 2020.
La cifra, además, aumentó en 8 millones con respecto a las cifras registradas en 2019, una año en el cual la pandemia de covid-19 aún no sumía al mundo en una profunda crisis económica.
Según señaló la OPS, esta situación se debe principalmente “al mayor costo diario promedio de este tipo de dieta en América Latina y el Caribe comparado con el resto de las regiones del mundo, llegando en el Caribe a un valor de 4,23 dólares, seguido de América del Sur y Mesoamérica con 3,61 y 3,47 dólares, respectivamente”.
Así mismo, la ONU advirtió en su informe que en esta delicada situación de seguridad alimentaria también intervienen distintos factores socioeconómicos y nutricionales. Por ejemplo, el estudio mostró que la falta de acceso a una dieta saludable está directamente relacionada con otros indicadores como el nivel de ingreso de los países, la proporción de personas en condición de pobreza y los niveles de desigualdad.
“El reporte reveló también que el aumento de precios internacionales de alimentos experimentado desde 2020, especialmente después del inicio del conflicto en Ucrania, y el alza en la inflación alimentaria que se encuentra por sobre la general, han incrementado las dificultades para que las personas puedan acceder a una dieta saludable”, anotó la OPS a través de su comunicado de prensa.
El estudio que hizo la ONU también contenía un análisis de las políticas públicas que podrían mejorar la facilidad de acceso a comida que realmente tiene un aporte nutricional. Aunque señalaron que debe haber un enfoque integral.
“Ninguna política por sí sola puede proporcionar la solución a esta problemática. Es necesario reforzar los mecanismos de coordinación nacionales y regionales para responder al hambre y la malnutrición”, señaló Mario Lubetkin, subdirector y representante regional de FAO para América Latina y el Caribe.
“Para contribuir a la asequibilidad de dietas saludables, se requiere crear incentivos para la diversificación de la producción de alimentos nutritivos dirigidos principalmente a la agricultura familiar y productores y productoras de pequeña escala, medidas para la transparencia de los precios de estos alimentos en los mercados y el comercio, transferencias en efectivo y otras acciones como la mejora de los menús escolares”, añadió Lubtekin.
Lola Castro, directora regional del Programa Mundial de Alimentos, argumentó, por su parte, dijo que la inseguridad alimentaria es un fenómeno que seguirá en aumento durante los próximos años, no solo por la crisis económica que causó la covid-19, sino también por el incremento en los precios de los combustibles que se acentuó debido a la invasión de Rusia a Ucrania que se desató el año pasado.
“Debemos actuar ya, pero ¿cómo podemos hacerlo? Apoyando a los gobiernos a expandir las redes de protección social porque la pandemia volvió a demostrar que la protección social es útil para mejorar la asequibilidad a una dieta saludable, evitando que crisis como esta golpeen aún más a las poblaciones afectadas”, indicó Castro.
Los representantes de los entes multilaterales también señalaron que es fundamental que se apliquen otras políticas públicas claves, como el etiquetado nutricional, el subsidio de los alimentos que puedan incluirse en una dieta balanceada y la imposición de impuestos a alimentos dañinos para la salud.
Esto, indicó la OPS, no solo servirá para mejorar la proporción de personas que accede a una dieta saludable, sino que permitirá reducir padecimientos como la diabetes, la obesidad y el colesterol alto en la sangre.
Una región con alimentos costosos
“Hablamos de la región del mundo con la dieta saludable más costosa, lo que afecta particularmente a las poblaciones vulnerables —pequeños agricultores, mujeres rurales y poblaciones indígenas y afrodescendientes—, las cuales destinan un mayor porcentaje de ingresos a la compra de alimentos”, dijo, por su parte, Rossana Polastri, directora regional del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola.
“Para revertir esta situación, debemos promover soluciones innovadoras que diversifiquen la producción y aumenten la oferta de alimentos saludables y que mejoren el acceso de los pequeños productores a los mercados y los alimentos de calidad”, agregó.
Mientras tanto, Carissa F. Etienne, directora de la OPS, sostuvo que la región debe “redoblar sus esfuerzos” para encarar y reducir los indicadores de malnutrición. Señaló que es clave que se implementen políticas públicas de etiquetado frontal de advertencia en los alimentos, se regule la publicidad de ultraprocesados y se incremente la carga impositiva a las bebidas con excesos de azúcar.
A su vez, señaló que los países deben comprender cuáles son los malos hábitos alimenticios de sus poblaciones para saber cómo diseñar políticas públicas sanitarias efectivas.
La OPS también recordó que el hambre en América Latina y el Caribe ha sido un fenómeno creciente en los últimos años posteriores a la pandemia de covid-19.
“Entre 2019 y 2021, la cifra de hambre en la región aumentó en 13,2 millones, alcanzando un total 56,5 millones de personas con hambre en 2021, situación que también fueron afectadas por el impacto de la pandemia de la covid-19. Un incremento liderado por América del Sur, donde 11 millones de personas adicionales padecieron hambre. Entre 2019 y 2021, el hambre alcanzó una prevalencia del 7,9 % en América del Sur, 8,4 % en Mesoamérica y 16,4 % en el Caribe”, concluyó la OPS.