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“Esto es un milagro”, gritaba desconsolado Heriberto Urbina, el hombre de 86 años liberado en Catatumbo. Esta es su historia
SEMANA conoció detalles desgarradores del cautiverio que tuvo que pasar el secuestrado más anciano en Colombia.
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Más de mes y medio permaneció secuestrado el ganadero Heriberto Urbina, quien se habría convertido en la persona más vieja, al parecer del mundo, en estar en poder de un grupo criminal. La noche del 6 de junio de 2023 fue la primera que pasó en su casa luego de una larga y tortuosa pesadilla.
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“Mátenme ya si quieren, pero no sigo en esas condiciones”, recuerda el anciano que le dijo a sus captores una noche en la que lo trasladaban en moto por empinadas y pedregosas carretas, en las que era difícil incluso de sostenerse de la moto para no resbalarse. Sus huesos no soportaban tanto esfuerzo que demandaba, la huida de los miembros de la organización que se movían tratando de evitar no solo los ataques de la fuerza pública, sino de otros grupos criminales, que se disputan el control territorial.
A Urbina no le daban el medicamento que requería para controlar la presión arterial, solo desde hace dos semanas para acá le empezaron a suministrar los fármacos requeridos para su tratamiento de la próstata. “En una bolsita que él llama su maletica tenía dos dolex, un cepillo de dientes, crema dental, jabón, desodorantes y una ropa de segunda que le dieron los que lo tenían retenido”, dijo a SEMANA su hijo mayor.
Fue él quien viajó de Cesar a la región de Catatumbo a recoger a su papá. Explica que el sábado pasado recibió una llamada de los captores en la que le advirtieron que tenía que estar pendiente de los próximos mensajes porque algo estaría por pasar. El lunes, un sacerdote de Ocaña se contactó con la familia y le dijo que la Iglesia Católica estaba mediando por la liberación que estaría próxima a darse. Efectivamente, el martes, 6 de junio, funcionarios de la Defensoría del Pueblo recogieron al mayor de los Urbina, para emprender el más largo de los viajes.
“En el camino pensaba muchas cosas, ¿sería real que lo liberarían, o todo se trataba de una trampa para dejarme a mí allá?; ¿cómo estaba mi papá?; ¿alcanzaría a liberarlo ese día?”. Confiesa que era algunas de las preguntas que se hacía. La idea era llegar a la zona antes del mediodía, pero se presentaron cientos de obstáculos en la vía, a las 3 de la tarde empezaron a entrar al territorio rural. Casi cuatro horas duró el recorrido por las trochas.
Llegaron a una casa en la que estaba una familia y alrededor varias personas armadas, sin logos o escudo que identificara la organización delincuencial. En medio de ellos, se veía el anciano con barba, agotado, una sudadera negra y un buzo del mismo color, que sus captores le consiguieron. Mientras su hijo sentía que el pecho le quedaba pequeño al corazón que latía como nunca, vio al viejo llorar desconsolado y gritar, “¡Esto es un milagro!”, la expresión la repetía una y otra vez.
Un abrazo resumió lo que había vivido en las últimas semanas. “Váyanse ya, que es tarde y no es recomendable que viajen por acá”, recuerdan que les recomendaron los mismos que hicieron la entrega. Se subieron al carro y hasta las 11 de la noche sufrieron la angustia de un lado y del otro.
En medio del relato que hizo el veterano ganadero, estremece al contar que durante 17 días estuvo completamente encerrado en una habitación sin poder tomar el sol. Sin embargo, encontró una ranura entre el techo y la pared que dejaba filtrar la algo luz. Él aprovechaba para poner la frente en ese poco de sol y así sentir que recibía algo de energía. Recuerda que durante las primeras semanas, el comandante que mandaba en el lugar solía maltratarlo psicológicamente, advirtiéndole constantemente que si no lo mataba a él mataría a miembros de su familia, si no accedía a sus pretensiones.
Luego, llegó al mando otro hombre que fue más humano, y quien habría accedido a la liberación. Asegura que siempre le suministraron alimento. El señor Urbina cuando llegó a su casa se llevó la sorpresa que varios vecinos lo estaban esperando ahí para darle la bienvenida. El médico de la familia lo chequeó y reportó que tenía la presión arterial alta, por esa razón esperan en las próximas horas iniciar una serie de chequeos médicos especializados.
El ganadero a las 2 de la mañana se levantó de su casa y salió al portón de la vivienda. Desde entonces está pasándole revista a la maquinaria, los animales, detalles del negocio, porque está convencido que la vida y que Dios le dieron una oportunidad más de vivirla.