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Mockus y Navarro: dos pesos pesados en la lona

Antonio Navarro y Antanas Mockus, dos figuras de la Alianza Verde, se quedaron sin cargo, pero no sin juego.

13 de abril de 2019

La semana pasada, dos sabios de la tribu verde quedaron en el aire. Antonio Navarro perdió la encuesta en la que su partido eligió el candidato a la Alcaldía de Bogotá, enfrentado a Claudia López. Y el Consejo de Estado anuló la elección al Senado de Antanas Mockus, quien hace un año sacó más de medio millón de votos. Ambos hechos generaron conmoción. Los dos son personajes reconocidos en la política y en la opinión. Generan consensos, han tenido carreras notables, son personas éticas y no están inmersos en la polarización.

La salida de Mockus produjo tusa; la derrota de Navarro, especulaciones presidenciales.

La salida de Antanas Mockus del Senado generó una tusa a miles de colombianos. Una decisión del Consejo de Estado determinó que él no fue elegido legalmente, al no haber comunicado a tiempo a la Cámara de Comercio que ya era representante legal de Corpovisionarios, la ONG que fundó y que había contratado con el Estado cuando Mockus estaba al frente. Esa situación causaba una inhabilidad automática, pero por el prestigio de Mockus no la aplicaron. El argumento era que aunque el exalcalde era representante legal, no participó directamente en la negociación de los contratos. Esa era una interpretación desafiante, mas en la coyuntura política del momento había un sentimiento nacional a favor de Mockus que hizo que fuera aceptada. Como resultado recibió la histórica votación que lo eligió al Senado.

Inevitablemente, alguien tenía que demandar esa situación jurídica. De las muchas denuncias que llegaron, prosperó la de José Manuel Abuchaibe, un abogado de La Guajira cercano a los cuestionados exgobernadores Oneida Pinto y Kiko Gómez. La demanda se basaba simplemente en la responsabilidad que tiene el representante legal en cualquier sociedad. Eso era tan evidente que el propio Consejo de Estado tuvo que rectificar su postura anterior y declarar la nulidad de la elección.

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Mockus recibió la noticia con dignidad, pero anotó que pensaba apelar la decisión: “Acojo, por respeto a la democracia y a la justicia de Colombia, los dictámenes jurídicos sin titubeos. Creo profundamente en la institucionalidad y en nuestro país, al que le tengo tanta admiración (...) Por respeto con la ciudadanía, que depositó su confianza en mí, agotaré todas las instancias jurídicas para defender el derecho a elegir de cientos de miles de ciudadanos”.

Antanas Mockus.

Eso en la práctica significa que va a estudiar con sus abogados sus alternativas. Sin embargo, es poco probable que estas existan y si existen, no prosperarán. La Constitución establece que en casos como el suyo, el Consejo de Estado es la única instancia y no hay revisión posible.

Mockus manifestó que independientemente de los elementos jurídicos, nunca hubo mala fe de su parte. La aclaración era innecesaria, pues nadie contempló esa posibilidad.

En todo caso, todos los sectores, incluyendo uribistas y petristas, lamentaron su retiro. “El doctor Antanas Mockus ha sido un contradictor noble, un pedagogo cívico. Las diferencias que podamos tener no me impiden manifestarle mi aprecio y admiración. Hace falta en el Senado”, anotó el expresidente Álvaro Uribe. “Navarro y Mockus, dos pérdidas personales que son una verdadera pérdida para Colombia”, trinó Gustavo Petro.

Sin embargo, la decisión del Consejo de Estado no deja a Mockus fuera del juego político. Lo pone en el lugar de descanso que se merece como noble guerrero y faro moral que ha sido. Él encarna unas virtudes que los colombianos quisieran ver en sus dirigentes y no necesita curul para simbolizar eso. De hecho, su permanencia en el Senado le ponía limitaciones que no va a tener como ciudadano. Con su libertad recuperada, no romperá los protocolos del Capitolio con sus gestos pedagógicos. De por sí el Congreso recibió con desconcierto el último que hizo en el acto para conmemorar el Día de las Víctimas. Con un micrófono portátil amarrado a la cabeza, dijo: “Paramilitares hijueputas, los amo. Guerrilleros hijueputas, los amo”. Con esas palabras trataba de mandar un mensaje contra el odio.

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En lo que se refiere a Navarro, desde que se desmovilizó del M-19 ha jugado en la institucionalidad. Ha sido constituyente, candidato a la Presidencia, ministro de Salud, secretario de Gobierno de Bogotá y reconocido varias veces como el mejor alcalde de Pasto y gobernador de Nariño, respectivamente. Nunca ha tenido una investigación judicial en su contra. Tampoco habla mal de nadie y a pesar de su pasado de rebeldía, sus planteamientos lo ubican en el centro del espectro político: un lugar en el que puede convivir con todos.

Navarro hizo una bonita carrera por llegar a la alcaldía. Durante casi un año salió a recorrer a pie las localidades de Bogotá. Vía Twitter recibió la invitación a sus casas de miles de bogotanos con los que discutió sobre el futuro de la ciudad. Insistió en construir sobre lo construido. No atacó a Peñalosa ni a Petro ni a Claudia López, quien le ganó la encuesta que la eligió candidata por 14 puntos (39 ella, 25 él).

Antonio Navarro Wolf.

Cuando Navarro salió del juego, las redes sociales se volcaron a favor suyo; también la gente en la calle. A la salida de la rueda de prensa en que se anunció el triunfo de Claudia, los transeúntes gritaban “Navarro presidente”. Se le notó la tristeza, pues en la opinión se había generado alguna expectativa de que él podría ganar al polarizar menos que su contendora. Esa es la virtud que le abre puertas en el futuro. En 2022 tendrá 73 años, pero también la actitud, las condiciones y el posicionamiento para que algunos sectores lo vean como una alternativa presidencial. Después del Gobierno de Iván Duque, es posible que el péndulo electoral pase de la juventud a la experiencia. Se da por descontado que habrá un candidato de Álvaro Uribe y una candidatura de Petro, aunque las dos generarán tanta resistencia que habrá un espacio en el medio. Navarro cuenta con el perfil para ganar adeptos de esos sectores, incluyendo a muchos de centro y de la Alianza Verde, que después de la última elección no quieren a Fajardo por haber votado en blanco.

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A pesar de los reveses que tuvieron esta semana, tanto Mockus como Navarro siguen en el juego. Sus hojas de vida están más allá de una candidatura a la Alcaldía o una curul en el Congreso. Los dos, cada uno en su ámbito, forman parte definitiva de la reserva verde.