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Sergio Fajardo
Sergio Fajardo no logró seducir a la mayoría de los votantes que tuvo en las elecciones de 2018.

Elecciones 2022

Sergio Fajardo: ¿qué opciones tiene para la primera vuelta?

El exgobernador de Antioquia no entusiasma como antes. La bandera anticorrupción, que era su principal consigna, ahora debe ser disputada con otros candidatos.

14 de marzo de 2022

A pesar de haber ganado la nominación presidencial de la Coalición Centro Esperanza, la candidatura del exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo queda navegando a contracorriente por la baja votación que obtuvo esta consulta frente al Pacto Histórico y el Equipo por Colombia.

Fajardo, según los expertos, llega como un candidato poco viable a representar a un centro político que quedó debilitado.

En las consultas, el Pacto Histórico superó por más del doble la votación de la Centro Esperanza, mientras que el Equipo por Colombia estuvo por encima de la consulta de la Esperanza por más de un millón y medio de votos.

De hecho, con un poco más del 80 % escrutado, Francia Márquez en el Pacto Histórico lo supera y apenas está por encima de Álex Char, el segundo en el Equipo por Colombia.

Inicialmente Sergio Fajardo sonó con fuerza, a pesar de la derrota que había sufrido en 2018. A comienzos del año pasado prácticamente lideraba la mayoría de las encuestas, de cara a las elecciones presidenciales de 2022. Incluso, en segunda vuelta, en todas las mediciones, se mostraba como el candidato que podría derrotar a Gustavo Petro.

Sin embargo, esta percepción fue cambiando. Cuando la campaña prendió motores su nombre no despertó el entusiasmo de hace cuatro años.

Uno de los elementos que ha contribuido a impactar el entusiasmo alrededor suyo tiene que ver con el discurso que desde hace más una década viene manejando: la lucha anticorrupción.

Contrario a 2018, cuando era prácticamente el único con esta bandera, pues las demás opciones estaban enfocadas en el cumplimiento o no del acuerdo de La Habana, en esta oportunidad son varios los candidatos que han tomado esta causa también.

Y lo han hecho de una manera más contundente. El exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández ha dicho, por ejemplo, que hay que quitarle “la chequera a los bandidos”, mientras que Íngrid Betancourt ha hablado de luchar contra las maquinarias.

Adicionalmente, la imagen de Fajardo fue impactada a finales de año pasado por el fallo de la Contraloría contra Hidroituango, que lo declaró responsable fiscal por lo sucedido en esta megaobra. Si bien este fallo terminó con el pago de las aseguradoras, el golpe a su campaña fue bastante fuerte.

Adicionalmente, la Centro Esperanza, la coalición de la que forma parte, está destrozada por dentro. La renuncia de Íngrid Betancourt marcó un camino en el que no pararon las peleas, las acusaciones mutuas por clientelismo, al tiempo que paradójicamente se mostraban como la coalición alejada de la politiquería.

La tensión entre Fajardo y Alejandro Gaviria escaló a tal nivel que, según algunos, ya ni se hablan y permanentemente se lanzan pullas e indirectas en las redes sociales y las entrevistas. Los dos profesores se convirtieron en antagónicos y en la mitad de la disputa siempre ha estado el fantasma del expresidente César Gaviria. Mientras el exministro de Salud señaló a Fajardo de ser “tibio y fundamentalista moral”, el exgobernador de Antioquia dijo que lo que ve alrededor de Alejandro Gaviria es “perturbador”.

El exgobernador de Antioquia tiene poco espacio para lograr alianzas y atraer a otros sectores a fin de poder pasar a la segunda vuelta. Gran parte de la Alianza Verde se iría con Petro y, dada la enemistad de Fajardo con el expresidente César Gaviria y Germán Vargas Lleras, no tendría el apoyo de esas colectividades que representan unos votos significativos. Además, difícilmente Alejandro Gaviria lo va a apoyar.

Fajardo tiene un techo. Lleva más de 12 años en campaña con el mismo discurso. Algunos dicen que Fajardo llegó a su punto máximo de entusiasmo y voto de opinión en la campaña de 2018. Y, aunque perdió por apenas 200.000 votos con Petro en esa primera vuelta, es difícil que logre replicar ese éxito, pues no entusiasma igual.

El centro

El otro elemento que juega en contra en las aspiraciones de Sergio Fajardo es su postura política de centro; de hecho, su coalición está conformada por personas que se clasifican en este sector del espectro político: la Centro Esperanza.

Si bien el centro es visto como una esperanza por un importante sector de la población, ante los constantes cruces de acusaciones que hay entre la derecha y la izquierda, también es calificado por sus críticos como una corriente de tibios, es decir, sin posiciones claras ante los graves problemas del país.

Conquistar esa franja implica moderación y pragmatismo, y lograr acuerdos en temas fundamentales, hasta con los que el llamado centro considera extremos.

Pero decirle no más a la polarización, como se ha dedicado a hacer Fajardo, no basta para ganar una elección en Colombia. Es necesario fijar posiciones claras ante los inmensos desafíos que tiene el país en diferentes campos: economía, seguridad, desempleo, educación, salud, pobreza, desigualdad, inseguridad, grupos armados ilegales y cultivos ilícitos. Y Fajardo ha sido dubitativo.