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Gustavo Bolívar, María José Pizarro y Roy Barreras
Gustavo Bolívar, María José Pizarro y Roy Barreras | Foto: SEMANA

POLÍTICA

Se calienta el pulso en el Pacto Histórico por la presidencia del Congreso

Las bancadas afines a Gustavo Petro esperan un guiño del presidente electo para saber quién ocupará esta dignidad.

21 de junio de 2022

El triunfo de Gustavo Petro este domingo no ha traído calma al Pacto Histórico, donde se pasó de la agitación de la campaña al duro pulso por la presidencia del Senado, un cargo clave no solo para esta convergencia política sino para el éxito del nuevo Gobierno.

Este lunes, menos de 24 horas después de la proclamación de Petro como presidente, las bancadas de Senado y Cámara del Pacto Histórico sostuvieron un encuentro liderado por el senador Roy Barreras.

Por acuerdos políticos, generalmente esta dignidad se le otorga a la bancada mayoritaria en el Senado, que en este caso es el Pacto Histórico, con 20 curules obtenidas en las elecciones legislativas.

Por ahora, según trascendió, han mostrado su interés de estar en este cargo Roy Barreras, Gustavo Bolívar, María José Pizarro, Clara López y Alexander López.

Sin embargo, según le dijeron fuentes del Pacto Histórico a SEMANA, en este momento las mayores opciones las tienen Barreras, Bolívar y Pizarro.

En el caso de Roy Barreras, se sabe que es el más experimentado, ya fue presidente del Congreso en 2012, cuando pertenecía al Partido de la U, tiene habilidad para armar acuerdos políticos y sabe capotear a los congresistas.

Sin embargo, hay tres elementos que conspiran contra los intereses del senador y que han generado dudas en el Pacto Histórico sobre su aspiración.

El primero de ellos tiene que ver con que Barreras viene de los sectores políticos tradicionales. Primero fue uribista, luego fue una de las fichas claves del santismo desde el Partido de la U y ahora, hace menos de dos años, dio el salto al petrismo. Un sector del Pacto Histórico tiene reservas sobre si sería un buen mensaje para el país que sea él el nuevo presidente del Senado en un gobierno que se vendió como el cambio.

De hecho, el senador del Polo Alexander López, sin dar nombres, aseguró que “el Congreso debe tener una orientación política hacia el cambio. Sin descalificar a nadie, creemos que el Congreso debe tener una orientación distinta a la que históricamente ha tenido”.

El segundo elemento es que Barreras ha tenido fricciones con figuras claves del Pacto Histórico. A comienzos de año se enfrentó con la vicepresidenta electa, Francia Márquez, por las listas a Senado; durante la campaña tuvo discrepancias públicas con Gustavo Bolívar e incluso, hace menos de una semana, salió a desmentir una información que había dado el propio Gustavo Petro sobre el cobro de peajes para las motocicletas.

A esto se suma el hecho de que el senador lleva a cuestas el hecho de haber aparecido en los polémicos ‘petrovideos’ como uno de los que lideró la campaña sucia del Pacto Histórico para sacar del mapa electoral a los líderes de centro, Alejandro Gaviria y Sergio Fajardo, lo que no sería un buen mensaje para los sectores políticos.

El otro que suena con fuerza y que confirmó su interés es Gustavo Bolívar, uno de los más leales a Gustavo Petro y quien cae bien en la mayoría de sectores que conforman el Pacto Histórico.

Un nombre que poco se ha mencionado pero que ha venido tomando fuerza es el de María José Pizarro. La congresista ya sabe lo que es pertenecer a una mesa directiva, pues fue segunda vicepresidenta de la Cámara de Representantes hace dos años y cumple con un elemento clave que busca Petro: darle mayor participación a la mujer en los escenarios de poder.

En todo caso, aún está pendiente una reunión de las bancadas con el presidente electo, quien se espera que dé el guiño para saber quién ocupará esta dignidad.

“Nosotros nos vamos a poner de acuerdo, pero esperamos el guiño de Gustavo Petro, que es muy importante, para saber él en dónde nos quiere, si en un eventual gobierno o en el trabajo desde el Congreso de la República”, apuntó Bolívar.

Para Petro es clave tener en su primer año de gobierno a uno de los suyos en la presidencia del Congreso, especialmente porque durante los primeros 12 meses es cuando se tiene la llamada ‘luna de miel’ con la opinión pública y es cuando debe aprovechar para tramitar sus reformas, aunque con la situación actual el ‘romance’ podría ser más corto. A partir del segundo año, la situación política se suele complicar y los ciudadanos empiezan a exigir respuestas con más ahínco.

Quien ostente la presidencia será la persona encargada de fijar el orden del día, determinar qué días se cita a sesiones y levantar la sesión en el momento que considere. Puede engavetar o acelerar proyectos, así como dar prioridad o embolatar debates de control político. Tener un presidente de Senado o Cámara en contra puede desbaratar los intereses legislativos de cualquier Gobierno, por más mayorías que tenga.