BOGOTÁ
El dramático relato de una mujer a la que casi violan y matan por robarle su bicicleta en un “centro de torturas” en Bogotá
En la Autopista Norte, muy cerca del peaje Los Andes, una joven fue víctima de una peligrosa banda delincuencial.
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La inseguridad se desbordó en Bogotá. Las personas no solo son víctimas de robos, sino que ahora están siendo amarradas, torturadas y hasta abusadas sexualmente por parte de los delincuentes.
Eso está ocurriendo en la Autopista Norte, muy cerca del peaje Los Andes, donde varios delincuentes están sembrando el terror en la zona.
Liliana Fernández, de 31 años, narró en SEMANA cómo el pasado 2 de mayo tres delincuentes la raptaron, la bajaron de su bicicleta, la llevaron hacia un matorral, la torturaron y la ultrajaron sexualmente.
“Salí de mi trabajo en Cajicá, en San Roque, a las 6:30 de la tarde. De camino a mi casa hice varias paradas para fumarme un cigarrillo porque estaba discutiendo con mi exnovio. Hacia las 8:00 de la noche pasé el peaje Los Andes y de la nada me salieron tres hombres. Uno de ellos me agarra de la maleta y me tira al piso; el otro me agarra de la cabeza y me tapa la boca. Inmediatamente me empiezan a arrastrar hacia los matorrales; estando varios metros adentro, me quitaron los cordones de los zapatos, me amarraron de pies y manos y me atravesaron un cordón en medio de la boca”, contó Liliana.
Estando completamente amarrada en el matorral, en plena oscuridad y sin poder pronunciar mayores palabras, uno de los hombres le puso una pistola a Liliana en la cabeza. La amenazó con pegarle un tiro si no les daba la contraseña de sus cuentas bancarias.
“Desocuparon mi maleta, me preguntaron la clave de mi celular, de mi cuenta de Nequi y me preguntaban si yo tenía reales en la cuenta. Yo solo tenía $200.000 en efectivo porque hasta hace poco había empezado a trabajar, les dije que los tomaran y no me hicieran nada, pero ellos insistían en consultar mis cuentas bancarias y me decían que si yo estaba diciendo mentiras me iban a cortar los dedos”, relató Liliana.
De acuerdo con la víctima, por la manera en la que los victimarios se expresaban y las palabras que decían, al parecer, serían de nacionalidad venezolana.
Como si la tortura y el atraco a Liliana no fuera suficientes, dos de los tres delincuentes regresaron a la ciclovía para atacar a otra víctima.
“El que tomó mi bicicleta no lo volví a ver, porque era el que campaneaba. Conmigo siempre estuvieron dos hombres, pero de un momento a otro uno de ellos, el que tenía la pistola en la mano, asegura: “Nos hace falta otra bicicleta”, y se fue hacia la ciclorruta en busca de otra víctima”, dijo Liliana.
El victimario que se quedó con ella le tomó fotos a sus tenis y, vía WhatsApp, las compartió con una tercera persona preguntándole si le gustaban y si los quería. Los zapatos, al final, no se los robaron.
Después de varios minutos de estar en el matorral y totalmente inmovilizada, Liliana escuchó cuando los delincuentes raptaron a otra víctima, esta vez a un hombre, a quien también arrastraron y llevaron a pocos metros de donde ella estaba amarrada.
Según Liliana, al hombre también lo amarraron de pies y manos y empezaron a golpearlo fuertemente para que entregara las claves de su celular y su cuenta bancaria.
Lo peor para Liliana estaba por comenzar. “Me separaron del muchacho y me llevaron a otro lugar y prácticamente me acostaron en el pasto. El que tenía la pistola en la mano me puso el arma en la cabeza, me empezó a manosear, me levantó la camisa y me apretaba los senos, según él, para revisar que no tuviera más plata, pero yo sabía que lo que él quería era abusar de mí. Luego me desabotonó el pantalón y metió su mano debajo de mi ropa interior, yo le pedía a él que no me violara, yo estaba en mis días y no imaginas lo ultrajada que llegué a sentirme”, contó Liliana, entre lágrimas y con la voz quebrantada.
Tras las súplicas de Liliana para no ser violada y luego de un pequeño enfrentamiento verbal con otro de los delincuentes, la mujer finalmente no fue accedida carnalmente.
“Los delincuentes me dicen que cuando ellos me den la señal yo voy a poder irme y que estaba en mí si quería desamarrar o no al otro muchacho. Yo me quedé sola como cinco minutos, y al no escuchar ruido, me fui hacia donde el muchacho y lo desamarré, pero de la nada los delincuentes regresaron y nos amenazaron con pegarnos un tiro. Después de rogarles para que no nos hicieran nada, finalmente se fueron por la vía del carril”, contó Liliana.
Para la víctima, lo que ocurre en esta zona de la Autopista Norte se trata de un verdadero “centro de torturas”. “¿O cómo se le puede llamar al hecho de que te amarren, te amordacen y te abusen, no solo a mí, sino a varias personas?”.
SEMANA buscó a la Policía Metropolitana de Bogotá para conocer el parte oficial de esta denuncia y la versión de las autoridades frente a lo ocurrido.
“Se trata de una dama que iba transitando por el lugar en horas de la noche, la interceptan unos sujetos y le hurtan unos elementos. La persona primero denuncia antes los medios de comunicación, pero no había puesto la denuncia formal ante la Fiscalía, pero ya estamos investigando los hechos conjuntamente con la Fiscalía”, aseguró una fuente de la institución.
“No hay ningún centro de tortura, solo tenemos un hecho de hurto sobre el cual estamos investigando”, agregó la fuente, quien añadió que Liliana no interpuso la demanda por abuso sexual.
Para Liliana, lo asegurado por la fuente de la Policía es una mentira, no solo porque sí denunció el caso de abuso sexual y porque la Policía no quiso recibirle la denuncia en ningún CAI y fue solo hasta cuando ella habló con los medios de comunicación que le prestaron atención a lo que había sucedido con ella en la noche del 2 de mayo.
Otra víctima fue apuñalada
Liliana no ha sido la única víctima de estos delincuentes en el mismo matorral a pocos metros del peaje Los Andes.
La mamá de otro joven de 24 años, que fue víctima de estos delincuentes el 23 de marzo, también le contó a SEMANA lo ocurrido con su hijo en el mismo sector de la Autopista Norte.
“Nosotros vivimos en Chía. Él venía del trabajo hacia a la casa y, entre las 7:00 y 7:30 de la noche, pasó en su bicicleta por ese lugar cuando cinco hombres salieron de la parte boscosa, lo amenazaron con un revólver y lo arrastraron hacia arriba del matorral”, dijo la señora.
“A mi hijo lo amordazaron, le pegaron y le dieron una puñalada en una pierna. Le robaron la bicicleta, el celular, la plata y todas sus pertenencias”, complementó Sonia, quien también coincide en asegurar que los victimarios son de nacionalidad venezolana.
De acuerdo con la madre del joven, en el tiempo en que su hijo estuvo amarado y amordazado, los delincuentes también atracaron y amarraron a otras dos personas que se me movilizaban por el sector.
El hijo de Sonia fue atendido por su herida en el hospital de Cajicá. Y a pesar de que en su momento puso la denuncia ante la Policía, hasta el momento las autoridades no le han dado respuesta.