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Para llegar a los remotos lugares de la geografía colombiana, Negret caminó, montó en mula y chalupa e hizo jornadas de más de 12 horas. Allí conoció de primera mano los padecimientos de los colombianos que reciben poca atención del Estado. | Foto: fotos: defensoría del pueblo

PERFIL

Carlos Negret, el defensor caminante

Con su gestión, el defensor del Pueblo mostró a los colombianos la cara poco conocida de un país que pasa por grandes necesidades y vive con miedo por el recrudecimiento de un conflicto que creían terminado.

18 de julio de 2020

Con 146 votos, la Cámara de Representantes eligió, el 16 de agosto de 2016, a Carlos Negret en el cargo de defensor del Pueblo. Pese a obtener una aplastante mayoría, su triunfo no estuvo exento de controversia. Días antes, líderes políticos y periodistas consideraban que la candidatura de Negret, que ocupaba la secretaría general del Partido de la U, era un acuerdo burocrático entre el presidente Juan Manuel Santos y los partidos que lo apoyaban para repartirse la Procuraduría y la Defensoría. Y en los corrillos del Congreso, algunos miembros de la corporación afirmaban que él “era un abogado sin experiencia para el cargo”.

Ese día, los representantes de los partidos Verde y Polo afirmaron que su triunfo estaba cantado. Alirio Uribe radicó una proposición que advertía que la elección era ilegal y dijo que Negret no era “una persona con la formación y la experiencia en derechos humanos que este cargo exige, si se quiere hacer una elección de manera seria y concienzuda y no entregarlo a los intereses de la politiquería”.

A la tensión política se sumaron los problemas de salud. Antes de comenzar la votación en la plenaria de la Cámara, Negret no se sentía bien y el médico del Congreso le iba a prohibir subir al estrado a pronunciar su discurso, pero él se empeñó. En un texto corto, de tres páginas, se comprometió a luchar por los derechos humanos, en especial de los menos beneficiados y de los sectores más excluidos. Al terminar abordó una ambulancia rumbo a una unidad de cuidados intensivos por una obstrucción intestinal.

Quince días después el presidente Juan Manuel Santos lo posesionó en el cargo. Desde ese momento, Negret asumió el reto de cumplir las promesas y demostrar a sus opositores que tenía las credenciales suficientes para asumir ese puesto. Cuatro años más tarde, a pocas semanas de terminar su periodo, es claro que le cerró la boca a más de uno y muchos de sus críticos terminaron por avalar su gestión. Hoy lo consideran uno de los mejores defensores del Pueblo de las últimas décadas. ¿Qué hizo para lograr el respaldo de la mayoría de la clase política y de la sociedad civil, salvo uno que otro miembro del Centro Democrático?

Aplicó una fórmula sencilla: visibilizar a los colombianos menos favorecidos, excluidos, que siguen sufriendo la violencia y alertar sobre las amenazas a sus derechos. Además, Negret asumió la defensa de los acuerdos entre el Gobierno y la antigua guerrilla de las Farc, firmados casi un mes después de que él ocupara el cargo.

Con esas ideas en mente, el defensor empezó a recorrer el territorio nacional. En estos cuatro años realizó 33 misiones humanitarias en las que visitó municipios, veredas y corregimientos a los que nunca había llegado un funcionario de alto nivel. Hizo su primer viaje en septiembre de 2017 a Buenos Aires, Cauca, en donde pudo ver los primeros indicios de la difícil situación de violencia que ahora atraviesan los pobladores de esa región.

Sus jefes de seguridad le decían que no fuera a las regiones porque su vida peligraba. Negret hizo caso omiso a las advertencias porque, según él, contaba con la protección de una aseguranza hecha por los mamos de la Sierra Nevada de Santa Marta en 2017. 

“A mí no me gusta hablar en primera persona, y como lo dije en mi discurso de posesión, no soy amante de los protagonismos. Pero sí puedo decir que he sido uno de los pocos, si no la primera persona de alto rango que más sitios recónditos de este país ha visitado o que más horas ha durado en una lancha. Creo que pocos han hecho un recorrido por el Pacífico desde Tumaco hasta Cupica”, dice Negret. Se lamenta no haber podido hacer las misiones humanitarias de Barrancabermeja y Barranquilla por el río Magdalena; la de los 200 años de los derechos humanos, que hacía parte del recorrido de la Ruta Libertadora desde Tame hasta Pisba; la de bajar por el río Apaporis y la de recorrer Caquetá hasta Putumayo.

Cuentan, quienes lo acompañaron en esas travesías, que el defensor caminaba, montaba en mula y chalupa para llegar a los sitios que visitaba. Y una vez allí, dormía en la casa de los líderes sociales y comía lo que le dieran. “Una vez vi al defensor comerse un enorme gordo en un sancocho que le prepararon sin hacer mayor gesto”, comentó un periodista que lo acompañó en algunos viajes. Según Negret, tenía que utilizar los mismos medios de transporte de la población para ganarse su confianza y entender las necesidades por las que atravesaban. “Dígame, ¿cómo puede usted comprender los problemas de la falta de vías si llega en un helicóptero y no en los medios que ellos utilizan, o si usted no viaja 12 o 14 horas en chalupa o encalla al anochecer en un río por las empalizadas, como nos sucedió en Marquetalia? Para entender los problemas de la población hay que vivirlos”, dice el defensor.

¿Qué encontró en esos viajes? Carencias de todo tipo. Hambre, analfabetismo, falta de acceso a servicios públicos, pero sobre todo intranquilidad causada por los grupos armados ilegales. La información, las vivencias y los clamores recogidos en esos viajes, junto con los informes de los funcionarios de la Defensoría que trabajan en las regiones, sirvieron para elaborar las alertas tempranas, que Negret puso de moda. Las mismas que tanto alboroto causaron en la opinión pública y en los gobiernos al revelar la amplia gama de violaciones a los derechos humanos en las regiones del país.

La llegada de Negret a la Defensoría coincidió con un cambio institucional producto de las negociaciones de paz con las Farc. Desde 2002, los informes de riesgo, alertas tempranas y notas de seguimiento quedaron bajo la tutela del Ministerio del Interior. Es decir, el defensor entregaba estos documentos y el ministro decidía si los adoptaba. En 2017, mediante el Decreto 2124, esta institución recobró la autonomía para emitirlos, lo que permitió a Negret dar a conocer la grave situación de derechos humanos en algunos sectores del país.

Entre 2017 y el 31 de mayo de 2020 la entidad emitió cerca de 225 alertas tempranas sobre tragedias humanitarias, como el asesinato de líderes sociales o el desplazamiento forzado por combates entre grupos armados ilegales. Las instancias oficiales, en muchas ocasiones, no recibieron bien esa información. “Me acuerdo que cuando dijimos que en Bogotá existían entre 30 y 40 grupos conformados por cuatro o cinco personas con la capacidad de hacer explosivos, el alcalde de entonces, Enrique Peñalosa, desestimó la información y meses después sucedió lo de la Escuela Militar. Pero también debo agregar que mientras unos gobernantes ni nos atendían, otros como Dilian Francisca, gobernadora de ese entonces del Valle del Cauca, y Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín, constantemente me llamaban para hablar la situación de las Alertas Tempranas”.

Esos recorridos también sirvieron para visibilizar los asesinatos y las amenazas a los líderes sociales y defensores de derechos humanos. El registro sistemático de esos hechos convirtió a la Defensoría en un referente nacional e internacional sobre el tema, incluso ante la ONU.

A esa gestión se suman importantes logros, como impulsar una ley para que los hijos de venezolanos nacidos en el país entre 2015 y 2021 adquieran la nacionalidad colombiana (iniciativa surgida de un viaje a Arauca) y la construcción de un nuevo edificio para la entidad en Bogotá. Todo ello elevó la vara para la próxima persona que ocupe la Defensoría, y hoy muchos de sus otrora críticos se preguntan si habrá alguien que pueda realizar una gestión al nivel de la que desarrolló Negret.